martes, agosto 31, 2010

Te hablo del poeta

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"Temenos #8: The Poet" Oil, Acrylic on Canvas (46 in x 66 in)
(Collection of Jason Hughes)

Por Guillermo Vega Zaragoza

Uno puede escribir

alegremente que se va a suicidar.

Georges Perros

Voy a hablarte de un hombre

pero no de ése que escribe

con caligrafía palmer

y sueña a ser montaña

para tratar de conquistarte.

Te hablo de alguien

al que no le basta soñar

con ser montaña.

Él es la montaña.


Te hablo del poeta,

un ladrón, un forajido,

que sin vergüenza hurga en tus secretos.

Te hablo del poeta

que no renuncia a tu cuerpo,

al que le tiemblan las manos

cuando traza la agonía de tu perfil,

que muerde y ya no suelta

cuando lo tientas,

que se arrastra para lanzarse

desde el precipicio de tus senos,

el que más que tu esencia

desea la fragancia de tu centro,

que te sostiene la mirada

y puede morir bajo el peso de tus párpados,

el que blasfema y maldice

y al final se quedará siempre solo,

el que traicionaría a Dios

para descifrar el misterio rosado

al final de tu espalda.


El que recuerda todo

porque lo sabe todo.

El que no dibuja con luz

pues él es la luz.

El que no cree en señales

ni cambia tu nombre en la primera cita,

el que te conoce desde el principio

porque él ya era antes de ti.

El que hurta

y arranca vidas sin remordimientos,

el que habita en la soledad de tu cuaderno.


Te hablo del poeta,

el hombre con hambre de nombre,

el ser más desgraciado,

que medra, se arrastra,

traiciona y se agazapa.

El que no tiene amigos

ni te tiene a ti.

el que sólo tiene palabras

para sobrevivir,

aunque las palabras no sirvan de nada.


(De Preñar el silencio, Editorial NarrArte, 2001)

sábado, agosto 28, 2010

Nunca olvidar esto

Tres cosas a tomar en cuenta, siempre, mis estimados socios:

1) Nunca hay que subestimar el poder de las palabras.

2) Se puede negar la realidad, pero nunca la verdad de la poesía.

3) "La verdad nunca es triste. Lo que no tiene es remedio": Joan Manuel Serrat.

viernes, agosto 27, 2010

Hay mujeres

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Por Guillermo Vega Zaragoza


Hay mujeres
que llegan tarde
que piden disculpas
que te invitan un café a las doce
que venden libros
que te cuentan su vida a la hora de la comida
que se divorciaron
que se casaron con el hombre perfecto
que enviudaron
que tienen hijos preciosos
que son dispersas y despistadas
y se enamoran de poetas

Hay mujeres
que te encuentras en la calle por casualidad
que te invitan a cenar a su casa
que se dejan masajear en la madrugada
que reciben llamadas de amor a deshoras
que se invitan solas a comer
que se van a la mitad de las fiestas
con todo y su cabello ensortijado
por las que mandarías todo al diablo
con las que quisieras compartir la vida
de las que te enamoras sin remedio

Hay mujeres
que no quieren regresar a su casa
que te piden asilo en tu cuarto de hotel
que te miran tiernamente
que tienen retortijones inoportunos
que sonríen hermosamente
que se dejan besar por hombres solos
que se fotografían contigo
y salen enamoradas de ti en esas fotos
que pasan la noche contigo
que se arrepienten de lo que acaban de hacer
que te abandonan antes del amanecer
que te piden que las olvides
y regresan y te vuelven a besar
que te despiden en la terminal de autobuses
que te piden de nuevo que las olvides
y a las dos horas ya te están volviendo a llamar

Hay mujeres
a las que les hablas a diario
por las que no puedes dormir
que se ven preciosas en la tele
que les encanta lo que escribes
que te presumen con sus amigas
que se la pasan pensando en ti
y se enamoran perdidamente
que te invitan a que las veas trabajar
de las que todos están enamorados
que te llevan a comer con sus papás
que les compran pinturas a los principitos
que tienen bellas princesas como hijas
que regresan con otro que se llama igual que tú
por las que viajas diez horas para verlas
que te llevan a moteles pero no dejan que las beses
que tienen miedo de enamorarse
de enloquecer un poco
de perder su estabilidad
de no cumplir a la perfección su papel de madre
que prefieren tener a su lado un ujier
que a un hombre de verdad

