domingo, marzo 23, 2008

Apuntes de Nebojša Vasovic

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Tomado de La Jornada Semanal

Nebojša [Neboisha] Vasovic (1953)
, poeta, ensayista y polemista serbio, vive en Toronto (Canadá) desde 1988. Ha publicado varios libros de poesía, ensayos y estudios críticos; fue redactor de una revista literaria en Belgrado (Knjizevna rec, 1984–1988). Está traducido en inglés, francés, sueco, polaco, eslovaco, húngaro, rumano, macedonio, esloveno y turco. No perteneció nunca a ningún partido político, pero es beligerante cuando se trata de la conservación y difusión de la cultura y tradición serbias.

La selección de los apuntes traducidos aquí fue hecha por el mismo Vasovic para los lectores de La Jornada Semanal: algunos son del primer tomo de su libro Diarios 1 (2004); escrito en forma de un collage de comentarios acerca de pensamientos ajenos, diálogos breves, cuestionamientos y hasta tentativas de presentar algunas observaciones mediante la imagen literaria.

Este libro no está terminado; el autor está escribiendo lo que serán otros tomos de los Diarios. Algunos de los apuntes presentados aquí son inéditos y, en este sentido, la presente selección es parte de un todo no terminado. El autor insiste en que sus Diarios son una obra abierta, no adherida a ideas predeterminadas y que, incluso, deja la posibilidad de recibir opiniones opuestas acerca de la percepción de los mismos fenómenos; es decir, el autor escribe no para evitar las contradicciones, sino para fijar lo que fue percibido en un determinado momento. Asimismo, estos apuntes, por su naturaleza, más que del discurso filosófico, se encuentran cerca de la poesía, el diario y el diálogo.



A los hombres nada los mantiene tanto a distancia como la modestia. Por eso, el misántropo a menudo se pone la máscara del hombre modesto.



Existen libros en los cuales subrayamos lo más importante. También existen libros que subrayan lo más importante de nosotros.



De todas las artes, el cine es el que más prontamente envejece, porque es el arte que más depende de la tecnología. Las películas filmadas hace cincuenta años parecen más viejas que la epopeya de Homero.



Las ideas se parecen a los emigrantes seniles: no recuerdan de dónde vinieron, qué hacen ahí ni dónde se encontraron en algún momento.



Después de diez años de matrimonio, el marido y la mujer son como hermano y hermana. Después de veinte años, son como dos hermanas.



Hay dos cosas para las cuales el hombre siempre tiene tiempo: para ser sirviente y ser amo.



Los hombres se maquillan con las ideas como las mujeres se maquillan con lápices para ojos y labios. No es milagro alguno que las mujeres sean más bonitas.



¿De qué nos sirve la libertad de opinión si todos pensamos igual?



Es interesante cómo el hombre, cuyo cuerpo se compone de setenta por ciento de agua, es tan avaro cuando se trata de las lágrimas.



Lo que está enterrado más hondo, se excava con las manos.



Hoy en día, a menudo, el hombre hace reverencias al dinero más veces que nunca antes lo hiciera al tótem, el ídolo o Dios. Esto, para algunos, es el progreso.



Los esclavos sabían los nombres de sus faraones. Nosotros, hombres libres, podemos conjeturar libremente los nombres de nuestros amos.



A un dictador constantemente se le critica por la ausencia de ideas. Pero, ¿acaso el hombre no domina mejor a los otros cuando no tiene idea alguna?



Habría que reproducir en un casete algún capítulo de Hegel, y luego oírlo desde el principio hasta el final, como se escucha la música. Sólo así nos percataríamos de que la filosofía se encuentra en el límite de la locura.



La vida nos ofrece demasiado material para la literatura; la literatura, demasiados pocos motivos para la vida.



El hombre que vive demasiado rápido, un día u otro puede pensar que es un genio. No es milagro alguno que la genialidad sea una enfermedad exclusivamente urbana. Quienes viven en los pueblos, los desiertos y las montañas, muy raramente se enferman de genialidad.



Dios creó la voz humana; Satanás, los instrumentos. Esto también se puede comprobar en que la voz humana, a diferencia de los instrumentos, no se puede comprar con dinero.



Sí existen los grandes hombres. Son los que murieron a tiempo para no estar entre nosotros aquí y ahora.



En nuestras vidas, generalmente, actuamos papeles secundarios. ¿Qué papeles, entonces, actuamos en las vidas ajenas?



En los ancianos se puede percibir cierto pudor, propio sólo de ellos. Se avergüenzan no tanto de seguir vivos, a pesar de su ancianidad; ellos se avergüenzan de aquello que han vivido y que la muerte no podrá borrar.



Aquello que perdimos, paulatinamente se vuelve aún más grande. Aquello que conservamos, paulatinamente disminuye.



¡No supieron vivir en esta vida, pero ya se imaginan a sí mismos en aquella otra, eterna!



No está de más recordar que Leopold von Sacher–Masoch, en nombre del cual hoy llamamos masoquismo a determinadas predisposiciones caracterológicas, fue profesor de historia .



“Yo, por primera vez en mi vida, mentí recientemente”, dice con emoción un hombre de cincuenta años. Luego, continúa: “Me gustó tanto que, desde ahora, voy a mentir constantemente para compensar lo que perdí.”

Traducción de Jelena Rastovic