Televisión vacía... de propuestas Mientras la Suprema Corte de Justicia daba a conocer su veredicto en relación con la
so called "Ley Televisa" (si quieren enterarse de cómo estuvo y sus repercusiones,
lean los excelentes materiales de la revista etcétera de junio), casi a las calladas, el 28 de mayo inició transmisiones un "nuevo" canal de televisión abierta, aunque sólo en la banda de UHF en el DF y por cable en provincia:
Cadena Tres.
Se supone que así se bautizaron por obvias razones ("Televisa, TV Azteca y ¡nosotros! Cadena Tres. ¿Somos geniales, o qué?"), pero más de dos meses de transmisiones son suficientes para dictaminar que la autodenominada "Televisión Abierta" nomás es pan con lo mismo, pero peor.
No les voy a repetir la historia de quién es Olegario Vázquez Raña, dueño del Grupo Ángeles y uno de los empresarios consentidos y más favorecidos del foxiato (
porque ya lo hizo, mucho mejor que yo, Miguel Ángel Granados Chapa hace más de un año), ni de cómo se hizo del canal, pero les puedo asegurar que no tiene nada qué envidiarle Ricardo Salinas Pliego con sus "moditos llenos de libertad" para literalmente secuestrar y adueñarse de una frecuencia televisiva que no le corresponde legalmente.
De lo que sí les voy a contar es de la programación. El día se abre con un noticiero con Francisco Zea, un tipo que yo había visto en un programa de debate de Canal Once y de repente apareció aquí. En el Once era bastante serio y hasta recatdo, pero un día lo escuché en el radio (¿No les había dicho que casi todos los comentaristas de la "nueva opción" televisiva trabajan también en
Imagen, la empresa radial de don Olegario?) y casi me vomito por su "simpatía". Desde luego, Zea es un merolico que se dedica a pontificar, tirar netas y editorializar con comentarios estúpidos, fuera de lugar y dizque "ocurrentes" (los cuales adereza con una sonrisita chueca de supuesto galán). Los que creían que era suficiente con un solo Carlitos Loret de Mola, "el Simpatías de las noticias", estaban equivocados.
Luego hay un programa con Guillermo Ortega Ruiz, quien fue defenestrado de Televisa sin miramientos hace años y ahora es flamante director del diario más objetivo e imparcial que haya circulado por las calles en la ciudad de México (oigan, es irónico, ¿eh?, no se la vayan a creer):
La Crónica de Hoy. Lo acompaña otra exiliada de Televisa y cuyo coeficiente intelectual es de menos dos: Mayra Saucedo.
Enseguida está el programa de entrevistas de Fernanda Familiar, que a veces tiene buenos invitados, pero en general hace lo mismo que en el radio. Le sigue un programa de sugerencias de espectáculos y cultura con Lucero Solórzano. Ella se había dado a conocer como comentarista (que no crítica) de cine, pero se ve que la tele no es lo suyo. Se le nota tiesa y a disgusto. Y a eso se le añade que tiene de comparsa a un tipo insoportable de tan sangrón (a ese sí no lo había visto nunca y ni me acuerdo cómo se llama).
El programa "Nada a medias", que es precisamente lo contrario: todo se queda a medias, porque nada se concluye. Hagan de cuenta que durante una hora nos vemos obligados a fisgonear en una mesa de cafetería de Polanco donde cuatro "amiguguis" se reúnen a cotorrear el punto sobre cualquier tema (desde política internacional hasta cirugías plásticas), sin importar que la gran mayoría de las veces no tengan ni la más puta idea de lo que se trata y sólo recurran a los lugares más comunes que se les ocurren.
La voz cantante de la mesa la lleva esa cosa inefable que empezó escribiendo sobre política en revistas y diarios, y luego saltó a Televisa en un programa dizque informativo llamado "Planeta Tres: A Chaleco", donde querían echar relajo con las noticias políticas (hagan de cuenta que su idea era hacer un "Mañanero" como el de Brozo pero para tránsfugas de Tecamachalco). Claro, me refiero a Yuriria Sierra, una de las mujeres más desagradables que han aparecido en las pantallas nacionales.
