sábado, noviembre 25, 2006

Robert Altman

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Pues ni modo. Aunque alguno de los seis lectores de este remedo de blog le molesta que me ponga necrológico, la muerte de Robert Altman lo amerita.

Este gran director murió apenas el 20 de noviembre en plenitud de facultades. Se aprestaba a relaizar la promoción de su última película A prairie home companion.

Altman fue un artista excepcional que marcó su distancia en relación con las exigencias comerciales que Hollywood impone siempre a los directores. Hizo lo que quiso y eso le ganó el respeto de los actores, que casi se abofeteaban para aparecer en los multitudinarios repartos, aunque fuera en un papelito chiquito.

La primera película de Altman que vi fue The Player, una soberbia e inteligente crítica sobre la industria de Hollywood con Tim Robbins y esa reina que era Gretta Scacchi (¿qué habrá sido de ella?). Para los que no la han visto, no saben de lo que se pierden. Sin tapujos, Altman revela y se burla de los tejes y manejes de los estudios joligudenses, en una cinta donde sale casi todo mundo, hasta Julia Roberts y Bruce Willis.

Luego vi Short Cuts, basada en los cuentos de Raymond Carver, una visión ácida de la clase media y clase baja norteamericana, angelina para más señas. Luego vino Kansas City, su homenaje a la era del jazz, Charlie Parker, y una bandota de los mejores músicos de jazz de la actualidad tocando en vivo en el set mientras se filmaba la película. Luego vi Gosford Park, una película de época sobre la decadente aristocracia británica, y finalmente vi The Company, una especie de falso documental sobre la vida al interior de una compañía de ballet, proyecto que le llevó la bella Neve Campbell. No fue de sus mejores, pero vale la pena verla.

Yo admiro a los artistas que se niegan a sucumbir a las necedades de la industria y del mercado, y que logran aprovechar a ambos para la difusión de su obra, que para ellos es lo más importante. Esos son los artistas, para mí, que valen la pena. Es decir, aquellos que se ganan el respeto y no terminan sucumbiendo y negociando, dando las nachas pues, con el establishment, sino que se mantienen fieles a su arte y a sus ideas.

Una declaración, incluida en la nota necrológica de La Jornada, lo pinta de cuerpo entero: En una entrevista en la que se abordó su relación con Hollywood, Altman bromeó: "Realmente no tenemos nada el uno contra el otro. Ellos venden zapatos y yo hago guantes".

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