martes, octubre 24, 2006

Nosotros los rucos

Hoy la vida empieza a los cuarenta

por Elena Santibáñez

http://www.milenio.com/semanal/seccion.asp?id=23¬a=9875

Un estudio realizado por Marian Salzman —vicepresidenta de la firma publicitaria neoyorquina J. Walter Thompson (JWT)—, reveló que en la actualidad las personas de cuarenta actúan y hacen planes como si tuvieran diez años menos.

Hace años, en una fiesta multitudinaria en el mini departamento de mi primer matrimonio, una señora cuarentona —cuyo aspecto hacía pensar en la hermana de Kevin Arnold, pero ya muy lejos de los años maravillosos— estimulada por una rola sesentera y algunas bebidas refrescantes, subió en una silla, alzó su larga falda de algodón y nos mostró, además de su euforia, su celulitis y várices mientras se balanceaba al ritmo de “California Dreaming” repitiendo: “Estamos en la era de Acuario” y lanzando al aire imaginarias flores. La conclusión fue: “Esta ruca se quedó en el viaje”.

En la actualidad, la ñora no tendría celulitis ni problemas circulatorios —porque hoy día los doños y las doñas cuidan su salud y apariencia—, ni llamaría la atención en una fiesta de mozalbetes porque no sería la única. Los rucos de ahora no sólo se sienten jóvenes sino que actúan en consecuencia y, lejos de “quedarse en el viaje”, más bien asumen que “el camino aún es largo de recorrer y aún hay mucho por hacer”.

Joven a los cuarenta

La doctora en Estudios Sociales Norma Rondero López, coordinadora general académica de la UAM-Azcapotzalco, próxima a cumplir 40 años y luego de dedicarse los últimos 15 a la docencia y la investigación, aceptó la invitación del doctor Adrián de Garay, rector de la unidad, y hoy transita por los caminos de la organización institucional.

“Una de las cuestiones que más valoro de este puesto es el que me permite ampliar la visión que ya tenía de la universidad, producto de mi trabajo académico, del que no me he desligado por completo”, comenta Norma, quien cotidianamente tiene jornadas laborales de diez horas promedio y se da tiempo para escribir ponencias y artículos, enriquecer su proyecto de investigación personal, organizar su casa, desayunar y cenar con su marido, comentar con él su mutuo acontecer y hacer planes a futuro”.

—¿Has proyectado tener un hijo?

“Lo proyecté hace unos tres años, cuando estaba terminando la tesis de doctorado, y llevo este tiempo intentándolo, pero si en el corto plazo no me embarazo desecho la posibilidad. Un hijo puede ser parte importante de mi vida, pero no es mi vida”.

—¿Por qué no optaste por la maternidad siendo más joven?

“A partir de la modernidad —que abarca todo el siglo XX con sus procesos de desarrollo científico y tecnológico—, pero sobre todo en los últimos 25 años, la modificación en los roles de ama de casa, madre y esposa permiten que la mujer se incorpore más a la vida profesional y laboral. Este proceso marca una tendencia a postergar la maternidad.

“En mi caso, las condiciones en que se fue desarrollando mi vida profesional me llevaron a plantearme la maternidad hasta los 37 años, porque es el momento en que cabe también en mi vida de pareja. No pienso, además, que mi decisión sea tardía.

“Hoy por hoy la juventud es más relativa que nunca. Organismos internacionales hablan de la población joven hasta los 40, así que podemos congratularnos porque hasta hace 15 o 20 años, los jóvenes eran estadísticamente los de 30. Por otro lado, las sociedades más o menos estables y modernas han ganado años en su esperanza de vida, eso nos da una expectativa de vejez más lejana así como la posibilidad de planear muchísimas cosas”.

Más fácil a los treinta

“Disfruto las mañana porque convivo con mis hijos mientras nos arreglamos, desayunamos y los llevo a la escuela. Llego a mi trabajo a las 8:30, respondo correos electrónicos, doy seguimiento a los proyectos que están a mi cargo, elaboro boletines de prensa, programo visitas y voy desahogando día con día el calendario de actividades. Después llegó a casa y reviso tareas, dos o tres veces a la semana salgo con amigos a exposiciones o presentaciones de libros; los días que no salgo leo o me pongo a pintar”.

