jueves, mayo 05, 2011

Entrevista con Carlos Carrera, Presidente de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas


El próximo sábado 7 de mayo es la 53 entrega del Ariel, el máximo galardón al que pueden aspirar quienes se dedican al cine en nuestro país. En el número 15 de Cine TOMA Revista Mexicana de Cine apareció una entrevista con el director Carlos Carrera, Presidente del Comité Coordinador de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, A.C. (AMACC), donde habla de los cambios en la selección y elección de los ganadores.

"La idea es hacer un sistema de elección más democrático"

Por Guillermo Vega Zaragoza


Siete veces ganador del Ariel de Plata, cinco de ellas como director —la más reciente en 2010 por Backyard, el traspatio—, el cineasta Carlos Carrera es el nuevo Presidente del Comité Coordinador de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, A.C. (AMACC), que otorga año con año el máximo galardón del cine nacional. Afirma que “la Academia no pertenece sólo a los miembros activos sino a toda la comunidad cinematográfica y también al público”, por lo que “todos deben participar en la búsqueda de nuevas maneras para difundir el cine mexicano”. Señala que la AMACC es democrática y que ahora será más incluyente, con la ampliación de la participación en el proceso de selección y premiación no sólo a aquellos que hayan ganado Arieles sino también a los que hayan sido nominados por lo menos en dos ocasiones. Además, para analizar las cintas, se agruparán por especialidades.

Carrera llega a la presidencia de la AMACC, luego de que terminara el periodo de Pedro Armendáriz al frente de la institución en septiembre de 2010. La Academia enfrentó en 2009 una acalorada polémica, cuando en la 51 ceremonia de premiación de los Arieles, el actor Daniel Jiménez Cacho leyó una carta presuntamente firmada por miembros de la “comunidad cinematográfica” donde le pedía a Armendáriz “refundar la Academia, acorde a los nuevos tiempos” y “revisar los mecanismos de selección de nominaciones”.

Fundada en 1946, en el momento cumbre del auge del cine mexicano —en ese año se filmaron 85 películas—, la Academia agrupaba a los diversos gremios de la comunidad cinematográfica nacional, hasta que en 1998 fue reestructurada y pasó a estar integrada por creadores cinematográficos. En entrevista, Carrera explica cuáles serán las novedades que integrará en su gestión al funcionamiento de la AMACC.

—En 1998, cuando se reformó la Academia, se hizo una consulta, salieron algunos nombres y desde entonces nos invitaron a participar. Empezó, bien, sólida, con apoyo del CONACULTA en esa época. La AMACC siempre ha tenido proyectos diversos, los más visibles son las nominaciones al Ariel, que es el premio de mayor trayectoria histórica y uno de los más rigurosos. Hay otros proyectos que, si bien se han realizado a lo largo de la existencia de la Academia, no han tenido la difusión suficiente, como ciclos de conferencias, colaboración con la UNAM, hasta el de una publicación, que por motivos presupuestales no se ha realizado. Además de dar los premios Ariel y ser la institución que funciona como puente para los premios en España y Estados Unidos, la idea es convocar a proyectos de más largo plazo, por ejemplo, hacer un programa de radio y eventualmente buscar otra sede, que tenga un centro de atención al público y una sala de proyecciones abierta al público en general.

—El tema de los Arieles es uno de los más polémicos…

—En relación con los premios, la idea es hacer un sistema de elección más democrático, si se quiere, pero conservando el rigor que ha caracterizado la elección de los premiados. Si bien la Academia antes era un grupo reducido que decidía ternas y premios, y después se abrió a que votaran todos los miembros que habían obtenido un Ariel, siempre ha habido esa sospecha de que los reconocimientos se deciden de manera muy cerrada. Lo que sí me consta es que la elección es muy rigurosa; todos los miembros que participaban en el proceso veían todas las películas, se hacia un estudio muy serio de las bondades de las películas, con la actitud de rescatar lo bueno y no tanto regodearse en los defectos. Eso me consta, pero no ha parecido ser suficiente para la comunidad, y siempre ha habido polémica. Los que ganan están contentos y los que no ganan están enojados, pero así son todas las premiaciones. Por eso, ahora la idea es incluir a más miembros de la comunidad para que también puedan ser parte del comité de premiación, además de los que han ganado un Ariel, que estén también los que han sido nominados por lo menos en dos ocasiones y que por razones diversas no lo han obtenido, pero que por su trayectoria y su conocimiento tienen la capacidad para participar en el análisis para decidir los premios. También, a partir de este año, el proceso de selección funcionará por especialidades, como sucede en otras academias del mundo; en el caso de los Arieles ya está organizado para ser así, pero para el Oscar y el Goya se seguirá haciendo por votación directa de todos los miembros del comité de premiación.

