martes, mayo 23, 2006

El Código Ta Pinchi

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A: Oye, Tom: ¿deveras crees en todas las patrañas que dice el libro?"
T: "No, pero la millonada que me pagaron por actuar me haría creer hasta en la segunda venida de Jesucristo."

La cultura pop nos obliga a citas que, aunque no queramos, tenemos que cumplir, a riesgo de aparecer ante los ojos de los demás como una especie de amargado outsider, contreras o, ya de plano, extraterrestre.

Para no quedarme fuera de las conversaciones de sobremesa y tener algo de qué platicar en las reuniones o en la oficina, fui a ver, but of course, El Código Da Vinci.

Lo único que puedo decirles es que la película muestra aún en forma más descarnada, al tratarse de una versión cinematográfica del libro y por lo mismo resumida y sintetizada del mismo, sus limitaciones y carencias. Es decir, el libro es un mal thriller, efectista, apantallapendejos y tramposo. Y la película evidencia y magnifica todo eso.

Para empezar, el personaje de Robert Langdon es totalmente inverosímil. Si cualquier persona común y corriente a veces tiene problemas para acordarse del número confidencial de la tarjeta de crédito, resulta que este cabrón descifra en un segundo enigmas que han permanecido sin resolver durante cientos de años.

Luego están las cuestiones fácticas. ¿A poco en el Museo del Louvre uno puede andarse paseando a deshoras de la noche sin que le digan a uno nada? ¿Pues qué no tienen cámaras de vigilancia o qué? Claro, a veces hay que tomarse ciertas licencias para que funcione la historia, pero esto ya es totalmente contrario al sentido común. Es decir, toda narración (llámese película o novela) es una administración de las casualidades, pero hay que hacer que aparezcan naturales, no forzadas o jaladas de los pelos.

Nunca he sido fan de Tom Hanks, se me hace sobrevalorado, pero parece que conforme va envejeciendo se está haciendo mejor actor. Lo que pasa es que este personaje no da para más. El papel de la policía francesa estaba que ni pintado para que lo hiciera Juliette Binoche, pero lamentablemente ya no daba la edad, así que escogieron a esta chava, Audrey Tautou, que muchos admiran por su actuación en Amélie, pero la verdad es que no se me hace cosa del otro mundo. Su inglés es pésimo y cuando tiene que poner cara reflexiva más bien parece que está haciendo pucheros. Sir Ian McKellen trata de sacarle algún jugo a algo tan insulso, y Jean Reno y Alfred Molina, cumplidores como siempre, pero nada más.

Sin el respaldo de la fama del libro, seguramente la película no pasaría de ser un mal thriller, pero como viene antecedido del escándalo y la polémica, muchos le verán virtudes que no tiene.

Todo esto me lleva a pensar la razón por la cual este bodriazo de novela ha logrado vender la friolera de 40 millones de ejemplares en todo el mundo, que nunca antes había vendido un libro. ¿Qué es lo que las personas encuentran en El Código Da Vinci? Aventurando una hipótesis, creo que la clave es el misterio. La gente tiene ganas de que les cuenten historias que los fascinen, que les hagan pensar en enigmas y les planteen incógnitas, no importa qué tanto que estos enigmas estén adulterados o sustentados en premisas históricas falsas o inexactas. Y, bueno, desde luego, también hay que añadirle el morbo sobre las atrocidades de la Iglesia Católica y el Opus Dei.

(Aunque en este caso, no se entiende el enojo de El Vaticano, si el villano no es precisamente la Santa Sede sino un grupo de obispos fanáticos que da la causalidad que eran del Opus Dei. A mí me gustaría, por ejemplo, que un autor gringo (o de cualquier lado) hiciera un buen thriller sobre los escándalos de pederastia de los sacerdotes católicos en ese país y en el nuestro también, mostrando la forma en que, ahí sí, El Vaticano los solapa y protege, como en el caso del Padre Maciel).

De otra forma, no logro entender que algo tan chafa haya logrado atraer la atención de tanta gente.

1 Comments:

Blogger arboltsef said...

Para mí la película se cayó cuando ... creo que al inicio, un viejito de sesenta años, moribundo, tuvo tiempo de dejar laboriosas pistas por todo el Louvre.

Un saludo.

12:23 a.m.  

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