miércoles, abril 02, 2008

El caballero Jaime Casillas

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Jaime Casillas fue mi maestro de Historia de la Cultura en segundo semestre del Diplomado de Creación Literaria de la Escuela de Escritores de SOGEM. Sus clases eran sumamente amenas y enriquecedoras. Armado de su carrusel de diapositivas, nos llevaba de viaje por las culturas antiguas de Egipto, Grecia, Mesopotamia, Mesoamérica, etcétera, con su gran capacidad para contar historias y, sobre todo, para contagiarnos su entusiasmo por el conocimiento, por el arte y por la vida.

Como tarea nos dejaba escribir ensayos sobre el tema que más nos hubiera gustado de los que habíamos visto en clase. Todavía me acuerdo que uno de los que más me impresionó fue el de Akhenatón. No sé si fue bueno el ensayo que escribí, pero sí sé que lo hice con la pasión contagiada por Jaime, y para mí eso bastaba.

Si me pidieran que escogiera una persona con la que definiera la palabra "caballero" sería Jaime Casillas. Y no sólo por su estampa quijotesca sino también por su vocación para "desfacer entuertos" y luchar sin tregua por sus ideas y sus pasiones. La más grande de todas: el cine.

Escritor, director, productor y maestro, impulsó y defendió como pocos el alicaído cine nacional de los embates de los burócratas descerebrados y los inversionistas insensibles en todas y cada una las trincheras donde le tocó combatir. Y como El Quijote, hasta cuando parecía perder, triunfaba. Su ánimo nunca decaía. "Siempre adelante, adelante", nos decía.

Tiempo después Teodoro Villegas, director de la Escuela de SOGEM, me invitó como maestro, ocupando las horas que Jaime daba, ya que él pasaría a impartir en primer semestre para cubrir la ausencia de Juan Miguel de Mora. Teodoro me pidió que combinara la historia de la cultura con la novela y el arte. Inconciente que soy, acepté y en los primeros semestres me salió un mazacote que luego fui mejorando (o empeorando, según se vea), pero de algo sí estaba seguro: quería que mis clases fueran tan entusiasmantes como las de Jaime Casillas. A veces lo logré, otras no, pero su ejemplo siempre lo tuve presente.

Conviví poco con él, no porque quisiera, sino porque él siempre andaba ocupado en lo suyo, y yo lo respetaba demasiado como para importunarlo con mis cuitas insignificantes. Pero las pocas veces que platicamos fuera del ámbito de las clases, siempre tuvo una expresión de camaradería y bonhomía para conmigo.

Jaime Casillas falleció en la madrugada de hoy de un paro cardíaco. Acababa de regresar de un viaje de trabajo: una reunión sobre derechos de autor y sociedades autorales celebrada en Buenos Aíres, Argentina.

Era miembro del Consejo Directivo de SOGEM, Vicepresidente de la UNSA y Presidente de la Sociedad de Directores de Obras Audiovisuales. Fue director y escritor de películas como La leyenda del manco (1987), Memoriales perdidos (1983), Tierrra de rencores (1986), El jardín de la tía Isabel (1971), entre otras.

Actualmente trabajaba en la producción de la película Las armas del alba, basada en la
novela de Carlos Montemayor sobre el asalto al cuartel de Ciudad Madera, Chihuahua.

Nota en Excelsior on line (los únicos que no se concretaron a fusilarse la pinchurrienta nota de Notimex).

Ver aquí la biografía de Jaime Casillas en el sitio de Escritores del Cine Mexicano Sonoro de la UNAM.

Reproduzco, sin permiso, algunos poemas y pensamientos que sus alumnos en SOGEM han expresado en la lista de correo que mantenemos en Internet.

Descanse en paz, maestro Jaime Casillas.
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UN RECUERDO ETERNO PARA JAIME CASILLAS
por Ozelotl Chávez Torres

te recuerdo
ahora
como si el viento todo
surcando el mundo
fuera tu mirada
amigo
maestro
poeta
de la imagen descrita
en versos de sombras
y luces
de recuerdos

mañana nos narrarás
tu estancia genial
en otro sitio lejano
tan lejano
que hubiste
hoy de emprender
el viaje


Maestro
por Set Ricardo Salazar

De apasionante voz
y ligero paso
viene Casillas al mando;
alma de guerrero

sonido acariciante de viento:
como un virus nos contagia
y nos deleita con su visita.

Frágil caballero otoñal
Don Quijote te ve y se inclina,
tu estilo distinto, imaginas
eres niño, eres hombre, eres sabio
en tu casa, en la escuela
y "Señor" en el trabajo;

Rey Midas lo envidia,
corazón que tocas lo haces oro
con tu palabra, tu ánimo…

Los alumnos te reconocemos
no sólo tu ser bueno, ser lo mejor,
y se te cita con el alcohol
en esos jueves sin tu presencia,
antes de tu clase, ese gusto
que no se inhibe, no recela
y te llevas las palmas al final
desde un comienzo se te dan;

la edad no hace al hombre
es el hombre quien le da edad
por un gusto de compartir
por ese gusto que no te hace partir;

nadie lo olvida cada jueves:
contemplación estética
“agarrando al toro por los cuernos”
“cuando no se puede má…”
“rájala, va; hombre, qué impresionante”
frases añejadas,
emanante pasión desbordante...

No quiero dar más aplausos,
no quiero ir a darte un abrazo
o estrechar tu mano;
te regalo un poema reconociéndote…

Vuelve, maestro, vuelve
tus conocimientos inquietantes
sorprendido por la levedad del hombre:

se requiere tomar tus ojos
respirar tu conocimiento,
hacer una escultura de barro de la nada
esa que te adopta y te hace dueño
en una jaula de locos y genios
y te pido tu regreso, tu conocimiento
para que al caer el ocaso, te diga: MAESTRO.


Jaime
por Luis Emilio Medina

gracias a ti comprendí
el valor de la antigûedad
como profunda raíz de historias,
el diálogo con el pasado
como una eterna celebración a la vida,
el gozo del arte
por el arte mismo
en diálogo con mi contemporaneidad.
La posibilidad de soñar
y sentirse vivo
y amar
desde la evocación
de un jarrón
hasta la eroticidad
de una esfinge.
Abróchate los cinturones, jaime,
que ya despegaste...

Te conocí poco
te recordaré siempre.
Cariño maestro mío.