Más paranoia
Silvia Escalera, frente a la manta donde pide que le informen sobre el paradero de su hija secuestrada.
Apenas ayer escribía sobre la paranoia desatada acerca de la inseguridad, cuando hoy los diarios dan cuenta de otros dos casos que contribuyen con su grano de arena al sentimiento general de zozobra y desamparo que se está provocando entre la población.
El primero es la difusión del testimonio, escalofriante y bien escrito, de la videoasta Marta Alcocer, que fue asaltada y privada temporalmente de su libertad (no secuestrada, pues no pidieron rescate por ella) por un par de delincuentes por los rumbos del Ajusco.
Los asaltantes le dieron un balazo en el cuello y ni siquiera le robaron la camioneta en la que viajaba. La dejaron ir y cuando creía que había pasado lo peor, se topó con la indolencia y negligencia de las autoridades, de la policía y el Ministerio Público.
Aquí pueden leer completo el testimonio de Marta Alcocer.
Lo más curioso e indignante es que todo sucedió a la misma hora en que los capos, perdón, la mafia gubernamental, perdón, nuestros ilustres gobernantes se reunían en Palacio Nacional para firmar su pedorro Acuerdo Nacional de Seguridad (que por cierto ya apareció en el Diario Oficial, o sea, como la carabina de Ambrosio).
Marta Alcocer es una persona educada, inteligente y pensante, pero como muchos de nosotros, un tanto ingenua, porque es evidente que nunca en su vida había tenido que lidiar con el corrupto y asqueroso sistema de "justicia" del país. Llega al grado de exigir que ¡los policías lean novelas policiacas! (yo exigiría que, en primera instancia, simple y sencillamente aprendieran a leer).
Lamentablemente, el caso de Marta Alcocer no ha sido ni será el único. Ella ha tenido la suerte de poder dar testimonio sobre su percance, salió viva y escribe bien, por eso también lo han atendido en los medios, pero ¿cuántas personas no tuvieron ni tendrán su suerte porque ni siquiera se cuestionan que lo que les ha sucedido está mal y tienen el derecho a exigir que las cosas cambien, en lugar de resignarse en silencio?
A eso me refería ayer con lo de no quedarnos callados y exigir a las autoridades que hagan su trabajo, sin esperarnos a que nos suceda algo, sino desde ahora.
El segundo caso despierta algunas dudas, sobre todo por el momento y las circunstancia en las que se ha dado a conocer. Se trata del caso del secuestro de Silvia Vargas Escaler, hija del ex titular de la CONADE, Nelson Vargas, desaparecida desde hace casi año y de la cual no tienen noticias desde hace seis meses.
La familia decidió iniciar una campaña para saber el paradero de su hija colocando una manta gigantesca sobre un edificio de Paseo de la Reforma. Y la madre de la joven dio una conferencia de prensa para hacer un llamado a los captores de su hija, a fin de que la liberen o le digan que pasó con ella.
Aquí lo que llama la atención es el timing: un día después de que terminaron las Olimpiadas en China y a una semana de la marcha contra la inseguridad. ¿Por qué hasta ahora decidieron hacer público el caso? Si Nelson Vargas fue funcionario federal, alguna consideración le debieron haber tenido los achichincles de Calderón. ¿No recurrió a ellos o lo mandaron por un tubo?
Ha trascendido que hace dos meses Nelson Vargas recurrió a Calderón y éste en lugar de ayudarlo le recriminó que hubiera dejado el deporte nacional en estado tan lamentable (mejor que le reclame al Tibio y a Vazquez Roña).
Entonces Vargas decidió recurrir a Isabel Miranda de Wallace, que desde hace años ha hecho campaña para saber el paradero de su hijo secuestrado, ante la ineptitud e indiferencia de las autoridades judiciales.
Y, por si fuera poco, los gaznápiros de Milenio Diario siguen con lo mismo: ahora resulta que "una de las líneas de investigación sobre el secuestro es que los plagiarios contactaron u obtuvieron información clave sobre el entorno de la joven en internet".
Ah, mira tú, hasta ahorita se dieron cuenta de eso. A lo mejor fueron los mismos que hicieron los "blogs" espurios de Calderón.
¿Por qué no le investigan por ahí, pendejos?
1 Comments:
La última vez que me atreví a salir de mi casita (...naaa, soy fan de la claustrofilia, so what) andábamos por Indautor y, lo de "el parquímetro y el policía chaparro": mi abuela y yo cómodamente en nuestro automóvil mientras mi señora madre compraba algo, y zas, como de película, de la nada apareció una patrulla y se bajaron un inchi poli y su chalán acá como comando de la SWAT, en híper chinga y bien armados pero no con metralletas, nooo, sino con la madrinola ésa pa' inmovilizar las llantas de los carros. Okeeey, culpa nuestra porque a nadieee se le ocurrió que tardaríamos más de 50 minutos (de a peso 10 minutos) ni que el pinche parquímetro se iba a vencer cuando estábamos a segundos de irnos, y mucho menos que nos iban a multar estando ahí presentes porque no, ya pasaron la matrícula y ya no se vale echar moneditas en la chingadera ésa. El chiste salió cariñosito, sin contar el tiempo en lo que vas a pagar tu grandiosa multa ni lo que se tardan en caminar unas calles para irte a descastigar. Bla bla. Y pues sólo nos quedamos con la duda: ¿dónde estaba el poli chaparro o cualquiera de sus colegas cuando asaltaron a mi tío cubano saliendo de un banco?, ¿serán igual de raudos e impactantes a la hora de capturar delincuentes? (¿escribo mi "JA" o se lo imaginan?). Eso sin contar que media ciudad anda en el Reclusorio porque, me consta indirectamente, ahora a los polis les da por detener al primer incauto por cualquier mamada nada más que para cubrir su "cuota diaria", que si no hay pruebas vale gorro porque de puro papeleo son mínimo tres meses aunque terminen absolviéndote, o sea, ¿eso de qué sirve????
Y pues: BLAAAA. Desde aquí una trompetilla a todos los de Tránsito que nomás andan cazando cómo sacar pa' su chesco.
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