lunes, abril 16, 2007

Fiesta sorpresa

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Mientras bebía la cuarta cuba de la fiesta, llegó ella. No la había visto desde hacía… ¿cuánto tiempo? ¿Veinte, veintidós años? Es más: por un momento no recordó ni su nombre, pero sabía que era ella. La reconoció de inmediato. Estaba igual: delgada, sonriente, casi tan hermosa como entonces.

Venía acompañada por un hombre. Pensó que, si no era su marido, por lo menos era el galán de turno, por la forma en que la miraba, embobado, y la prestancia con que le acercó el asiento y le ofreció una bebida.

Se sentaron frente a él. Sin ninguna discreción se le quedó viendo, fijamente. Ella se dio cuenta, desde luego, de la insistente mirada, pero no pareció perturbarse. Entonces escuchó que alguien pronunciaba su nombre. La avalancha de recuerdos terminó por caer completamente y se le agolparon en la nuca como una pared recién derribada.

Decidido, recorrió trabajosamente el espacio de jardín que los separaba.

-¿Te acuerdas de mí, verdad? –le dijo, mirándola a los ojos. Ahí seguía: el mismo abismo oscuro donde quiso sumergirse hace tanto tiempo.

- Claro. ¡Qué sorpresa! –dijo ella, encantadora y sonriente, como siempre-. Nunca pensé volverte a ver aquí.

- Yo tampoco –dijo él-. Tú sigues igualita.

- Ay, cómo eres –se sonrojó-. Tú sí estás algo… cambiado.

- Sí, aquella también era una fiesta sorpresa, como ésta. ¿Recuerdas? Estábamos en el balcón, yo te abracé, quise besarte y tú…

Lo interrumpió el vocerío de las anfitrionas, que convocaban a acercarse a la mesa y partir el pastel.

Ella aprovechó el pequeño tumulto para escabullirse y perderse entre la minúscula muchedumbre de invitados que empezaron a entonar “Las mañanitas”.

Una jovencita le ofreció ayuda:

-¿Lo acerco a la mesa, señor?

- No, deja, niña. Yo puedo solo –y, con aire cansino, le dio vuelta a las ruedas que lo escoltaban desde hacía… ¿veinte, veintidós años?

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1 Comments:

Blogger nacho said...

Ta bien la historia, un final inesperado y contundente. Mejorable quizá la valoración del narrador ("encantadora y sonriente como siempre") que se situarían naturalmente en el pensamiento del protagonista pues de otro modo pierde objetividad el narrador.
Pero no me hagas caso, eso es cosa de gustos.
Un abrazo.

10:41 p.m.  

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