miércoles, marzo 15, 2006

El último grano de Arena

Image hosting by Photobucket

La primera que dio el grito de alarma fue Eve Gil, quien avisó por correo electrónico que el suplemento Arena de Excélsior desaparecería sin explicación alguna. También lo hizo Alberto Chimal.

Luego Edilberto Aldán y la misma Eve publicaron en sus blogs el mensaje que la sección "La Silla Eléctrica" del suplemento Confabulario de El Universal dedicó al caso:

Los encargados de La Silla Eléctrica informamos a los lectores que el Suplemento Arena, del periódico Excélsior, dejará de aparecer a partir de este domingo.

Un espacio más se pierde para la cultura. En medio de la reestructuración del diario comprado recientemente por Olegario Vázquez Raña, el director de
Arena, Miguel Barberena, no recibió siquiera la oportunidad de despedirse de quienes, desde hacía siete años, seguíamos uno de los suplementos más apasionados y dignos en estos tiempos de frivolidad y barbarie. Los verdugos recordamos que Barberena llegó a pagar de su propio bolsillo, y a veces con invitaciones a comer, a sus colaboradores.

En un mundo donde, se ha visto, la cultura es prescindible, los encargados de La Silla Eléctrica enviamos un abrazo de solidaridad a los escritores de
Arena, y les recordamos, por orden de la superioridad goméztica, que las páginas de confabulario están abiertas para ellos.

Es verdaderamente encabronante el desprecio que tienen ciertos empresarios (que ni siquiera son periodistas) de los medios escritos por todo lo que huela a cultura. Y no sólo eso, sino que tratan a las personas como chalanes o sirvientas, sin siquiera avisarles a tiempo para permitirles una salida digna. Se lo hicieron a los del sábado de unomásuno, y ahora a los de Arena.

Que con su pan se lo coman, pinches muebleros analfabetas.

La labor que realizó Miguel Barberena fue totalmente generosa y encomiable, siempre. Arena, además de ser uno de los suplementos más plurales, siempre estuvo al tanto de las novedades editoriales y artísticas, y le dio espacio a muchos escritores nuevos que de otra manera nunca hubieran publicado. En sus páginas aparecieron muchos maestros míos (y lo digo en el sentido de la admiración), como Eve, Chimal y Armando González Torres, y muchísimos cuates, como Edilberto Aldán, Fernando Reyes, Edgar Omar Avilés, Lina Zerón, Luis Felipe Hernández, y tantos y tantos otros.

Pero ya pasarán pronto estos malditos tiempos electorales y las aguas volverán a su cauce. Nos volveremos a encontrar más temprano que tarde. Un abrazo a Miguel y a todo el equipo.