viernes, enero 07, 2011

Se escribe porque no se sabe hacer otra cosa

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Cyril Connolly, autor de La tumba sin sosiego.

Hace unos meses, la siempre inquieta Brenda Navarro me hizo una entrevista por correo electrónico para publicarla en un fanzine. Revisando mis archivos me la encontré completa y creí que resultaría interesante compartirla aquí, así, tal cual se la mandé.

ENTREVISTA A GUILLERMO VEGA ZARAGOZA

1.- Escribir, ¿para qué?

En principio, porque no se sabe hacer otra cosa, porque uno se ha cerrado todos los caminos para ser otra cosa. Luego, se escribe literatura (porque los periodistas también escriben) porque se busca expresar algo bellamente y penetrar a través del lenguaje en el misterio de la existencia, del alma humana. El español Francisco Umbral dice en su libro Los alucinados: “El escritor es una de las formas más corroborantes de ser hombre. Uno se está corroborando en cada línea… ¿Se elige el ser escritor por miedo a no ser, a no existir?” Es decir, se escribe para ser, porque si no se escribe no se está viviendo, no se está siendo. Y abunda: “El oficio de escritor, y la materia de este oficio, consiste precisamente en decirse a sí mismo todo el tiempo, toda la vida, ininterrumpidamente”. Por eso, dice Umbral, “cuando no se tiene nada que escribir, pero sigue escribiendo, cuando ya no tiene nada qué decir, en el puro reborde del oficio, en el visel literario de la prosa, es por donde mejor se conoce a un escritor. Escritor es el que lo es más allá de sus temas. El que sólo escribe cuando tiene algo que decir, es un señor que dice cosas”.

2.- ¿Por qué escribir en México?

Pues porque aquí se nace. Es un simple accidente geográfico, pero igual podría ser en China, Perú, Suiza o Timbuctú.

3.- ¿Cómo ves la creación literaria en México?

Veo que está en un proceso de redefinición. Los viejos escritores, que mantuvieron toda una cuasi dictadura sobre lo que era correcto o incorrecto escribir, afortunadamente ya están colgando los tenis, y ahora hay una gran oleada de jóvenes escritores, nacidos en las tres últimas décadas del siglo pasado, que están explorando sus propias formas y temas de creación y expresión, sin el lastre de figuras totémicas. Está bien leer y valorar en su justa medida a Paz, a Rulfo y a Fuentes, pero su tiempo ya fue. Los jóvenes están en la búsqueda de su propia voz, más amplia, menos provinciana, aunque sí detecto una cosa: una perniciosa falta de rigor para enfrentarse al texto. Como ahora resulta tan fácil publicar, por aquello de los blogs y las editoriales digitales, se olvidan de revisar y pulir el lenguaje, de la precisión que requiere la belleza literaria. Pero fuera de eso, me parecen muy vigorosas e interesantes las propuestas de los escritores actuales en todos los géneros.

4.- ¿A qué le atribuyes que haya más hombres que mujeres en la vida literaria?

Eso era antes. Ahora lo dudo. Creo que hay muchas mujeres escribiendo. Nada más hay que ver los talleres literarios, las escuelas de escritores y las facultades de letras. Ahora, que las editoriales sigan pensando en “literatura femenina” me parece una tontería. No hay literatura femenina ni masculina. Hay literatura, punto.

5.- ¿Crees que hay unión gremial en México? Si, no, ¿Por qué?

¿Unión gremial de los escritores? Permíteme reírme. Te lo voy resumir parafraseando un aforismo de Woody Allen: “Los escritores son como la mafia: sólo se matan entre ellos”. Se agrupan los intelectuales, pero no los escritores. No es lo mismo ser intelectual que ser escritor, aunque se puede ser ambos. Pero el escritor es, por definición, un ser solitario, individualista, cuyo principal objetivo es escribir una obra perdurable. Si lo hace y además le queda tiempo para andar en la grilla, pues qué bien.

6.- ¿Es posible la autosustentabilidad en el escritor? ¿Qué hace falta?