Hay mujeres
a las que les escribes poemas en la madrugada
a las que quieres ver todos los días
por las que dejas botado el trabajo
que te llevan a dormir a sus casas
que te arropan y te cuentan cuentos
que te regalan chocolates
que se duermen mientras manejan en la carretera
a las que les recitas poemas de Sabines
que tienen secretos que sólo te cuentan a ti
que te dejan a mitad de la calle
que te envían mensajes a la misma hora
en que tú se los mandas a ellas
que se pierden al manejar en la ciudad
que no te responden el teléfono

Hay mujeres
que te visitan muy temprano los domingos
y te abandonan muy temprano los domingos
que te dejan su aroma entre los dedos
a las que les escribes cartas de despedida
que responden de inmediato
porque siempre quieren tener la última palabra
que te abandonan como un juguete roto en el parque
y las vas a desear toda la vida

Yo las he conocido a todas y todas tienen el mismo nombre

lunes, agosto 23, 2010

¿Quieren que la gente no se drogue? Hagan la realidad un poco más decente, dijo Huxley

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"La causa de la ebriedad y de la adicción a las drogas se encuentra en la insatisfacción general con la realidad. Con más o menos frecuencia, y mayor o menor intensidad, hombres y mujeres se disgustan con el mundo en el que viven y con la personalidad que les brindaron la naturaleza y la crianza (...) El único modo racional de abordar el problema de la droga y la bebida es, en primer lugar, hacer de la realidad algo tan decente que los seres humanos no estén constantemente deseando escapar de ella, y, en segundo término, cuando sea que sientan la imperiosa necesidad de tomarse unas vacaciones, proveerlos de un método fisiológicamente inofensivo de escape".

Aldous Huxley, Si mi biblioteca ardiera esta noche.

El olvido no es que algo se borre en la memoria

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UNA NOCHE

por Darío Jaramillo Agudelo

El día no es la luz,
es tiniebla trasparente que se viste de negro con las horas,
para que las voces del insomnio
traspasen el silencio de la noche
y el quiste del desamor se convierta en un llanto de palabras quebradas, en un clamor del aire.
El olvido es amor que se convierte en nada interminable de obsesiones,
en lento deshacerse;
al final del amor está el olvido y el olvido demora madurándose
y las voces que a veces se escuchan a la madrugada, antes de la primera luz,
son eco del silencio angustiado de los seres que olvidan, de los seres que
amaron y llevan semanas y meses olvidando.
El olvido no es que algo se borre en la memoria,
el olvido te ocupa todo el tiempo, a la hora del trabajo o del aseo, cuando comes o rezas no te olvidas de olvidar.
Entretanto en la noche, cuando el silencio es la materia más consistente de lo oscuro,
se cuelan voces sin dueño, las voces silenciosas de aquellos que agonizan
olvidando:
—Voy birlando tus apariciones, eludo los instantes en que sólo a ti te deseo,
le hago el quite a tu asuencia,
eres la mía nunca más,
nadie repite, no hay regresos, lo sabemos, pero no descanso de olvidarte,
me gasto cada noche entera contigo, olvidándote. Tú bien lejos y yo aquí contigo
olvidándote,
olvidándote.
—La palabra mata
y yo te voy desollando con cada sílaba.
Dardo mi verbo, arma mortal.
Lunas en agonía hacen explosión en esta memoria de guerra.
Cuando el amor acaba todo recuerdo tortura, olvidando se convierten en espinas las dichas del pasado:
saber que me amaste es aprender que tu amor envenena;
para degradarme hoy, te amé entonces.
Estoy en guerra con lo que tengo de ti, un fantasma que se apodera de mis noches,
la rabia de saber que no es el tuyo, cuando abrazo otro cuerpo.
Tengo que purificarme de ti, suicidarme de ti, mudar la piel que tú acariciaste.
Tengo que matarte en mí para no ser sólo un pedazo de pasado.
—Cómo te voy desamando, qué largo y monótono ejercicio ya no amarte
y pensar en ti todo el tiempo,
qué tortura sutil sentir que mi lujuria está en abrazar un cuerpo que ya no abrazaré,
¿cuándo un tiempo sin ti y conmigo, vuelto a mí, recuperado de la droga de tu aliento?
Te expulso de mí, te exorcizo, te llamo a cada segundo para que salgas de mi alma, para que tu fantasma no me anule.
Ah, nuestros momentos de dicha quedan demasiado lejos y ya no me justifican los insomnios de este olvido minucioso.
Se me va un día entero olvidando cada minuto de nosotros.
Se me va toda la rabia cuando me doy cuenta, lacerado, de que ni siquiera
pude herirte.