Toda ella es desagradable: su cabello, su cara, su vestimenta, su presencia, pero sobre todo su voz tipluda. Si a eso se le suman sus "sesudos" comentarios (por ejemplo, el día que tocaron el tema de Zhenli Ye Gon, no dejó de llamarle "El Chinito Chinchulana". ("¡Jior, jior, qué buen puntacho, eres una genio, mi gordis!"), pues ya sabrán la tortura que implica aguantarla más de un minuto al aire. Y para acabarla de amolar, es la titular del noticiero de la tarde.
También salen otras dos, que creo que son psicólogas o vendedoras de Tupperware (para el caso es lo mismo), y una más que se llama Mariana H, que es la que dice las cosas más coherentes cuando la Yuricerda no le arrebata la palabra. Me he venido a enterar que esta chava es locutora y que también bloguea.
Por lo que se puede leer en su blog en Dixo, es bastante alivianada e inteligente, por lo que me extraña que acepte participar en ese tipo de desfiguros. Además de que se ve que le funciona el coco, la niña no está de mal ver, es bastante guapetona y tiene presencia hasta como para tener su propio programa de tele. Yo sí le daba... digo, su programa para ella sola.
Al mediodía hay una revista de temas médicos, "Segunda opinión", pero que no inspira así como que mucho. Estaría bien para una estación de AM a las tres de la mañana.
Ya en la tarde vienen las series y caricaturas. Puras repeticiones o cosas que se pueden ver en cable. Por ejemplo, ¿para qué repetir "Party of five"? Está bien que Neve Campbell sea una reina, pero... ¿y? Lo único que a veces me quedo a ver es "The Shield", porque Vic Mackey (Michael Chiklis) es mi ídolo por cabrón y ojete.
A media tarde, no podía faltar su "programa de periodismo de espectáculos" con el enano Santanón... ah, no, perdón, con Gustavo Adolfo Infante, engendro producto del amasiato entre Paty Chapoy y Pepillo Origel, al que flanquean dos monitas que apenas opinan, porque parece que le tienen miedo al zotacazo.
En la noche, viene el noticiero "estelar" con Pedro Ferriz Bocón (¿deveras habrá gente que le crea y le guste enterarse de las noticias con este señor?), y más adelante un programa de "análisis" con otro tránsfuga de mil medios: Jorge Fernández Meléndez, "mexicano de origen argentino" (como
Chachacharlie Ahumada) y de quien se dice que es una de las plumas más vendidas de la prensa nacional.
Y casi a la medianoche, el programa de deportes con Pablo Carrillo, como si no tuviéramos suficiente con los de las otras televisoras ¡Carajo! ¿Cuántas formas diferentes puede haber de comentar o "analizar" un partido de futbol?
El sábado en la noche hay una especie de "talk show" (creo que importado de ¡Venezuela!) que se llama "Ya es medianoche en China" o algo así. Es infumable, peor que Adal Ramones, pero por lo menos el narigón, en su chafez, trataba de ser él mismo. El tipo de este programa quiere emular a Conan O'Brien o a David Letterman, y pues nomás no se puede, mi chavo.
La producción de los programas es sumamente pobre, más bien parecen estudios de radio que trasmiten por televisión. Con decirles que las transmisiones de Telefórmula, con todo lo chafas que son, se ven mucho mejor. No obstante, las cortinillas y promocionales son buenos y manejan una imagen diferente que los identifica, pero nada más.
Lo que yo me pregunto es: ¿qué caso tiene entrarle al negocio de la televisión si se va a ofrecer lo mismo? ¿Para qué pongo una fonda si voy a ofrecer las mismas fritangas de las dos que tengo en la acera de enfrente?
Ah, ya entiendo. Se trata del billete y el tráfico de influencias para sus demás negocios. Bueno, eso es lo que sucede cuando se permite que aboneros y vendedores de muebles manejen medios de comunicación.
Afortunadamente, todavía existe la opción de apagar la tele y encender un churro... perdón, quise decir un libro.
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