Imaginación, escritura y lectura dañadas: ménage à trois
por Fernando Reyes
(Prólogo a Fantasiofrenia III. Antología del cuento dañado, publicado por Editorial Libera, presentado el 28 de febrero de 2011 en el marco de la Feria Internacional del Palacio de Minería)
Abrimos este volumen de cuentos dañados con un microrrelato "Amor" de Édgar Omar Avilés (Premio San Luis Potosí, 2009) quien con un lenguaje contundente, como lo requiere el género, cuenta la relación esquizoide que una madre tiene con su hija, después de que ésta le declara haber descubierto la bondad de Dios. Esta clase de cuentos sabemos que se ganan por nocaut y no por puntos.
En "Ángeles Paula Puerto Oliva", Ismael Colmenares cuenta con un lenguaje desparpajado la historia de una jovencita vengadora que usa una máscara con las siglas de PO ("Por ojetes"). Y como una moderna batichica anda de un lugar a otro (hábil juego narrativo) deshuevando con un palo de golf a toda clase de pervertidos. Después de una fluida e irónica narración, Maylo da un vuelo de escritura y aterriza en descripciones poéticas.
Bernardo Fernández cuenta una historia descomunal. Platica su narrador la tragedia cómica de una mujer y su gordura. La narración contiene el delicioso ritmo de un contador de historias mexicano. Al final del relato se descubre quién lo está narrando y eso nos hace cuestionar la veracidad del relato, jamás su verosimilitud, pues recordemos que BEF es un excelente cuentista de literatura fantástica.
Rogelio Flores escribe "Teoría del color" a partir de la tercera persona narrativa mezclándola con la primera, lo cual dará el efecto esperado. La reminiscencia aquí juega un papel preponderante, la cual deviene obsesión como se nota en los últimos párrafos. Sus personajes son noctívagos como los de su cuentario Adiós, princesa.
"No soy un perverso. Mi trato con las muñecas es meramente comercial. No me fue fácil habituarme a ellas" es el inicio de "Confesiones de Benito Souza, vendedor de muñecas" del narrador Javier García-Galeano. Tres frases cortas atrapan desde un principio, lo demás es deleite perverso de lectura. Como ya he mencionado en otras ocasiones, el lector es el primer sujeto dañado al involucrarse con fruición en este tipo de textos.
En "Placeres cárnicos" de Mónica Lavín la hija cuenta cómo su vida y la de su familia giraba en torno a las carnes, vísceras, grasa y sangre de la carnicería del padre. "Todo empezó cuando tú naciste... Qué horror, pensaba al imaginarme sumida en almohadones rosas en medio de esos trozos de vaca y tajos de puerco o tiernos borregos despellejados". Ya que estoy en el texto de mi maestra de cuento, cito algunas palabras que leyó durante la presentación del primer volumen de Fantasiofrenia: "A pesar de la espectacularidad de la sangre, el cuerpo mutilado, la violencia sexual, las historias descarnadas, escandalosas, todos los personajes que habitan este libro finalmente aúllan de soledad. Una soledad que está tratada desde este otro ángulo donde la violencia que es normal contrasta con el disgusto y la incomodidad existencial, el enfado con el que nos rodea" (30 de septiembre de 2003).
Después del cuento de Mónica, los siguientes poseen una fuerte carga de violencia y agresión, física y verbal, manifestaciones comunes de nuestros tiempos y reflejadas en la reciente narrativa mexicana. Por eso, lo dicho hace ocho años sigue embonando a la perfección para esta nueva compilación. Agrego otras palabras de mi maestra Lavín: "Todos los cuentos tocan abismos, bordes oscuros y hacen sólo 10 que los cuentos pueden hacer: darles luz, hacerlos respirar, resaltarlos y darles otro ángulo".