(De Poemas de Esteban, incluido en Libros de Poemas, FCE, 2003).

domingo, agosto 22, 2010

No queda de otra.

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John Cheever en 1979, en su casa de Ossining, N.Y. Foto de Paul Hosefros.

"Escribir sobre las cosas más cercanas a nuestro dolor, a nuestra felicidad. Escribir sobre los necios sufrimientos de la angustia, la renovación de nuestras fuerzas cuando aquéllos pasan, escribir sobre la penosa búsqueda del yo, amenazado por un extraño en correos, un rostro apenas entrevisto en la ventanilla de un tren, escribir sobre los continentes y las poblaciones de nuestros sueños, sobre el amor y la muerte, el bien y el mal, el fin del mundo".

John Cheever, Diarios.
Tomado de Ítaca.

domingo, agosto 15, 2010

Ya déjense de mamadas con eso de las becas, dijo Faulkner

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"El escritor no necesita libertad económica. Todo lo que necesita es un lápiz y un poco de papel. Que yo sepa nunca se ha escrito nada bueno como consecuencia de aceptar dinero regalado. El buen escritor nunca recurre a una fundación. Está demasiado ocupado escribiendo algo. Si no es bueno de veras, se engaña diciéndose que carece de tiempo o de libertad económica. El buen arte puede ser producido por ladrones, contrabandistas de licores o cuatreros. La gente teme descubrir exactamente cuántas penurias y pobreza es capaz de soportar. Y a todos les asusta descubrir cuán duros pueden ser. Nada puede destruir al buen escritor. Lo único que puede alterar al buen escritor es la muerte. Los que son buenos no se preocupan por tener éxito o por hacerse ricos".

William Faulkner, El oficio de escritor (citado por José Luis Martínez en Milenio Semanal)

¿Así que quieres ser escritor?

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por Charles Bukowski


si no te sale ardiendo de las entrañas,
a pesar de todo,
no lo hagas.
a no ser que salga espontáneamente de tu
corazón y de tu mente y de tu boca
y de tus tripas,
no lo hagas.
si tienes que sentarte durante horas
con la mirada fija en la pantalla del ordenador
o clavado en tu
máquina de escribir
buscando las palabras,
no lo hagas.
si lo haces por dinero o
fama,
no lo hagas.
si lo haces porque quieres
mujeres en tu cama,
no lo hagas.
si tienes que sentarte y
reescribirlo una y otra vez,
no lo hagas.
si te cansa sólo pensar en hacerlo,
no lo hagas.
si estás intentando escribir como cualquier
otro,
olvídalo.

si tienes que esperar a que salga rugiendo de
ti,
espera pacientemente.
si nunca sale rugiendo de ti,
haz otra cosa.

si primero tienes que leerlo a tu esposa
o a tu novia o a tu novio
o a tus padres o a cualquiera,
no estás preparado.

no seas como tantos escritores,
no seas como tantos miles de
personas que se llaman a sí mismos escritores,
no seas soso y aburrido y
pretencioso, no te consumas en tu
amor propio.
las bibliotecas del mundo
bostezan hasta
dormirse
con esa gente.
no seas uno de ellos.
no lo hagas.
a no ser que salga de tu
alma como un cohete,
a no ser que quedarte quieto pudiera
llevarte a la locura, al
suicidio o al asesinato,
no lo hagas.
a no ser que el sol dentro de ti
esté quemando tus tripas,
no lo hagas.

cuando sea verdaderamente el momento,
y si has sido elegido,
sucederá por sí
solo y seguirá sucediendo
hasta que mueras o hasta que muera en ti.

no hay otro camino.

y nunca lo hubo.

jueves, agosto 12, 2010

Si se ha de escribir correctamente poesía

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por Enrique Lihn


Si se ha de escribir correctamente poesía
no basta con sentirse desfallecer en el jardín
bajo el peso concertado del alma o lo que fuere
y del célebre crepúsculo o lo que fuere.
El corazón es pobre de vocabulario.
Su laberinto: un juego para atrasados mentales
en que da risa verlo moverse como un buey
un lector integral de novelas por entrega.
Desde el momento en que coge el violín
ni siquiera el Vals triste de Sibelius
permanece en la sala que se llena de tango.