—Eso es un avance importante, porque se ha cuestionado que la selección y las premiaciones no han sido lo suficientemente plurales e “incluyentes”…

—La selección ha sido tan incluyente que se toman en cuenta todas películas que tienen una distribución muy pequeña y se les reconoce por su calidad, y no pesa cuál tiene más publicidad o más méritos de producción. Compiten al parejo películas con producción muy grande con películas independientes hechas de manera muy marginal. También se ha criticado que se califica como mejor película, por igual, a un documental y a una de ficción. En mi opinión, no hay un género mejor que otro, o menos importante que otro, y en esta época se están disolviendo las clasificaciones tan cuadradas.

—Muchos creen que los Arieles se eligen como los Oscares, pero en realidad pocos saben cómo se hace. ¿Cómo es el proceso de selección en la Academia?

—Se vota por las películas que se inscriben, que no necesariamente son todas las películas que se estrenan comercialmente, lo cual estaría bien, pero por los estatutos sólo se analizan las que se inscriben. En varias ocasiones, algunas películas importantes en su momento, por ejemplo, Y tú mamá también, no se han inscrito, algunas en señal de protesta o algo así. Este año hay bastante participación, ya están en Internet las películas que se han inscrito. Es un trabajal, aunque algunos dicen que no hacemos nada. Somos 36 activos y pueden votar alrededor de 600 que han obtenido Arieles.

—Pero también se dice que votan muy pocos…

—A veces la participación es muy pequeña, por motivos de trabajo o lo que sea. Esperamos que este año sea mayor. La comunidad ha mostrado interés de participar en el proceso y ahora estamos abriendo la posibilidad de hacerlo de manera seria y rigurosa. En los premios siempre hay un ingrediente de subjetividad y es muy difícil ser totalmente justo cuando, una vez que se han cumplido ciertos criterios de calidad, se está premiando algo que depende de gustos personales.

—¿Cómo es el proceso de votación?

—Se hacen funciones de exhibición para que los miembros de la Academia vean las películas y se ponen a circular paquetes de DVD para los que no pueden asistir. Hemos insistido que es responsabilidad de los académicos ir viendo lo que se estrena de cine mexicano a lo largo del año. Desde el año pasado se puede votar por Internet, cuando antes se tenía que ir a emitir el voto a la sede de la Academia. Subió un poco la participación, pero no tanto como debería ser.

—¿Qué otros proyectos piensas impulsar?

—Tenemos problemas de presupuesto, pero estamos buscando la manera de hacer más cosas. Es importante dejar claro que la Academia no pertenece sólo a los miembros activos sino a toda la comunidad cinematográfica y también al público. Por eso hay que buscar nuevas maneras para difundir el cine mexicano. Haremos un anuario de las películas que participen en las premiaciones de la Academia, porque no tenemos la capacidad de abarcar todo lo que se estrena. También sistematizaremos nuestro archivo y pondremos a disposición del público nuestra videoteca en cuanto podamos, porque nuestras instalaciones actuales no se prestan mucho para eso. A diferencia de otras academias, como las de EU y España, la nuestra es una Academia muy joven, y al mismo tiempo que necesita ser independiente, necesita los recursos de las instituciones culturales. En España, el Ministerio de Cultura mantiene a la Academia de Cine, aquí en México cada año dependemos de la voluntad de las autoridades del CONACULTA para otorgarnos recursos. Estamos buscando reestructurar el patronato para no depender de los dineros gubernamentales, pero ahorita está como en animación suspendida.

—¿Cómo ves la situación del cine en España, con lo de la Ley Sinde, que persigue que la gente baje las películas de Internet, y que llevó a que renunciara Alex de la Iglesia, presidente de la Academia Española de Cine?

—Es muy difícil controlar eso, por una cuestión práctica. Creo que pasados ciertos modos de distribución, las películas ya deberían pasar a ser de dominio público, pero sí es necesario algún tipo de regulación, aunque no sé cómo se pueda implementar. En Estados Unidos, cuando firmas un contrato, te ponen que incluye cine, televisión y todos los medios habidos y por haber en el mundo, en la eternidad y en el universo (risas). Habría que considerar en los documentos legales todo el fenómeno audiovisual. Aquí estamos en pañales en los asuntos de nuevas tecnologías. En nuestra legislación es necesario ponernos al día para proteger los derechos de autor.