La cuentística de Agustín Monsreal se caracteriza por su ironía desmitificadora, temática y formalmente. Su cuento "Los placeres simples del pobre" es una joya del género dañado: la fantasiofrenia de un escritor hace divagar entre la realidad y la imaginación, entre los personajes de ficción y los de carne y hueso. Existe una sutil línea entre ambas entidades y sólo el lenguaje (la escritura del autor y la complicidad del lector) podrá descifrar la anécdota, podrá decodificar el mensaje, si es que el autor quiso decir algo. La reconstrucción del crimen narrativo sólo recae en la lectura, por lo que el lector hace las veces de victimario, de víctima o de investigador, como en el caso del cuento "Una pequeña debilidad" de Israel León O'Farrill, cuyas pistas se encuentran entre líneas del texto. Fantasiofrenia, escritura y lectura avanzan en ménage a trois y las razones de la locura (si las hubiera) se hallan en cada una de las palabras, de las oraciones, in media res, al inicio y al final de cada texto.
Con una magistral narración, en la que mezcla casi imperceptiblemente pasado y presente (incluso destellos de un hipotético futuro), Eduardo Antonio Parra cuenta en "El placer de morir" la obsesión que un hombre tiene por el placer, provocado más por los recuerdos que por el sexo mismo, en una perversa simbiosis entre eros y tánatos.
"Tintinábuli" es el personaje del cuento de Édgar Pérez Pineda. Más que la anécdota, sobresale aquí la atmósfera de vacuidad de un joven que vive absorto dentro de una buhardilla. Pareciera humor negro o literatura del absurdo, mas el cuento es un retrato cruel de la tristeza.
Tristeza, rencor y venganza son los temas de "Tú siempre cree en los Reyes", cuento en el que Fernando Reyes se propone incluir las tres personas y tiempos narrativos por excelencia. El cuento, con final abierto, fluye, pues voces y tiempos se equilibran.
Con excelso humor negro y el estilo claro y directo que caracteriza la literatura de Eusebio Ruvalcaba, "Historia de amor" narra las travesuras eróticas de un "manco por partida doble", experto en manipular a las mujeres.
"Penélope" alude a la famosa actriz española, quien se encuentra en el cine Manacar haciéndole una felación al narrador de este cuento. Guillermo Samperio es un maestro en el arte de mezclar realidad y ficción, sin dejar de lado el humor y una sutil carga existencial.
Los dos siguientes cuentos coinciden en varios elementos de la anécdota: el travestismo, el shock in extremis que provoca una muerte y la pérdida de la razón. El de Ignacio Trejo Fuentes, "Vestido de novia" es un cuento de descarnada soledad narrado con un lenguaje de una difícil y aparente sencillez. El de Enrique Serna, "Tía Nela" posee un complejo e inteligente juego literario en el que recae la fuerza narrativa, el valor estético y el encanto fantasiofrénico. Debo decir que el magnífico cuento de Sema me inspiró a compilar mi primera antología de cuentos dañados; sobre la cual, Trejo Fuentes, narrador y respetable crítico, escribió entonces: "Algo que llama particularmente la atención es que en el libro privan el sarcasmo y el humor negro: aun en las historias más terribles y dramáticas aparece el sesgo que mueve a la risa o cuando menos a la sonrisa, de modo que estamos ante auténticos ejemplos de la tragicomedia, una de las especies más difíciles de manejar en literatura" (Revista Siempre! 26 de octubre 2003). Me apropio de sus palabras para referirme a este volumen.
Cierro esta compilación dañada con un texto (considerado por José de la Colina como uno de los mejores cuentos mexicanos) que posee en el contenido, la anécdota, la forma y la imaginación del autor, todos los ingredientes de un cuento fantasiofrénico: "De fornicare angelorum" de Guillermo Vega Zaragoza.
Me resta decir que sólo un lector dañado sabe decodificar un texto dañado. Los escritores hacen lo propio. La imaginación encuentra como amante la estructura. Todo lo demás es la fruición pura y perversa de la lectura.
1 Comments:
Estimado Guillermo
Soy Israel León O'Farrill y descubro con una mezcla de gozo y asombro que mi cuento esté publicado por el sello que promocionas aquí en tu blog... Me hubiera gustado saber para estar ahí en la presentación con ustedes... ¿dónde crees que pueda conseguir el libro? ¿dónde lo venden? Te dejo mi correo para cualquier cosa leonofis@yahoo.com.mx y mi blog es el http://israelleon.wordpress.com/
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