Salvo las honrosas excepciones las poetisas uruguayas
todavía confunden la poesía con el baile
en una mórbida quinta de recreo,
o la confunden con el sexo o la confunden con la muerte.

Si se ha de escribir correctamente poesía
en cualquier caso hay que tomarlo con calma.
Lo primero de todo: sentarse y madurar.
El odio prematuro a la literatura
puede ser de utilidad para no pasar en el ejército
por maricón, pero el mismo Rimbaud
que probó que la odiaba fue un ratón de biblioteca,
y esa náusea gloriosa le vino de roerla.

Se juega al ajedrez
con las palabras hasta para aullar.
Equilibrio inestable de la tinta y la sangre
que debes mantener de un verso a otro
so pena de romperte los papeles del alma.
Muerte, locura y sueño son otras tantas piezas
de marfil y de cuerno o lo que fuere;
lo importante es moverlas en el jardín a cuadros
de manera que el peón que baila con la reina
no le perdone el menor paso en falso.

Quienes insisten en llamar a las cosas por sus nombres
como si fueran claras y sencillas
las llenan simplemente de nuevos ornamentos.
No las expresan, giran en torno al diccionario,
inutilizan más y más el lenguaje,
las llaman por sus nombres y ellas responden por sus nombres
pero se nos desnudan en los parajes oscuros.
Discursos, oraciones, juegos de sobremesa,
todas estas cositas por las que vamos tirando.

Si se ha de escribir correctamente poesía
no estaría de más bajar un poco el tono
sin adoptar por ello un silencio monolítico
ni decidirse por la murmuración.
Es un pez o algo así lo que esperamos pescar,
algo de vida, rápido, que se confunde con la sombra
y no la sombra misma ni el Leviatán entero.
Es algo que merezca recordarse
por alguna razón parecida a la nada
pero que no es la nada ni el Leviatán entero,
ni exactamente un zapato ni una dentadura postiza.

lunes, agosto 09, 2010

Inception o el mundo de los sueños predecibles



A casi todo el mundo le ha parecido genial la película Inception, de Christopher Nolan, estelarizada por Leonardo Di Caprio. Todas las personas que la han visto con las que he platicado se han pasado horas hablando de ella, de lo deslumbrante de sus efectos especiales y de lo intrincado y subyugante de su trama. A mí la verdad me decepcionó un poco.

Bueno, en realidad, no esperaba nada de ella, más que una muy buena película, como a las que Nolan ya nos tiene acostumbrados desde Memento. De hecho, Nolan es uno de los mejores realizadores de la actualidad, con excelentes ideas e impecable realización. Eso, Inception lo cumple con creces, a pesar de los hoyos y situaciones inverosímiles de la historia.

Lo que me decepcionó un poco es el planteamiento tan esquemático que hace acerca del mundo de los sueños y del inconciente. Para ajustarlo a las artificiales premisas de la trama (que son interesantes, sin duda, y plantean un reto intelectual para el espectador), Nolan nos presenta un mundo onírico terriblemente plano y predecible, al grado de que uno se pone a pensar si los sueños de los demás (e incluso los propios) serán tan aburridos como los de los ricos a quienes el equipo comandado por DiCaprio tratan de robarles o “plantarles” ideas.

En efecto, en su afán de dar un poco de orden al asunto, la idea de los tres planos oníricos y su interrelación temporal, resulta muy adecuada para apuntalar el suspenso de la trama, pero a cambio de ello nos escamotea muchas otras cosas. Por ejemplo, ni rastro de las pulsiones sexuales, los miedos, los traumas, las “condensaciones” simbólicas (como les llaman los psicoanalistas), propias del lenguaje del inconciente.

Al parecer, para Nolan, todos los hallazgos de la teoría del psiconanálisis no tienen ninguna validez. El inconciente está estructurado como el lenguaje —Lacan dixit— cuyo significado, sin embargo, se le esconde al individuo, por lo que debe ser interpretado por él con ayuda del terapeuta para encontrar la causa del síntoma que lo aqueja. Resulta de risa loca, por ejemplo, que las ideas que quiere robar DiCaprio las encuentre en un sobre en una caja fuerte y con el sello de "confidencial", y que además las lea como de rayo, las memorice y las recuerde al despertar del sueño. ¿Así o más obviedad? Y aún así, con estas obviedades, la trama se les escapa a muchos espectadores, quienes deciden que no entienden nada y abandonan la sala por lo "complicado" de la cinta.

