La muerte de los poetas
Las muertes provocadas por la barbarie humana, no de ahora sino de siempre, siempre serán estúpidas e inútiles. Nos disminuyen como especie supuestamente "pensante". Pero la muerte de algún artista, de un poeta, también nos disminuye un poco en tanto seres humanos. Es una voz que se apaga, una voz singular, única, que a través de la palabra busca desentrañar los misterios de alma humana. ¿Que si eso vale mucho o poco en las circunstancias actuales de nuestro país, o de nuestro mundo? No lo sé, pero es de lo poco que nos queda para aferrarnos, para no olvidar que seguimos siendo humanos, y no simples animales que se destrozan por el dinero, la droga o el poder, ésas sí, cuestiones que nos colocan por debajo de nuestros hermanos animales, porque todos ellos matan por supervivencia, nunca sin razón y con tanta saña.
En fin, resulta que con un día de diferencia murieron dos poetas. El célebre poeta chileno y una mexicana, sinaloense para más señas, Norma Bazúa. Casi desconocida en el "mundillo" literario, en los últimos meses fue rescatada por una generación de jóvenes que vieron en ella a una maestra de la poesía, comprometida sólo con su palabra, no con el poder cultural o la fama. Norma Bazúa era, ni más ni menos, una mujer que escribía poesía. Y poesía muy buena, excelente, reconocida por muchos de sus pares, incluidos Carlos Pellicer, Abigael Bohórquez y Enrique González Rojo. Y sin embargo, su notable obra poética es casi desconocida. Me llamó la atención, en cuanto me enteré de su muerte, buscar en Internet alguno de sus poemas y no encontrar ninguno. Eso sí: en decenas de periódicos se daba noticia de su fallecimiento. A eso hemos llegado: todo mundo se lamenta de la muerte de un poeta, pero en vida ni en muerte casi nadie se preocupa por leer su obra.
Conocí los poemas de Norma Bazúa por la antología 40 barcos de guerra, compilada por Adriana Tafoya y Andrés Cardo. La escuché leer algunos más en la presentación del mismo y tuve el honor de compartir con ella en una apresurada mesa de cierre de un homenaje que le organizaron apenas el mes pasado (aquí se puede leer sobre dicho homenaje). Debido a que los "compañeros" sindicalizados del GDF tenían que irse, Norma Bazúa tuvo que leer apresuradamente apenas un poema o dos. Desde luego, a los "compañeros" sindicalizados les vale madre que haya muerto Norma Bazúa, como le vale madre al 99.99% de los mexicanos. Pero a mí no: formo parte de ese 0.01% por ciento que nos sigue importando la poesía y la muerte de los poetas, aunque se nos juzgue de snobs.
Ojalá que además de llenarse la boca dando la noticia de su muerte en su página web, el INBA y el CONACULTA cumplan con su función, aunque sea tardíamente, y editen la obra completa de Norma Bazúa, que se encuentra desperdigada en ediciones de autor, independientes o universitarias de circulación restringidísima. Es lo menos que se merece esta gran poeta mexicana tan poco difundida.
Como un mínimo homenaje, reproduzco este bellísimo poema de Norma Bazúa:
Como una manera de ser mar
por Norma Bazúa
Cuando niña quise ser marinero
.....pero no había entonces mar navegable para mí
..............no había mar gobernable
Sólo un escarceo desmedido
con inundación de mis porqués
................................sobre todos los que me rodeaban
Me aficioné a las caracolas
.....................al brillo de las arenas
igual que las palabras
las supe de oro molido
Tuve que aprender a caminar su aridez litoral
........................................................su aridez literal
distinguir sus metales…
En ella hay mar de fondo........reflejándome
....................................................me decía
y me sumergía a veces en un elocuente silencio
.......................................................calma chicha
o en un desbordamiento del decir
hablando hasta por los codos
...........................por los ojos
...........................por las manos
por los pies todo un estruendo que nadie comprendía
Fue cuando empecé a bailar
Como una manera de ser mar pero sin provocar escándalo.
1 Comments:
La muerte, siempre será muerte y dolerá; pero la muerte de un poeta no duele sólo en el ámbito familiar, en lo personal, sino en todos aquellos que tuvieron la fortuna de acceder a su obra. Leerlos es nuestra manera de mantenerlos vivos.
Un abrazo.
Publicar un comentario
<< Home