Así describe un día típico Isolde Arzt, gerente de la Fundación Cocacola, diseñadora gráfica con maestría en Administración y Finanzas Inmobiliarias, madre de dos hijos, ilustradora de libros infantiles, quien se siente satisfecha con sus logros personales y laborales y cuyo carácter la lleva a querer abarcar más: “Mi meta actual es estudiar portugués y hacer una maestría en Comunicación”.

A sus 40 años, lo único que lamenta es no haber realizado aún un sueño lejano: “Siempre tuve la inquietud de estudiar animación, quería hacer películas como las de Disney. Hoy estoy lejísimos de mi meta original, pero no lo descarto. No hay un límite de edad para soñar y para hacer las cosas que uno quiere, pero tampoco puedes perder el piso”.

—¿Qué es lo que ya no harías a los 40?

“Quemar las naves, empezar a ’picar piedra’, irme a otro país y partir de cero”.

—¿Tampoco empezarías a ’picar piedra’ en una relación de pareja?

“Cuando me divorcié hace diez años sí estuve dispuesta, pero vas cambiando tus intereses y le das prioridad a otras cosas, en mi caso fue a consolidar mi profesión y dar estabilidad a mis hijos. La verdad creo que es mucho más fácil relacionarte cuando tienes 20 o 30 años”.

Entre el vodka y el yogurt

“Mis hábitos no son ejemplares, pero me gusta caminar y de cuando en cuando voy a correr un poco. Trato de hacer una combinación balanceada entre el vodka y el yogurt, los dos cigarros de la noche con algunos ejercicios de respiración en la mañana, la cafeína y el té verde. Creo que el equilibrio entre estos y otros factores me ha ayudado a mantener la buena salud de siempre. No creo en el ejercicio extenuante ni en las dietas. Hasta ahora no tomo vitaminas con regularidad, pero como ajo cuando puedo”.

Laura Hernández es maestra de español en una prepa en San Diego, California, donde reside hace 12 años. Tiene una hija universitaria, un hijo que cursa la primaria, y otro pequeño de su actual pareja. “Tengo además cuatro perros, una tortuga gigante del desierto y otra pequeña de agua, siete peces, dos ranas, un geico y un gato negro. Los pliegues de la existencia son sutiles y se pueden apreciar por segundos cuando uno encuentra la conexión con un animal”.

—¿Estás satisfecha con tu vida actual?

“Lo estoy. Mi vida es un mosaico donde yo pongo el color y los matices. Peter es parte integral de mi mundo, mi gran amor. A los 39 sabía que ese hombre iba a llegar. De la forma menos esperada lo conocí a los 40. Parece como si hubiese tomado el camino largo para llegar adonde estoy. Siento que mi vida ha estado dividida en capítulos, que he vivido diferentes vidas en una sola. Haber vivido en 21 casas diferentes me da una perspectiva del cambio más amplia”.

—¿Qué planes tienes ahora?

“Tengo el reto de tener mi propio negocio conjuntando y multiplicando los talentos de varios artistas. Crear y ganarte la vida me parece un camino fantástico donde la variedad y el cambio serían permanentes. Quiero hacer videos, retratar la vida, las circunstancias cotidianas. Estoy dispuesta a reinventarme las veces que sea necesario”.

De 20 años más 20 de experiencia

Cuando Gabriel Castillo estudiaba sociología se imaginaba que a la edad que tiene ahora estaría en un centro de investigación buscando aplicaciones teóricas en la vida cotidiana. Hoy es consultor de medios y cuenta con una trayectoria como productor en televisión y radio. “Y aunque 20 años después no estoy en el Colegio de México o en el Instituto Gramsci en Italia, en esencia estoy cumpliendo con mi idea de la investigación aplicada”, afirma.

