miércoles, mayo 28, 2008

A 40 del 68

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Mi amiga la poeta y periodista Lauri García Dueñas me pregunta, como parte de un reportaje sobre los 40 años de los hechos de 1968:

1) Qué fue lo que, a mi juicio, cambió en el mundo ese año.
2) Si los jóvenes de ahora habrán perdido esos ideales, esas causas comunes.

Esto fue lo que respondí:

1)En 1968 se manifestó, con toda su fuerza, el encontronazo de dos visiones del mundo: la de los jóvenes y la de los intereses creados, representados por los mayores de 40 años. La juventud irrumpió incontenible en la vida pública desde los años 50, sobre todo en Estados Unidos. Los jóvenes creyeron que podían cambiar el mundo en forma pacífica, a través del “peace and love” (influidos por la experimentación psicodélica, la meditación trascendental, el rock, la poesía beat, etcétera).

Por primera vez en el mundo los jóvenes se dieron cuenta de que, si se reunían y organizaban, podían empujar el cambio social. A los que eran jóvenes a fines de los años 60 les debemos muchas de las libertades de las que ahora gozamos. El establishment simplemente tuvo que ceder ante la avalancha del cambio; sin embargo, no estaba dispuesto a ceder en lo principal: el poder.

Aunque no fue en 1968 sino un año después, es interesante recordar la experiencia del Festival de Woodstock. Hace poco volví a ver el documental sobre el festival y me enterneció ver a tantos jóvenes (cerca de medio millón creo que se llegó a juntar) gritándole al cielo para que no lloviera. Así de fuerte (e ingenua) era su convicción de que podían cambiar al mundo nada más con quererlo y con lanzar “buenas vibras”.

Es célebre el episodio de Pete Towshend, líder de The Who, bajando del escenario a guitarrazos a Abbie Hoffman, uno de los líderes del partido Yippie, que tomó el micrófono para protestar por el encarcelamiento de John Sinclair, líder del Partido de las Panteras Blancas. ¿Qué hubiera pasado si Hoffman no hubiera estado tan pasado de LSD y Townshend no lo baja a guitarrazos; si otros líderes más avezados hubieran utilizado el escenario para agitar a las masas y tratar de concientizarlas de la fuerza que estaban tomando? Hoffman después escribió sobre la “Nación de Woodstock”. En efecto, durante tres días se creó espontáneamente una nueva colectividad, que pudo convivir pacíficamente. ¿Qué hubiera pasado si deciden organizarse para algo más que escuchar música y meterse ácidos? Lo cierto es que el festival no tuvo mayores consecuencias políticas, pero sí culturales. Y la onda expansiva del 68, como un big bang ya lejanísimo en el tiempo, aún retumba ahora, porque..

2) es interesante señalar que los jóvenes del 68 fueron los cuarentones de los ochenta y son ahora los sesentones del siglo XXI. ¿Qué hicieron ellos con todos esos ideales, con toda esa “contracultura” que ahora ya es cultura dominante? Lograron avanzar pero también retroceder. Muchos se decepcionaron de todo y se fueron al otro extremo: al materialismo y al cinismo. Otros siguieron en la brega y tratan aún de componer las cosas. Los más, siguieron su vida, se cortaron el pelo, se bañaron, tuvieron hijos, a lo mejor siguen escuchando a Crosby, Stills and Nash y fuman mota los domingos, y no pueden pagar la hipoteca o están próximos a jubilarse y tener una pensión de hambre.

Los jóvenes de hoy son hijos de esos sesentaiocheros. Algunos nacimos en esos años, otros más tarde, pero de ahí proviene nuestra herencia cultural. Y sí, al parecer las utopías parecen estar canceladas. Hay demasiado cinismo, demasiada desconfianza, demasiado individualismo, demasiada falta de solidaridad y conciencia social. Porque el sistema aprendió la lección. Deja que los jóvenes se reúnan, pero los vigila y reprime si tratan de organizarse y concientizarse. Los enfrenta entre ellos (véase si no los recientes hechos alrededor de la moda “emo”) para mantenerlos divididos, ya que todos coinciden en lo básico: todos están y estarán más jodidos si no hacen algo por ellos mismos, si no toman en sus manos, primero, su destino, si no hacen primero una revolución interior, individual, para luego juntarse con otros como ellos para hacer la revolución social, menos idealista, más realista, pero igual o más generosa que antes, porque si algo debemos aprender del 68 es que las cosas pueden ser posibles, a pesar de todo.

O como decía esa vieja pinta del Mayo Francés: “Seamos razonables: pidamos lo imposible”.

Puede ver aquí el extraordinario suplemento fotográfico del diario La Jornada de hoy sobre el mayo de 68 en Francia.