Nuevo libro del Morcillo prologado por el Vega.com
En su columna "Salón Palacio" en La Jornada, Carlos Martínez Rentería dice lo siguiente:
"Nuevos libros de Morcillo y Campbell
En días recientes aparecieron los libros de dos amigos cercanos: Alfonso Morcillo, quien confirma sus dotes narrativas al publicar su primera selección de relatos, Edificio A, Departamento 69, que según su prologuista Guillermo Vega Zaragoza, muestra a un discípulo avanzadísimo
de Ernest Hemingway, Raymond Carver, John Fante y Charles Bukowski... Por su parte, Federico Campbell Peña es fiel a su vocación pacifista y antimperialista con su libro La carroza negra de Bush, en el que hace una documentada denuncia de la manera en que decenas de mexicanos fueron reclutados en el Ejército estadunidense y llevados a la guerra contra Irak".
Otro círculo del infierno
Por Guillermo Vega Zaragoza
Si Dante hubiera sido mexicano, sin duda uno de los círculos del infierno se parecería a una de las tantas unidades habitacionales que proliferan en la zona metropolitana de la Ciudad de México. Pero Alfonso Morcillo sí nació en México e incluso vivió gran parte de su vida en uno de esos hacimientos inhumanos, donde los acusados por el pecado de no pertenecer a las clases privilegiadas tienen que purgar su condena.
Un poco como el francés Georges Perec en La vida: instrucciones de uso, donde cuenta la vida de los habitantes de un edificio, Morcillo relata la vida de estos personajes que están más allá de toda esperanza, atrapados en un eterno presente del que no pueden escapar y ni siquiera pueden padecer nostalgia alguna porque para ellos todo tiempo pasado fue aún peor.
Morcillo escribe con un estilo duro, acerado, sin recurrir a circunloquios innecesarios. Pocas veces se da el lujo de poetizar y cuando lo hace es para estrujarnos aún más. Discípulo avanzadísimo de Ernest Hemingway, Raymond Carver, John Fante y Charles Bukowski, en sus relatos Morcillo deja al descubierto el hueso y la carne necesaria, nada de grasa o pellejos que obstaculicen el desarrollo de las desgarradoras historias que nos cuenta.
Como narrador, Morcillo es implacable. A todos sus personajes los trata igual. No los juzga, pues ellos mismos ya se encuentran condenados. Más bien los sigue y los observa, como un entomólogo que analiza y clasifica bichos, algunos más dañinos que otros. Ante su escalpelo desfilan todos los personajes-tipo de esta clase de conglomerados sociales: el taxista que vende droga, el travesti, el dealer, la vecina escandalosa, el matrimonio destrozado, la esposa infiel, la prostituta que busca escapar a toda costa de esa vida, los testigos de Jehová que se enfrentan a los portazos en la nariz, el adolescente darketo, la abuela que saca fuerza de quién sabe dónde y la familia que se acaba de mudar a la unidad y que no sabe a qué sucursal del infierno se ha venido a meter.
Edificio A Departamento 69 está conformado por cuentos propiamente dichos, algunos de ellos eminentemente notables, así como por relatos que son más bien viñetas o estampas que buscan equilibrar el tono descarnadamente realista que unifica al conjunto.
Una urbe como la capital de México es imposible de abarcar narrativamente por una sola persona. Una novela como La región más transparente de Carlos Fuentes sería impensable en estos momentos. Hoy México es muchos Méxicos y por eso requiere ser contada por muchos narradores que muestren y den testimonio de esa multiplicidad de personajes e historias que acontecen día con día en esta metrópoli al mismo tiempo terrible y fascinante.
Po eso Alfonso Morcillo decidió armar un libro de cuentos como éste, siguiendo la máxima de León Tolstoi: “Si quieres ser universal escribe sobre tu aldea”. Porque en ese microcosmos de la unidad habitacional se reflejan y sintetizan muchas de las historias con las que se van sentir identificados los lectores.
Así, Morcillo nos presenta verdaderos cuadros de costumbres, cuestión que no hay que tomar en un sentido peyorativo, sino que, a través de una reproducción casi fotográfica de la realidad, con escenas crudas, vocabulario rudo y colorido, con gran plasticidad y precisión, nos entrega su propia visión descarnada de los usos y costumbres de una parte de la sociedad mexicana de principios del siglo XXI, de esa gran mayoría que sale muy temprano en la mañana a ganarse el pan, con el sudor de su frente, como pueda y como se pueda. A veces lo logran, otras no. Se trata de la lucha por la vida en su nivel a veces más primitivo, más elemental, a pesar de que aparenten cierto nivel de civilidad. Se trata de vivir o morir en un segundo, como consecuencia de un error, de una mala decisión o simplemente de la mala suerte.