jueves, noviembre 30, 2006

Entre soñadores y esquizofrénicos

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"La diferencia entre el hombre al que le gusta soñar continuamente que es Napoléon y el hombre que se cree Napoleón es la diferencia que hay entre el soñador dichoso y el esquizofrénico desdichado. Comprendo muy bien a las personas "esquizofrénicas" que no pueden vivir sin fantasear en otro mundo ni sin enfundarse otra personalidad, pero me dan lástima y (en secreto) les desprecio porque son prisioneros del segundo universo y no tienen un mundo "original", feliz y sólido al que regresar".

Orhan Pamuk
Estambul. Ciudad y recuerdos.
Mondadori, 2006.

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sábado, noviembre 25, 2006

Robert Altman

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Pues ni modo. Aunque alguno de los seis lectores de este remedo de blog le molesta que me ponga necrológico, la muerte de Robert Altman lo amerita.

Este gran director murió apenas el 20 de noviembre en plenitud de facultades. Se aprestaba a relaizar la promoción de su última película A prairie home companion.

Altman fue un artista excepcional que marcó su distancia en relación con las exigencias comerciales que Hollywood impone siempre a los directores. Hizo lo que quiso y eso le ganó el respeto de los actores, que casi se abofeteaban para aparecer en los multitudinarios repartos, aunque fuera en un papelito chiquito.

La primera película de Altman que vi fue The Player, una soberbia e inteligente crítica sobre la industria de Hollywood con Tim Robbins y esa reina que era Gretta Scacchi (¿qué habrá sido de ella?). Para los que no la han visto, no saben de lo que se pierden. Sin tapujos, Altman revela y se burla de los tejes y manejes de los estudios joligudenses, en una cinta donde sale casi todo mundo, hasta Julia Roberts y Bruce Willis.

Luego vi Short Cuts, basada en los cuentos de Raymond Carver, una visión ácida de la clase media y clase baja norteamericana, angelina para más señas. Luego vino Kansas City, su homenaje a la era del jazz, Charlie Parker, y una bandota de los mejores músicos de jazz de la actualidad tocando en vivo en el set mientras se filmaba la película. Luego vi Gosford Park, una película de época sobre la decadente aristocracia británica, y finalmente vi The Company, una especie de falso documental sobre la vida al interior de una compañía de ballet, proyecto que le llevó la bella Neve Campbell. No fue de sus mejores, pero vale la pena verla.

Yo admiro a los artistas que se niegan a sucumbir a las necedades de la industria y del mercado, y que logran aprovechar a ambos para la difusión de su obra, que para ellos es lo más importante. Esos son los artistas, para mí, que valen la pena. Es decir, aquellos que se ganan el respeto y no terminan sucumbiendo y negociando, dando las nachas pues, con el establishment, sino que se mantienen fieles a su arte y a sus ideas.

Una declaración, incluida en la nota necrológica de La Jornada, lo pinta de cuerpo entero: En una entrevista en la que se abordó su relación con Hollywood, Altman bromeó: "Realmente no tenemos nada el uno contra el otro. Ellos venden zapatos y yo hago guantes".

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viernes, noviembre 17, 2006

Prometer no empobrece…

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Hasta que se le hizo, de tanto levantar la mano

…cumplir es lo que aniquila, dice el bien conocido refrán. Por fin se le hizo a Hugo Sánchez (que es, le pese a quien le pese, el mejor jugador mexicano de futbol que ha existido hasta el momento): ya es, oficialmente, el director técnico de la Selección Mexicana.

Y, como era de esperarse, su discurso estuvo pletórico de llamados a la unidad, al trabajo conjunto, y blablabla, para culminar con la promesa de que el objetivo es que México sea campeón mundial del deporte más popular del planeta.

Si los 22 jugadores que va a tener que escoger para que conformen el equipo que jugará infinidad de torneos de aquí hasta el Mundial del 2010, fueran parecidos a él, pues por lo menos quedamos de subcampeones, pero el problema es precisamente ése: no hay calidad suficiente entre los jugadores mexicanos para armar un equipo campeón, aunque lo dirija el mejor jugador que ha dado este país.

