Medea o la destrucción
“Las leyes están hechas para los mediocres. Cuando eres un superdotado, las normas no te valen. Tienes derecho a saltártelas, dado que la sociedad ya te hace pagar con dureza extrema tu gran capacidad, tu superioridad. Es inútil aspirar a ser como los demás. Aunque en un principio resulte doloroso darse cuenta de esa verdad, al final es un alivio, pues dejas de sufrir por no ser aceptado en el club de lo vulgar y corriente y empiezas a sufrir por lo auténtico. Sufres porque no hay lugar para ti más que el que tú decides que sea tu lugar. Y en ese momento dejas de ser un exiliado”.
“Hay decisiones que hay que pagar en soledad, sin que nadie te acompañe, sin la más mínima ayuda, sin consuelo o justificación, sin exenciones o atenuantes ni por parte de las leyes ni por parte de los hombres. Ni siquiera por parte de los seres queridos”.
“El final de una historia de amor es un diálogo en el que quien es abandonado debe hacer el papel más penoso. Porque no hay forma de irse dignamente, no hay vía de escape o de salvación que permita entender y no suplicar, que permita no caer en la autocompasión o el reproche. “¿Ya no me quieres?” es una pregunta que uno no debería hacer jamás. Antes es mejor irse, claudicar”.
“Si un hombre no sabe amar, si un hombre traiciona la pasión a la que se ha comprometido, merece ser un desgraciado. Y la mujer que se ha dejado llevar hasta ese límite merece igualmente un castigo ejemplar. Si un hombre no sabe amar, es un impotente, un fantoche, una ser inferior, incompleto, un lisiado, una ruina. Jasón es un cobarde. Y amar a un cobarde es humillante. Que alguien anteponga el poder al amor es una exacta prueba de imbecilidad. Y amar a un imbécil, traer al mundo su descendencia, es el peor pecado de una inteligencia superior”.
“¿Qué tiene que ver el amor con la inteligencia? Todo y nada. Tiene que ver con la elección. Elegir es un acto de voluntad. Y la voluntad no es idiota. O no debería serlo. La voluntad puede a la irracionalidad. Amar es un acto de voluntad. Por tanto, amar debería ser un acto inteligente. Si eliges mal, eres imbécil. Y si antepones otro valor al del amor, eres también un imbécil”.
Fragmentos del cuento “Medea o la destrucción” de Lola Beccaria, en Varios autores. Tragedias griegas, 451 Editores, Madrid, 2007.
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