Con muchos menos recursos y efectos especiales, en Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, Michel Gondry y Charlie Kaufman lograron transmitirnos esa sensación de caótica extrañeza y familiaridad dislocada que se nos presenta en los sueños. Es más, incluso el mundo de Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll retomado por Tim Burton se nos revela aún más onírico e imaginativo que el de esta película.

Otro aspecto que parece escamotear Nolan es el desarrollo de los personajes y el involucramiento del inconciente de los personajes en el “sueño común” de las víctimas. ¿No se supondría que el inconciente de los delincuentes también tuviera injerencia en el sueño que están interviniendo y aparecieran sus pulsiones, represiones y miedos? Simplemente resulta inverosímil que todos tengan tal control de su inconciente como para hacer lo que quieran durante el sueño en que se entrometen. Se entiende que lo tenga DiCaprio, que es una especie de James Bond del inconciente, pero, por ejemplo, Ariadne (intepretada por Ellen Paige) es la más inexperta y tiene un evidente interés romántico o sexual por el personaje de DiCaprio: ¿no tendría que manifestarse esto de alguna manera en el sueño, más allá de seguirlo y fisgonear en su inconciente?

Es decir, el mundo de los sueños que nos muestra Nolan parece tan estructurado y tan árido, pero al mismo tiempo tan visualmente apantallante, que parece olvidar que el inconciente es el espacio de la imaginación por excelencia (ya nos lo habían dicho los surrealistas) y que puede ser —de hecho lo es, afortunadamente— más rico, complejo y enigmático que edificios que se derrumban, calles puestas de cabeza, playas paradisiacas, saboteadoras esposas muertas y querubines sin rostro.

domingo, agosto 08, 2010

Cuento de este tundeteclas en La Prensa de San Antonio, Texas


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En el suplemento The Entertainer de La Prensa de San Antonio, Texas, se publica el día de hoy el cuento "La Primera Navidad" de este tundeteclas.

Se pueden bajar completo el suplemento en PDF desde la página del periódico aquí.

Gracias al maestro Eduardo Jiménez Mayo por hacerlo posible.

miércoles, agosto 04, 2010

EL MURO ES LA DISTRIBUCIÓN Y LA EXHIBICIÓN

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FRANCISCO VARGAS Y LA EXPERIENCIA DE DIFUSIÓN CON MULTIMEDIOS ALTERNATIVOS

EL MURO ES LA DISTRIBUCIÓN Y LA EXHIBICIÓN

Era una película en blanco y negro, sobre la guerra sucia en la sierra de Guerrero, que había triunfado en festivales. Por lo tanto, ninguna distribuidora quiso apostar por El Violín. Entonces el propio director decidió montar una distribuidora y logró mantenerse 16 semanas en cartelera.

Por Guillermo Vega Zaragoza

Aparecido en CINE TOMA Revista Mexicana de Cine, número 11, julio-agosto 2010

El cineasta Francisco Vargas, director de El Violín (México, 2005), pone el dedo en la llaga y afirma tajante: “El principal problema de la industria del cine en México es la distribución”. Se trata de un muro casi infranqueable con el que se topa todo aquel que logra realizar una película. Por ello, dice, es urgente abrir una puerta en ese muro para que pueda pasar el cine mexicano. Y el primer paso es legislar al respecto y obligar a los distribuidores y exhibidores a que proporcionen condiciones benéficas a las películas que se hacen en nuestro país.

En su oficina en los Estudios Churubusco, el cineasta se encuentra rodeado de fotos y carteles alusivos a su cinta que ha obtenido 26 premios en festivales tales como los de Cannes, Cartagena, Ghent, Huelva, Lima, San Sebastián, Sao Paulo y Salónica, además de ganar tres Arieles en 2007, por lo que se anuncia como la “película mexicana más premiada de todos los tiempos”.

En una charla larga y apasionante en la que Vargas explicó la forma en que logró sortear todos los obstáculos para que el público viera y apreciara una película que muchos consideraban, primero infilmable, y después inexhibible, porque parecía que había sido concebida para llevar la contra a lo que se considera “comercial” en el cine mexicano. Como acepta él mismo: “A veces me decían que si de veras quería hacer la película, porque hacía todo de una manera diferente, a contracorriente”.

¿Cómo fue tu experiencia al buscar una distribuidora para El Violín?