Antes de que me asesinen, déjenme y les explico: Se trata de un problema en tres vertientes: de talento, de técnica futbolística y de actitud mental. Puede que haya en México jugadores muy talentosos y que a lo mejor no tienen la mejor técnica, pero sobre todo no tienen actitud mental para el triunfo. Es decir, con puro talento o con pura técnica no se ganan los partidos. Se ganan con la interacción armónica de esos tres elementos en un juego de conjunto.

Hugo Sánchez poseía, como jugador, esos tres atributos. Quizá no tenía mucha técnica, pero suplía sus carencias con talento, inteligencia y actitud triunfadora. Una vez escuché decir a Jorge Valdano que Hugo no sabía driblar y que precisamente porque lo sabía nunca lo hacía, y por eso nadie (salvo sus compañeros del Real Madrid) nunca se dio cuenta de eso. Sin embargo, hay jugadores mexicanos que no saben driblar ni desbordar ni cabecear ni tirar de larga distancia, pero se empeñan en hacerlo y siempre les resulta mal, obviamente.

La verdad yo sí quiero que le vaya muy bien a Hugo Sánchez y a la selección. Sin embargo, como les sucede con frecuencia a las personas talentosas y triunfadoras, él podría convertirse en su peor enemigo. Mal haría en cometer los mismos errores de su odiado antecesor. Hugo es inteligente, pero también es apasionado y se le calienta el hocico muy pronto. Y ya sabemos qué pasa cuando se pone a dar su discurso de los cangrejos y todo eso.

Suerte, Huguito, y cómo le decía El Torito a La Chachita: “Chántese la charola”. A demostrar con hechos y goles.

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miércoles, noviembre 15, 2006

SE POSPONE: Adiós Princesa, un año después

ATENTO AVISO:

Pues con la pena, pero me acaban de avisar que, por causas de fuerza menor atribuibles a la debilidad neuronal de los que organizan los eventos en la Casa El Refugio, esta presentación se pospone hasta nuevo aviso. Ni modo, ya quería verlos allá. Pero sigan pendientes, amiguitos
. No me fallen, no me fallen.


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El próximo martes será la re-presentación del excelente libro de Rogelio Flores. Como hace un año, estaremos los mismos, nomás que un año más viejos y sabios, y en un escenario cultural más decoroso.

Esta es la invitación del buen Rog:

Fecha: Wed, 15 Nov 2006 17:14:58 -0600
De: "Rogelio Flores"
Asunto: Invitación: Adiós, princesa

Estimados amigos:

Aquí vamos de nuevo. Sirva este vulgar medio electrónico, para invitarles a la próxima presentación de
Adiós, Princesa, lel próximo martes, 21 de noviembre, en Casa Refugio Citlaltépetl (Citlaltépetl 25 Col. Hipódromo Condesa) a las 19 horas.

Como algunos de ustedes sabrán, Adiós, Princesa es un libro de cuentos –editado por DESCRITURA-- que acontecen en la Ciudad de México, en particular, en el Centro Histórico y algunos de sus barrios bravos, la Colonia Guerrero, Garibaldi y Tepito; sus personajes son seres solitarios y noctámbulos, inmersos en situaciones límites o de plano, fantásticas (y es que vivir en esta ciudad ya es fantástico, de hecho). Todo, siempre desde la óptica de la decadencia y el humor negro, con referencias constantes a la nota roja y el rock.

Mujeres tatuadas, aguerridas, locas y entrañables. Borrachos y perdedores con buena suerte, rebeldes, sobrevivientes, románticos, y demás fauna (¿nociva?) de la urbe, incluidos los genes de un tal Jim Morrison, se dan cita en las historias de Adiós, Princesa. Sin dejar de lado, desde luego, al amor.

Los comentarios correrán a cargo del periodista cultural y escritor, Guillermo Vega Zaragoza, y de Fernando Reyes, también escritor, promotor cultural y editor del libro, y también del autor, cómo no.

