Telecracia (2006-2012)
Hay señoras amas de casa que están enamoradas de estrellas juveniles que cantan en TV Azteca o actúan en las telenovelas de Televisa. Diario las veos leyendo en el metro revistas de espectáculos. No dudo que recorten las fotos y sueñen con ellos. Eso parecería inofensivo, se trata de personas que no tuvieron la oportunidad de tener otros paradigmas de liderazgo o admiración. Sin embargo, durante las pasadas campañas y sucesos electorales se ha visto que la televisión influye determinantemente en la opinión de los televidentes, e incluso de los que no la ve tele pero tampoco leen: “De verdad, yo vi en un programa que si gana ese hombre hasta nuestra casita nos van a quitar”.
No importa si la plebe impide al presidente cumplir con su deber constitucional de presentar su Informe de gobierno. La televisión, cada uno de los canales públicos y privados, lo transmitirán íntegramente, sin feas interrupciones de la oposición y desde la comodidad de su hogar. Dicen que esa será la nueva manera en que se den los próximos informes, divididos en temas, con hermosas imágenes y patrocinados por Bimbo, Cocacola, y Chiles Herdez. Los informes de gobierno ya están contestados –escritos- al minuto en que acaban de ser pronunciados (la televisión es muy cara, no se puede perder tiempo). Cuando Luis Carlos Ugalde dijo que la competencia estaba muy cerrada y que no se podía declarar presidente electo, al minuto, Fox dijo exactamente lo mismo (ya había ensayado las poses ante las cámaras). Ni la vida teledramática de Yeidkol Polensky, pudo ganarle a la carita bonita de actual gobernador del Estado de México: Claramente escuché a señoras aceptando: “Ay, yo sí voté por Peña Nieta por guapo”. El clásico pseudoargumento, que suple a la desinformación, del “Es que no hay ni a quién irle”.
El 5 de septiembre del 2006 fue el día de la Telecracia. Mientras el Presidente de TEPJF, Leonel Castillo declaraba “inatacablemente” como presidente constitucional al ciudadano Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, al mismo tiempo en el canal 34 se transmitía en vivo el Informe de su primer año de gobierno de Piña Nieto, en una carpa reivindicativa del informe que no pudo dar el jefe mayor; diciendo lo que no pudo decir Fox con respecto del diálogo y la tolerancia, la dignificación de la política y el actuar dentro de los marcos legales e institucionales que por décadas bla bla blá. De pie aplaudieron Diego Fernández de Ceballos y Manuel Espino. No faltó el agradecimiento del galán mexiquense a su esposa que tanto lo ha apoyado y a la noble tarea del Teletón, que, como sabemos, es el negocio perfecto de Televisa. Sólo le faltó agradecer a su padrino Arturo Montiel.
Mientras, en el canal 40, la “periodista” Carolina Rocha, con una sonrisa que no le cabía y el recuadro de FECAL con la leyenda de Presidente Electo, no se cansaba de decir “no entiendo qué pretende la Coalición, cuando ya se declaró electo a Calderón”. Después, mientras una invitada hablaba sobre el artículo 39 de la Constitución que se refiere literalmente a que “El pueblo tiene, en todo tiempo, el inalienable derecho a alterar o modificar la forma de su gobierno”, en ese momento, Carolina interrumpió para mandar micrófonos a la bulla de los inconformes que se daba afuera del edificio del TEPJF. Un periodista dijo que hubo actos de violencia fuera de la institución y que a un compañero le cayó en la cabeza un envase de refresco, “afortunadamente éste era de plástico”.
Se acabó el tiempo y el tiempo en televisión es carísimo, así que el espacio se dio a los infomerciales que en a mediodía compiten con los rosas, cándidos, apolíticos, ligeritos, divertidos, inocuos, melosos programas matuinos. Entonces para no ver el promocional de aspiradoras, gafas, fajas o aparatos reductivos, sólo queda la opción de ver la presencia de Luz María González, mezcla de sonrisa infantil y cuerpo ninfómano; o a Alfredo Adame, quien, como Quiquín Fonseca, puede promocionar desde un chicle hasta un partido político; o una mujer con la boca chueca que se solaza hablando de los chismes del espectáculo; o una película e Vicente Fernández, o una caricatura donde un perro y un idiota resuelven misterios.
Fundación Televisa hace promocionales que invitan a participar democráticamente no sólo el día de la elecciones, pero por otra parte todos los boticarios sojuzgan velada y abiertamente la participación de quienes no están de acuerdo con la manipulación de las instituciones para beneficio de quien más poder tiene. Además, Leonel Castillo conminó a que los ciudadanos no se “salieran del rol que les corresponde”, como si nuestro rol fuera el de quedarnos inertes ante lo que a leguas se ve descompuesto, caduco, irreal, a pesar de que las mismas instituciones –de los mass media a la presidencia- quieran hacernos creer: en México no pasa nada malo. Preparen su banderita para dar el Grito, si no se hace desde el Zócalo, por lo menos será desde un set de Televisa.
La tele y los “ganadores” invitan al diálogo y a la tolerancia, ya habrá otra oportunidad para la contienda, tenemos que aceptar el fallo inapelable de los magistrados que ganan en un año lo que un obrero ganaría en 123 años.
Hay señoras, señores, jóvenes y niños, que se enamoran u odian a un personaje de la televisión sin otro motivo que el de salir constantemente a cuadro. Conozco una chiquita quien, cada que sale Fox en la tele, se tapa los oídos y cierra los ojos. Si la veo en la tarde, no sabré cómo darle la noticia de que tendrá que soportar a alguien, como dijo Sergio Pitol, todavía más torpe.
Quizá esos 233 mil votantes que marcaron la diferencia, ésos que creyeron que los habrían dejado sin casa, ésos que confiaron en el presidente del empleo, ésos que piensan sólo en su familia (“treta del consumismo” Pasolini dixit), ésos, tendrán una sola pena: ver a Felipe de Jesús en la televisión durante 2189 días. ¡Válgame, Jesús!
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