—La parte más complicada fue distribuir El Violín en México, y decir eso en el caso de esta película es demasiado, porque tuvo muchos problemas desde su producción: poca gente confiaba en ella, filmada en blanco y negro, con actores muy buenos pero poco conocidos, un tema complicado, nos tardamos seis años en hacerla. La estrenamos en Cannes y obtuvo muchísimos premios, pero eso no fue suficiente para generar interés para sacarla aquí. Se las llevé a las distribuidoras en México y los ofrecimientos fueron francamente indignantes, por ejemplo en cuanto a mínimos de garantía y anticipos de distribución, parecía que nosotros íbamos a tener que pagar para que la distribuyeran. Incluso hubo alguien que me ofreció salir a cartelera con una copia. Cuando vimos esta situación, decidimos convertirnos en distribuidora y nos asociamos con Canana Films.

Luego de que crees que lo más difícil es hacer la película, sobre todo cuando es tu primera película, te lanzas a la mar, como un loco aventurero, y sientes que vas a la deriva, en la incertidumbre absoluta, y cuando la acabas sientes que vas a llegar a buen puerto, y gritas “¡Tierra a la vista!”, pero te das cuenta de que no es ningún puerto, que es un espejismo, porque te encuentras con un muro gigantesco que tienes que saltar con tu película en la espalda, como el Pípila. El muro es la distribución y la exhibición.

¿Y cómo le hiciste para saltar el muro?

—Lo lamentable es que el muro no se puede saltar. Mientras no se legisle y no cambien las condiciones, no va a cambiar. No es un asunto de buenas intenciones ni de declaraciones, sino de cambios estructurales, porque las condiciones del sistema de distribución y exhibición no han cambiado. No hay que saltar el muro, ¡hay que abrirle una puta puerta al muro! No se trata de ponerle una bomba, no es un asunto de valientes ni de heroísmo, porque así no vamos a llegar muy lejos, sino de obligar a los distribuidores a que abran una puerta por donde pueda pasar el cine mexicano. En efecto, hay problemas de recursos y de producción, de miles de cosas, pero el principal obstáculo para que el cine mexicano llegue al público es la distribución. ¿Para qué queremos hacer miles de películas si nadie las va poder ver en el cine y nos vamos a tener que conformar con enseñárselas a nuestros cheleroamigos?

¿Cómo llegar a un acuerdo si los intereses de los distribuidores van por un lado y los de los cineastas mexicanos por otro?

—Ese es el principal problema, porque el cine es visto como una mercancía. Nadie ha dicho que queremos que el cine no sea negocio. No se puede convencer sólo con buenas intenciones, porque los intereses del capital globalizado no respeta fronteras ni ideologías. Todos sabemos cuáles son las cosas que están mal, que hay que cambiar el sistema de distribución y exhibición, pero sólo nos estamos quedando en el discurso, que por cierto ya se está desgastando. Hay que empujar para que se muevan las cosas. Se empieza con legislar al respecto, emular lo que han hecho otros países, y obligar a los distribuidores para que las cosas cambien. El problema también es que, desde el Estado mismo, el cine es visto como una mercancía y no como un bien cultural. Hasta la UNESCO reconoce que el cine es un bien patrimonial inmaterial, por lo que se le debe aplicar una excepción cultural para protegerlo. Sin embargo, a muchos les da miedo siquiera en pensar la idea de “proteger” al cine, porque les suena a proteccionismo y dicen que va en contra del libre mercado. Además, la incultura de nuestros políticos es terrorífica, al grado de atreverse a sugerir que si no sería mejor dejar de filmar películas en México, ya que tenemos tantos problemas para hacerlas y no podemos competir con los gringos. Es como sugerir que, como dependemos de la economía de Estados Unidos, por qué no dejamos de hablar español.

Específicamente, ¿en que consistió tu estrategia?

—Diseñamos una estrategia que se basó en sacar pocas copias para tener una permanencia mucho mayor en las salas, que no nos removieran, y que diera tiempo de que el boca a boca hiciera que la gente se enterara de la existencia de la película y la quisiera ver. Buscamos una relación normal con los distribuidores y los exhibidores; lo que marcó la diferencia fue la manera en que lo hicimos. Estábamos seguros de que teníamos una película de calidad, a pesar de que ellos no le vieran futuro comercial, porque, según ellos, no es del tipo de cine que “le gusta a la gente”. Lo hicimos todo al revés con esta idea: vamos a no estorbarles en sus salas. No queríamos ni podíamos aspirar ser competencia a los grandes estrenos de Hollywood. Salimos en un fin de semana complicado, porque se estrenaba al mismo tiempo que, creo, Spiderman. Empezamos con 20 copias, que luego fueron 40, y logramos sostenernos 16 semanas.