Les esperamos, un abrazo.


Rogelio

p.d. Mucho les agradeceré el reenvío de este correo a gente chida que pueda interesarse. Gracias. CASA REFUGIO CITLALTÉPETL Citlaltépetl 25 Col. Hipódromo Condesa (entre Ámsterdam y Campeche, muy cerca del metro Chilpancingo y del metrobús Campeche).


A continuación, unas líneas a propósito de Adiós, Princesa, extraídas de la Revista Vértigo, cuya autoría, es del maestro Eusebio Ruvalcaba:

"Miércoles 12 de octubre. Leo un excelente libro de cuentos: Adiós princesa de Rogelio Flores. Publicado por DESCRITURA ediciones, las narraciones de este joven estrujan al lector como si en lugar de estar leyendo palabras estuviese devorando vidrio molido. Sus textos parecen estar cortados con navajas de afeitar aún empapadas de sangre suicida. Y bien contadas, además. Se interna en túneles lóbregos y tumefactos, y de pronto suelta al lector y se pierde en la putrefacción, para regresar por él cuando el pobre ya está llorando el desamparo. Rogelio Flores es un escritor hecho en la brega de la intensidad. Y aún —eso dicen los que no saben vivir en el límite— le resta mucho."

Eusebio Ruvalcaba

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Un cuentito

NO HAPPY ENDING

Por Guillermo Vega Zaragoza

Después de colgar a su madre, que no dejaba de molestarlo con lo de “la leche se enfría”, se encerró en el baño para masturbarse con una revista de modas y luego se cortó las uñas de los pies porque ya las traía como gavilán pollero.

Al salir del departamento, tropezó en la escalera con un hombre que se desangraba por culpa de una cuchillada en el estómago. Se acordó que había olvidado los cigarrillos, pero ya no quiso regresar por ellos.

Llegó al trabajo y mientras subía en el elevador empezó un temblor. Quedó atrapado junto con tres mujeres. Una de ellas tenía tal convicción de que iba a morir sin haber amado que se arrodilló ante él, le abrió la bragueta y entonó un canto gregoriano utilizando su enjuto miembro como micrófono. Las otras dos mujeres la imitaron para luego besarse y acariciarse entre ellas. Después de cinco horas, el elevador volvió a funcionar. Llegó a su oficina, firmó unos documentos pendientes, respondió unos cuantos mensajes de correo electrónico y decidió ir a comer.

En la calle, tres granaderos macaneaban a una indígena que vendía naranjas. Dio un rodeo porque no quería pisar la sangre y se encontró con que su restaurante favorito estaba cerrado por violar el código de sanidad.

Se metió a un restaurante de comida rápida. Un comando de leprosos armados con metralletas perpetraba un asalto en ese momento, así que tuvo que esperar casi 20 minutos a que le tomaran la orden. Pidió una hamburguesa doble con queso (sin cebolla), unas papas fritas y una malteada de chocolate. Pagó 235 pesos. Un pinche robo.

Decidió no regresar a trabajar. En el camino encontró una sex shop en la que nunca había reparado antes. La dependienta, una rubia con enormes implantes de senos, se estaba abriendo el vientre con una espada samurai, así que juzgó inconveniente (y hasta grosero) interrumpirla para preguntarle por una película cuyo título no recordaba, pero donde una banda de putas guerrilleras tomaba por asalto un asilo de ancianos veteranos de guerra y los masacraban a punta de orgasmos e infartos al miocardio. Deambuló por los pasillos de la tienda y se llevó una película soft porno que aún no había visto y unas braguitas comestibles sabor cereza.

Llegó a casa, se quitó el saco y lo colgó con cuidado en el gancho detrás de la puerta. Se sentó en el sillón de la sala, donde yacía el cuerpo inerte de su padre. Lo hizo a un lado y sintió una molestia en la entrepierna. Se palpó y encontró un forúnculo de tamaño considerable. Lo exprimió y se limpió la mano en el papel tapiz.