En México no. Nunca lo ha sido, aunque sí conozco varios escritores, además de algunos consagrados, que son amigos míos y viven de lo que ganan escribiendo libros, no haciendo periodismo ni dando clases. Eso no quiere decir que todos puedan, pero sí que es posible. El problema es que en México no existe realmente un verdadero sistema literario, por así decirlo, en el que el escritor se dedique a escribir, el agente literario a vender lo que el escritor escribe, el editor a editar el libro y el librero a venderlo. Aquí el escritor tiene que hacer todo por sí mismo si quiere que lo conozcan: escribir, promoverse, editarse y vender sus libros. Sin embargo, es posible vivir de cosas aledañas a la escritura: clases y talleres, corrección y edición, el periodismo, el guionismo, la redacción de discursos para políticos, el matrimonio, el esclavismo sexual, etcétera.

7.- ¿Será cierto que hay más escritores que lectores?

No, pero a veces parece que sí, sobre todo en el caso de la poesía. Incluso, hay poetas que parece que no se leen ni a sí mismos, porque entonces no publicarían cosas tan malas.

8.- ¿Cuál es el fin último del escritor?

Para contestarte, me voy a permitir citar los dos primeros párrafos de un libro que todo aquel aspirante a escritor debería leer. Se trata de La tumba sin sosiego, del crítico inglés Cyril Connolly. Y estos párrafos deberían copiarlos, enmarcarlos y colgarlos junto a su mesa de trabajo para que nunca se les olviden:

"Cuantos más libros leemos, mejor advertimos que la función genuina de un escritor es producir una obra maestra y que ninguna otra finalidad tiene la menor importancia. Por obvio que esto sea, ¡qué pocos escritores serán los que lo admitan, o que, aun admitiéndolo, se sentirán dispuestos a dejar a un lado la labor de iridiscente mediocridad en la que se hallan empeñados! Los escritores siempre esperan que su próximo libro va a ser el mejor de ellos, pues no quieren reconocer que es su modo de vivir presente lo que les impide el crear nada mejor o diferente".

"Todas las incursiones en el periodismo, la radio, la propaganda y el cine, por grandiosas que sean, están de antemano destinadas a la decepción. Poner lo mejor nuestro en estas formas es otra insensatez, pues con ello condenamos al olvido las buenas ideas lo mismo que las malas. En la naturaleza de tales trabajos está el no perdurar, así que nunca deberíamos emprenderlos. Los escritores enfrascados en cualquier actividad literaria que no presuponga el intento de crear una obra maestra son víctimas de sí propios y, a menos que estos autoaduladores se limiten a considerar aquellas actividades como su contribución al esfuerzo de guerra, tanto les valdría el pelar patatas".

9.- ¿Qué necesitas para decir que ya cumpliste tu misión literaria?

No creo que haya algo así como “una misión literaria”. Se escribe porque se quiere escribir y porque no se sabe o no se quiere hacer otra cosa. En todo caso, no siendo tan drástico como Connolly, diría que la misión del escritor es escribir lo mejor que pueda lo que quiera escribir. Si es una obra maestra, ya es otro patín, que no lo decide él, sino la posteridad.

10.- ¿Apoyos y becas o mejor más venta de libros?

Diría que ambas, pero en un país donde las ventas de libros no dan para vivir, las becas se vuelven necesarias, y para muchos indispensables, para subsistir. Sin embargo, lamentablemente, los apoyos por parte del Estado también funcionan como método de cooptación y, sobre todo, para que las camarillas locales y nacionales se repartan el pastel en detrimento de una distribución adecuada de los recursos, repartiéndoselos entre sus cuates y amantes, en lugar de distribuirlos entre aquellos que vale la pena apoyar por la calidad de su trabajo. Ahora, la venta de libros no es garantía de calidad literaria. No necesariamente lo mejor es lo que más vende. En ese caso, Carlos Cuauhtémoc Sánchez sería el mejor escritor del país.

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