“Tratar de competir era echarse la soga cuello. No teníamos diez millones de dólares para publicidad, digo, no los tuvimos ni para hacer la película, así que hicimos todo lo contrario. Sacamos ventaja a la desventaja para rodear el muro. No usamos la publicidad tradicional para promover una película sino una estrategia multimedios alternativa, que costó menos y ofreció los resultados que buscábamos. Por ejemplo, en lugar de pagar espectaculares en el periférico, durante varios días pusimos mantas en las entradas y las salidas de la ciudad, que costaban dos pesos y decían: “Yo ya vi El Violín, ¿y tú?”, para incitar a la gente a que le hiciera publicidad a la película. Hicimos un estudio de mercado. No la sacamos al “¡ai se va!”, ni a la “¡viva México!”, ni al “¡sí se puede!”, porque nos hubiera llevado al fracaso. Hicimos lo que queríamos hacer con un análisis profundo y una planeación inteligente, viendo cuáles eran nuestras ventajas y nuestras desventajas, definiendo a qué públicos queríamos llegar. Pienso que la gran mayoría de las películas mexicanas adolecen de eso.

¿Crees que el problema es querer vender las películas mexicanas de la misma manera que las de Hollywood?

—Sí, queremos emular patrones y fórmulas del cine gringo, de todo a todo, desde las temáticas, las formas de producción y la forma en que se sacan al público. Hay una fascinación por querer hacer todo como si fuéramos Hollywood. Pero eso pasa casi en todo el mundo, menos en, digamos, China o la India, o en aquellos países donde se ha protegido al cine y se ha legislado al respecto. Hay esta fantasía —insostenible, por cierto— de querer emular en todo a Hollywood. Lo curioso es que a la hora de preguntarle a la gente qué tipo de películas mexicanas ve, tienen muy poco que ver con el modelo hollywoodense. Incluso, aquellas películas que siguen el modelo gringo al pie de la letra no necesariamente han tenido el éxito que esperaban. Y esto es lógico, porque no somos iguales a ellos, tenemos diferente color de piel, pensamos diferente, sentimos diferente, tenemos problemas diferentes.

“Esta hegemonía del cine de Estados Unidos ha hecho que México tenga una de las carteleras más pobres del mundo. No hay variedad. Hay muchas salas y mucha entrada de dinero por venta de boletos, pero la oferta cinematográfica es francamente raquítica. Por ejemplo, no hay salas dónde ver películas clásicas. Aunque existen por ahí algunos oasis, es lamentable que en una megalópolis como la Ciudad de México no haya una oferta rica, variada, interesante, en materia de cine.

¿Qué te dejó la experiencia de la distribución de El Violín?

—Me dejó muchas satisfacciones en muchos sentidos, pero en el tema de la distribución, quedé totalmente satisfecho. Siempre hay que desear más, no conformarse, pero en este caso, a pesar de que muchos dijeron que era una película imposible de hacer primero y luego de que a la gente la viera y le gustara, pude demostrar que eso no era cierto, que estamos necesitados de otras propuestas, que el cine que vemos no es el único cine que queremos ver, que hay público para otro tipo de ofertas cinematográficas.

Guillermo Vega Zaragoza. Escritor, periodista y profesor. Es redactor y corrector en la Revista de la Universidad de México y colaborador de La Jornada Semanal.

martes, agosto 03, 2010

Alta nos queda la felicidad

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por Luis Ignacio Helguera

(1962-2003)

Alta nos queda la felicidad
fin último del hombre según Aristóteles
alta nos queda
rara vez la alcanzamos
pero a veces
en forma burlona de globo
desciende sobre nuestras pobres cabezas
y sentimos su suavidad
electrizarnos el pelo
y asimos su hilo
y acariciamos su liviandad oval
y paseamos por el parque del mundo
con nuestro globo
y reímos como idiotas
ebrios de felicidad
hasta que nos parece ordinario, aburrido, soso
pasear como idiotas con un globo por el mundo
y la mano pierde el hilo
y el globo vuela angustiosamente
como hacia un precipicio
hacia el infinito.