Fue a la cocina y abrió el refrigerador. Sacó una botella de leche y la vació dentro de la caja de su cereal favorito, que siempre traía un juguete sorpresa. Se sentó en el sillón para ver las noticias. Encendió la televisión. El noticiero de la noche informaba que había estallado la última guerra mundial y que la nube radioactiva llegaría a la ciudad en unas cuantas horas.

Alguien tocó la puerta con insistencia. Decidió no abrir. Que la tiraran si así les apetecía. El juguete sorpresa no apareció por ninguna parte.

lunes, noviembre 06, 2006

LA VERDAD SOBRE OAXACA

"Hace una semana, Héctor Aguilar Camín aludía a la idea de un posible levantamiento general en el país —con incredulidad, porque está de moda creer que una revolución es ya imposible—, en los segundos finales de su programa de televisión (Zona Abierta) llamándola la idea de "un tsunami popular". ¿Esto es lo que podemos esperar de los intelectuales? Aguilar Camín es un tecnócrata de la crítica. Es un hombre inteligente. Pero sólo es eso. Ese día lo acompañaban los representantes del PRI, el PAN y el PRD en la cámara de diputados. Respectivamente, Emilio Gamboa —un probado pederasta—, un pobre diablo de derecha (que pedía dejar de hablar de utopías cada vez que aparecía la palabra justicia) y el rep del PRD, apodado "el güero". Los cuatros se reían. Parecían ya "cuates", compadritos. ¿Es eso lo que podemos esperar de los representantes de los partidos? Van dos preguntas que hago y para ambas la respuesta es sí. Esto es lo que la realidad muestra que es, lo que realmente ocurre. Anoche veía la televisión —trato de no verla, para leer o para escribir o para festejar— y TV Azteca pasó media hora de reportajes contra el movimiento de Oaxaca. Trataban de hacerle ver a la teleaudiencia que la gente de la APPO es mala, perversa, traidora a la patria, enemiga tuya. El colmo llegó cuando uno de los reportajes trataba de cómo los "Países del Primer Mundo" reprimen a los "grupos revoltosos"; el mensaje era mostrar que el gobierno mexicano, en realidad, es aún mejor que el Primer Mundo a la hora de tratar a sus oponentes. "Los de la APPO usan a los niños y las mujeres", "los policías son las víctimas", eran los mensajes, ¡no puede ser! Televisa, Telemundo, TV Azteca, todas las televisoras están apoyando la represión, la están pidiendo. Ese es el país en que vivimos. Tenemos tres presidentes —Fox, en funciones, Calderón, "presidente electo" y López Obrador, "presidente" virtual— y los tres presidentes son espurios. ¿Por qué las televisoras no cuestionan cuáles son las causas sociales y personales de estos movimientos, como el de Chiapas y el de Oaxaca? Es la pobreza económica y la pobreza espiritual de grandes cantidades del pueblo mexicano, una pobreza económica que alcanza al 60% —según cifras oficiales— y una pobreza espiritual que alcanza al 95% según cifras evidentes. No podemos ocultarlo: la mayoría de la clase media mental —es decir, la mayoría de la población total— está en contra del movimiento de Oaxaca. El otro día, una recepcionista me decía que ella quería que "le pusieran un alto" a los maestros de Oaxaca, porque "se quejan mucho, y ganan lo mismo que yo, y yo no me quejo", vaya argumento, ¿no? Otro día, conversaba con un maestro (¡universitario!) y le recordaba que la exigencia de que el gobernador priísta Ulises Ruiz salga es una exigencia justa, pues es un hombre que representa la peor corrupción mexicana y el catedrático replicaba "pero si a esas vamos, ¿cuál gobernador no tendríamos que sacar?" y, por ende, ¿hay que dejarlos a todos? ¿o qué? La premisa de la mayoría es que los mexicanos tenemos que soportarlo todo, que no hay manera de hacer nada. Vivimos en un país de reaccionarios. Hay que recordar, sin embargo, aunque sea un poco, cómo es una cultura antes de que ocurran revoluciones. La historia moderna nos ha dado unas pocas lecciones, y una de ellas es que las revoluciones, los levantamiento van precedidos de décadas como las nuestras. Décadas en que intelectuales, gobernadores, catedráticos, estudiantes, amas de casa, empresarios, periodistas, ni siquiera perciben que hay algo profundamente mal en el lugar en el que viven. Décadas en que la parte hegemónica —las elites que controlan los recursos y las mayorías que controlan las ideologías— exige que la parte descontenta —las minorías equívocas que protestan— sean calladas. Y luego esas minorías se vuelven cada vez más extremistas, al ser negadas; sus números crecen, se organizan furiosamente. Y, tarde o temprano, la violencia estalla. ¿Y para qué todo eso? ¿No es, acaso, evidente que si existe uno o 30 gobernadores corruptos hay que sacarlos del poder? De esto se trata Oaxaca. El gobernador es un corrupto. Pero los partidos y los gobiernos no permiten que lo saquen porque si lo sacan a él, podrían comenzar las exigencias de que salgan del poder los otros grandes corruptos. Y eso, la televisión, los padres de familia, los gobernadores, los presidentes municipales, los líderes sindicales, los maestros universitarios, los empresarios, no pueden permitirlo, porque si Ulises cae, todos nosotros podríamos caer, porque somos semejantes a él. Lo estamos protegiendo porque todos gobernamos nuestras familias, salones de clase, negocios, grupos de poder, como gobierna Ulises. ¿Es el mundo de la literatura distinto al de la política mexican? ¡No! ¡Es idéntico! (Mediocres gobernando). ¿Es distinto el mundo de tu trabajo? Apuesto que no, apuesto a que tú tienes el poder a base a tu corrupción ética, a tu mediocridad o apuesto que otros te gobiernan porque tú te dejas y, en el mejor de los casos, sólo te quejas (murmullando, agachando la cabeza). No podemos dejar, pues, que el gobierno caiga. Nos pondríamos en riesgo. Esa es la causa, consciente en unos —en las autoridades explícitas— e inconsciente en otras —las mayorías—, de que esté ocurriendo en México y en todo el mundo lo que está ocurriendo. La causa somos nosotros. Fox, López Obrador, Calderón, Bush, Saddam, Hank, Ulises Ruiz, nos representan. Ellos están en el poder porque representan nuestra manera de ser. No soy optimista, sencillamente digo lo que veo: sí hay alternativas. Sí podemos tumbarnos. Sí podríamos ser otros. Tú y yo vamos a caer."