A los 40 sigue con la rutina de ejercicio que practica desde la adolescencia: “Solía transportarme en bicicleta hasta que un jefe en una chamba me lo prohibió porque le parecía ridículo que yo dejara mi bici en el estacionamiento junto a los autos de los otros, pero sigo nadando dos veces por semana”. Sus planes a mediano y largo plazo son: concluir su tesis y obtener el grado de maestro en Comunicación, estudiar gastronomía y artes marciales, y volver al trabajo periodístico de campo.

“Extraño mi actividad de reportero, que no coincide con la familia (mi esposa y mi hijo con quienes quiero estar ahora), porque te pasas tres días en la Sierra Tarahumara, luego amaneces en Oaxaca, dos días después estás en un coloquio en Puerto Rico, y así. Soy como un vehículo todo terreno, pero por ahora sólo ando en la ciudad y sí me hace falta empolvarme”.

—¿Cuándo regresas a la terracería?

“Más o menos dentro de diez años. Mi idea es, como siempre, hacer investigación de campo, documentales que tengan que ver con grupos de autogestión o participar en una fundación o en una ONG”.

—¿No estarás viejo para esos trotes?

“Yo me defino como un adolescente de 20 años con 20 de experiencia, porque sigo pensando como chavo y conservo las ganas de hacer. Hoy el promedio de vida es de 78 años en mujeres y de 70 en hombres, estamos a la mitad de nuestra vida y con una farmacia llena de suplementos y vitaminas que dan energía, potencia sexual, visión, fortaleza en los huesos y dientes, lucidez.
Tenemos 40 años por delante para amar, crear, soñar, transformar, para aportar algo a este país, para hacer algo por este mundo”.

—¿Somos una generación de cuarentones que no quieren dejar de ser jóvenes?

“Somos una generación de cuarentones que no tenemos por qué dejar de hacer lo que nos gusta y que podemos seguir haciendo, más pausado pero con intensidad.


Concretar el sueño guajiro
Estudió psicología, ejerció por años y hoy, a los 40, Arturo Pereztejada ha logrado hacer y vivir de lo que más le gusta: la música.

“A los 21 años terminé la carrera y no imaginaba que a esta edad haría lo que hago, tenía una visión muy cuadrada de mi vida. Pensaba entonces que la música iba a estar en mi vida pero en segundo plano, como un hobby. Hace diez años empecé a tomarlo con seriedad, a dedicarle más tiempo y hoy es mi actividad principal y requiere dedicación, constancia, compromiso”.

—¿Qué sigue?

“No lo tengo planeado, pero sé que seguiré haciendo lo que me dé la gana. No sé si voy a seguir haciendo discos, música para comerciales, para teatro o para lo que sea, pero sé que hoy tengo muchos elementos para concretar y continuar en este camino. En cuanto a mi vida personal puedo decir que me gustaría tener una pareja y formar una familia, pero el planteamiento tendría que ser especial porque hay algo en la estructura tradicional del matrimonio que ya no funciona. Y yo quiero una relación que funcione. Por el lado de la paternidad, me parecería muy fregón vivirla ahora, pero la idea a los veintitantos o a los treinta me hubiera hecho salir corriendo”.

La cruda realidad

En lo que a mí respecta, los 40 los asumo con una mezcla de entusiasmo —por emprender, enamorarme, escribir, viajar— y un desencanto realista que Juan Joaquín Peretejada expresa muy bien en su poema “Las mañanitas”, que escribió al cumplir 40:

“Estoy todos los vasos sucios/ de la fiesta de anoche/ Estoy todo lo ceniceramente/ posible/ colmado de colillas/ de pláticas cenizas/ de luz en polvo/ Estoy en cada una de las botellas vacías de ron/ Estoy hecho un tiradero/ de periódicos/ discos/ ropa aposcaguada/ frases, citas y notas/ en mi intento/ en mi ingenuo intento de consolar a la belleza/ ¿consolar a la belleza?/ no se puede consolar a la belleza/ Estoy cuarenta años más cerca de morir/ si la vida/ comienza ahora/ qué flojera recoger todo este desmadre”.

www.myspace.com/elenatroyana

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