martes, junio 21, 2011

Lamento del poeta con ganas

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Por Guillermo Vega Zaragoza


Qué ganas de pisar el puente de Brooklyn
y escribir desde ahí poemas inspirados
por el espíritu de poetas portentosos,
aturdidos por mi humilde presencia.

Qué ganas de decir:
“Paseo por el Puente de Londres
y pienso en los poetas que me han precedido
abriendo sus enormes poemas a mi entendimiento”.

Qué ganas de cruzar el Pont Neuf
y encontrarme a una bella pintora tuerta
y su amante clochard escupiendo fuego
desde las entrañas del celuloide.

Qué ganas de atravesar el Golden Gate
en la moto de Bob Dylan y aullar
que he visto a las mejores mentes
de mi generación consumidas por la locura.

Qué ganas de sentarme en un cafetín del Quartier Latin
y atisbar de reojo al sapo y al castor
y más allá encontrar al cronopio conversando
con el bigotón de las mariposas amarillas.

Qué ganas de ser un poeta laureado,
presumir de la vez en que el Premio Nobel
me estrechó la mano y con eso tácitamente
avaló lo que escribo y me sentí santificado.

Qué ganas de salir de este cuarto
donde se consumen mis horas
mientras allá afuera a otros les sucede
lo que dicen que se llama vida.