La culpa la tiene el Messenger
Hacía mucho tiempo que no platicaba con ella, así que le empecé a contar el episodio de la mujer que vive en otra ciudad y que, aunque tiene pareja, venía a verme todas las semanas a la capital.
- ¿Entonces tiene pareja? –dijo ella.
- Sí –dije yo.
- ¿Y crees que eso está bien?
- Claro que no. Lo que me mata es la incertidumbre: no saber si lo va a dejar para venirse a vivir conmigo, si va a andar con los dos al mismo tiempo, o a dejarme en paz de una vez por todas, cualquier cosa, pero que se decida.
- ¿Y te parecen correctas esas alternativas?
- Pues no, tampoco, pero la cosa es que no entiendo qué es lo que ella quiere realmente conmigo. Si no quisiera algo conmigo no vendría desde allá nada más a verme. ¿Estás de acuerdo?
- No.
- Ahí está: ¿quién entiende lo que quieren las mujeres? –dije yo.
- ¿Tienes casi cuarenta años, dices que eres escritor y no sabes lo que quieren las mujeres? –dijo con muchos signos de admiración e interrogación.
- No, no sé.
- Entonces te prohíbo que escribas sobre cosas acerca de las que no tienes ni idea–dijo y se desconectó.
“En la madre”, pensé. “¿Entonces ahora de qué voy a escribir?”
Por eso odio el pinche Messenger.
2 Comments:
buen blog... saludos
Creo que no importa que no comprendas "qué es lo que ella quiere realmente contigo", sino lo que tu quieres con/de ella, eso sí que importa. Lo que ella quiere contigo ella lo sabe y es cosa de ella. Quizá sería conveniente empezar a pensar al revés, de ti para allá, no de allá para ti ;)
¿No será?
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