viernes, septiembre 08, 2006

Breve (más bien brevísima) historia de la democracia en México (2a. parte)

por Jesús Gómez Morán

Hay actos o sucesos que suelen ser significativos para rubricar lo que habrá de ser el probable registro de la historia. En ese sentido, malos augurios se presagian para un país donde el presidente saliente pasará a los anales del siglo como el gobernante que tuvo que presentar su informe de labores en un set de televisión, y donde el presidente entrante se transportó en helicóptero (y es probable que ejerzca su mandato así, andando entre las nubes) para recibir el papelito que lo denomina como mandatario electo. Así las cosas y a título personal, no creo en la democracia, y luego del episodio telenovelero que estamos presenciando, pues menos. Pero ya que nos tenemos que fumar esta friolera, y sin ánimo de pretender negar las justas razones que defiendan personas que piensen que la derecha puede funcionar en el gobierno, creo que en medio de un empate técnico debía imperar un criterio funcional, esto es, que quien haya demostrado capacidad como gobernante prevalezca como ostentante de la banda presidencial, en el entendido de que ya que un sector de la sociedad se tiene que aguantar viendo en el cargo superior de la República a la persona que no eligió, pues el ungido sea quien haya demostrado capacidad en una tarea semejante. Sin embargo me doy cuenta lo quimérica de dicha propuesta cuando ni siquiera la operatividad de un recuento total de votos pudo convencer a quienes toman decisiones por nosotros.

Empero lo quimérico es la nota imperante en la actual coyuntura: qué contradictorio resulta que para participar en el proceso electoral las instituciones convoquen a la ciudadanía, sea votando o contando los votos, pero a la hora de calificar dicho proceso electoral tengamos que delegar funciones en un conjunto de juristas supuestamente capacitados para ejercer ese puesto y la opinión de esa misma ciudadanía les valga comino cuando se apegan a una interpretación literal de los reglamentos. Porque dentro de la actual disputa, los dos bandos contrapuestos, pero con mayor responsabilidad ética por parte de quienes encabezan las instituciones, resultaba indispensable atender a la percepción de incertidumbre que vive (todavía) la mayor parte de la ciudadanía (de ahí que los festejos panistas se hayan dado a puerta cerrada), hayan votado en favor de uno o de otro candidato. A los tribunos se les olvidó que este reclamo del “voto x voto, casilla x casilla” de la población era atendible como bien común porque más allá de los partidos políticos iba a fortalecer la figura del investido con la banda presidencial: al hacerle la entrega de su constancia de mayoría lo que le están entregando a don Felipe de Jesús es una presidencia debilitada, una par de muletas, una interrogación del tamaño del país (con todo y litorales, incluidos desde luego todos los posibles náufragos que se hallen en altamar y sean encontrados cuando otra coyuntura difícil en el entorno nacional se haga presente).

En términos generales, afirmo que todos aquellos asuntos que tienen que ver con la política apestan, pero ya que para la convivencia en sociedad son un mal necesario lo único que pediría es que sean funcionales, pero parece que tal petición tendrá que esperar hasta la época navideña, cuando el sustento jurídico de quienes calificaron la elección presidencial se apoya en frases como “se me hace que no hay elementos que sustenten inequidad en la elección”, donde se ve cómo los jueces se dejan llevar por pareceres antes que por una minuciosa revisión de hechos concretos; “la elección pudo ser anulada, pero no se presentaron en forma los recursos para tal dictamen”, donde se ve que los jueces, al dictaminar un proceso por crueldad contra menores de edad descubren que lo que hubo fue una violación, pero dejan ir al indiciado porque no fue ésa la acusación presentada (además de que si no se dedicaran a la aplicación de las leyes, bien podrían trabajar como tediosos burócratas que no conceden el trámite si el formulario no se llena correctamente); “hubo una campaña negra en la publicidad electoral pero esto se dio por parte de ambos bandos”, donde se ve que los jueces extienden sus funciones como padres de familia a su trabajo profesional, y cuando ven que si dos de sus hijos se agarran a trancazos, pos que se aguanten porque ya cada uno recibió su merecido (bajo ese criterio, en la pasada final de la Copa del Mundo de futbol el árbitro argentino bien hubiera podido explicarle a Materazzi que no era viable expulsar a Zidane porque era obvio que él lo había injuriado antes a causa de su hermana, y pues así las cosas quedaban a mano); “si bien es cierto que el presidente Aznar manifestó públicamente, en un encuentro organizado por el PAN, su abierta preferencia por Calderón Hinojosa, no se considera que esta opinión haya influenciado a los electores”, donde se ve cómo los jueces son capaces de operar como medidores de opinión, y tal vez tengan futuro en el oficio alternativo de encuestadores para próximas elecciones; “el candidato de la Coalición por el Bien de Todos no se presentó al primer debate y eso influyó en el electorado”, donde se ve la buena voluntad de los jueces al emitir consejos a la parte quejosa para que si te vieron la cara, ya no te la vuelvan a ver...

En fin, que un seguimiento minucioso hallaríamos otras lindezas de este tipo, donde los jueces podrían recurrir hasta a la astrología judiciaria para sustentar su dictamen, dejando con ello en claro que son muy capaces en labores multidisciplinarias, que inclusive se les puede achacar mérito como buenos escrutadores sin necesidad de ábaco, pero que para impartir certeza y justicia pues hay cosas que están fuera del alcance de sus manos (es que nadie es perfecto: es verdad que se percataron de que los favorecidos por su veredicto superaron el límite de velocidad, dieron vuelta donde estaba prohibido e hicieron rebases por la derecha, ah qué muchachos tan locos, pero como buenos agentes de tránsito se hicieron de la vista gorda). Y pos de acuerdo a la sabiduría popular, la moraleja de esta historia sería pos que la declaratoria de don Felife I como dizque presidente electo, pos hay que tomarla según de quien viene...