(Tomado de http://hyepez.blogspot.com/)

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¿La estrategia del miedo?

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Digo, no es por echarles a perder su teatrito, señores “terroristas”, pero su dizque estrategia para sembrar el miedo, distraer la atención y justificar la represión, les está saliendo bastante pedera.

Digo, no vean tantas caricaturas del Correcaminos ni tantas películas hollywoodenses chafas. Para empezar, ¿a quién se le ocurre ponerle a una bomba un letrerote que dice “PELIGRO, BOMBA”?

Y luego, ¿cómo está eso de ponerle un reloj de pulsera de cuarzo como crónometro? ¡No manchen! Los relojes nomás los usan en las bombas de las películas para hacerla de emoción.

Por otra parte, ¿quiénes son los que tienen acceso a explosivos que sólo se consiguen de importación? Los narcos, la policía o el ejército. ¿A poco los guerrilleros mexicanos ya tienen para eso? Ahora resulta que cinco grupos “guerrilleros” de los que nadie había escuchado hablar nunca antes se “adjudican” los “atentados”.

Además, ¿cómo está eso de que las cámaras fallaron en el preciso momento en que pusieron las bombas y no hay registro de los culpables?

Un dato incontrovertible: los mercados financieros apenas se movieron. Si fueran de verdad, los inversionistas ya hubieran sacado su lana. Si pendejos no son.

Pero la maquinaria ya se echó andar y los pericos huastecos de la prensa, la radio y la televisión se están encargando de desinformar para tratar de sembrar el pánico entre las personas más impresionables.

Digo, un poquito más de respeto a la inteligencia, ¿no?

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