viernes, marzo 21, 2008

Juno o cómo me deshice de una cosa estorbosa que no me hubiera dejado gozar de las cosas bonitas de la vida



Pues finalmente fui a ver la tan mentada Juno, a la que los “genios” mercadotécnicos de la distribuidora le pusieron el subtítulo de “Crecer, correr y tropezar” o alguna mamada por el estilo que no tengo ganas de corroborar. Háganme ustedes el rejodido favor: como si el público fuera idiota y no entendiera de qué se trata una película porque tiene un nombre poco común. ¿O es que el respetable sí será de plano idiota y todo habrá que dárselo peladito y en la boca para que no se esfuercen tanto las dos neuronas que todavía le funcionan después de tanta telenovela y futbol por televisión? Vaya uno a saber.

Pero la cosa es que la fui a ver porque por todos lados la recomendaban: que está bien buena, que re-entretenida y rete-inteligente, que totalmente irreverente y que ahora sí se atrevía el cine gringo a tratar el tema del aborto sin cortapisas y con humor cabrón, y que bla bla bla.

Fui el lunes santo al cine que está a la vuelta de mi casa y la sala estuvo casi llena. Eso ya me olía, de entrada, mal.

Empezó la peli. Originales créditos, mezclados con animación, como de comic. Bueno, primer punto a favor. La cosa no sería tan seria ni lacrimógena, pensé.

Entramos de lleno al conflicto: una niña de 16 años (la tal Juno del título, interpretada por Ellen Paige, que creo que la nominaron al Oscar por esto) va a la farmacia a hacerse por tercera vez una prueba de embarazo. Y por tercera vez sale positiva. En la madre, ¿y ahora?

Lo bueno es que la sociedad gringa es tan alivianada que el boticario se entera primero de estas cosas, antes que los papás de la interfecta o el mismo galán que aportó la mitad de la información genética para el “producto”.

Pero la tal Juno es una chavita atípica por todos lados: inteligentísima, sarcástica, burlona, cabrona, crítica de todo y de todos. Ella hace lo que se le da su pinche gana, importándole madres lo que piensen los demás. Nada más que, de tan cabrona, se le fue lo más importante: coger con condón. Chin.

Y ni siquiera se le puede echar la culpa a la calentura, que se haya emborrachado y dejado seducir por el galán de la escuela en una fiesta, porque ella misma se echó al plato al Babotas, el corredor de la clase, un nerdazo patas flacas, hijo de mami, medio idiota, pero con un corazón de oro, a fin de cuentas.

Y decía que la sociedad gringa es tan buena onda (a Bush gracias) que ya todo lo tiene pensadísimo para hacerles la vida más llevadera a las chicas que dieron “su mal paso” (como decían las abuelitas): resulta que en el Gabacho, en cualquier pueblo o ciudad bicicletera como la de la película (creo que de Minnesota, ja, Mi Nezota) hay una cosa que se llama “Mujeres Ahora” que da servicio gratuito de espantacigüeñas… ay perdón, de “interrupción asistida del embarazo”. Y todo gratuito, bendito sea el Gran Dios Dólar y la seguridad social del capitalismo salvaje.

Nada más que a la Juno, tan decidida y tan inteligente y tan cabrona ella, de repente le da un ataque de conciencia y luego de ser evangelizada por una chale tarada que sostiene una pancarta antiaborto a las puertas del edificio de la dichosa organización asistencial, se encuentra con que la que atiende a las “mujeres en aprietos” es una darketa indolente que le ofrece un condón sabor uva.

Juno sale corriendo y decide que mejor no. Que lo correcto es que el niño nazca y se lo regale a una pareja que sí lo quiera, lo mantenga y le dé todo lo que ella ni naciendo cuatro veces le va a poder dar (digo, dinero y cosas materiales, porque de amor mejor ni hablamos).

Y como ya empezamos a sospechar que la sociedad gringa es a toda madre, las parejas que buscan adoptar un niño se anuncian en El Aviso Oportuno de las revistas, en la misma sección que las chicas que dan “masajes ejecutivos”. Allí, Juno encuentra a la pareja ideal, con todo y foto, que vive en un fraccionamiento exclusivo de los suburbios (hagan de cuenta Tecamachalco, pero diez veces más ricos).

Ah, pero antes se lo tiene que decir a sus papás (bueno, a su papá y a su madrastra), que son la buenísima onda, we. Ellos estaban más preocupados de que se drogara, anduviera de terrorista apoyando a las FARC o algo peor.

Pero la nena es un encanto de responsabilidad y conciencia, y aceptan de mil amores y sin chistar su decisión de regalar al niño en cuanto nazca. Vamos, ni un pinche gritito melodramático le da el papá (por cierto, interpretado por el actor que la hace de J. Jonás Jameson, el jefe de Peter Parker, en El Hombre Araña). No cabe duda que la sociedad gringa ya avanzó muchísimo en eso de la tolerancia y la educación de los hijos, me cae de madre.

Los candidatos a padres adoptivos son una pareja de yuppies insatisfechos de tanto éxito y tanta lana que se meten: tienen una casota chingonsísima, camionetota a la puerta y cuentísima en el banco. Ella: una trabajólica-control freak-bulímica-anoréxica-health freak-vigoréxica (o sea todas las enfermedades modernas de la gente que “es tan pobre que no tiene más que dinero”, como Cris-cris-cristina Onassis, según Sabina). Él: alguna vez tuvo sueños (quiso ser rockstar, como Curkobein, nimásnimenos maese), pero se vendió al cochino sistema, ahora hace jingles para comerciales, escucha a Sonic Youth, colecciona comics japoneses carísimos y usa camisetas usadas estampadas con logos de bandas alternativas y pantas de mezcla gastados, pero de diseñador (faltaba más, señor).

Con esos antecedentes, la perspicaz Juno tarda como siete meses en enterarse de que los yuppies de marras (cómo me encanta escribir eso de “de marras”, como el pendejo del Hugo García Michel, director del fenecido pasquín La Mosca en la Pared, que cree que con escribir “de marras” ya es un intelectual como Monsiváis, pero bueno, ya me desvié del asunto de marras, jajaja). Decía que los yuppies de marras llevan una vida vacía y carecen de lo mero principal: no tienen AMOR, A-M-O-R, AAAAAAMMMOOOOOORRRRRRR. ¿Dig it? Y creen que con un niño van a llenar ese vacío que tienen en su vida tan vacía (valga la redundancia para destacar la vacuidad de los yuppies de marras).

¿Qué hará nuestra heroína? ¿Se quedará con el chamaco y vivirá como madre soltera? ¿Terminará como teibolera para pagarle la universidad al ingrato chaval que luego la rechazará y desconocerá (lo cual ameritaría una secuela, digna de Ismael Rodríguez)? ¿El Babotas patas flacas que la embarazó entrará en razón y le propondrá matrimonio, para después mandarla a volar porque no soportará lo mamona e insoportable que es la Juno y siempre lo hará sentir un estúpido y fracasado? ¿Se meterá ella de terrorista con Al Qaeda y encomendará a su chilpayate a la causa santa de Alá en contra del demonio estadounidense?

Nones, como dijo Tom Jones.

Claridosa como es la tal Juno, tomará una decisión salomónica: dado que los yuppies se han separado, le regalará el niño a Ella (al fin y al cabo, Él tiene sus discos y sus guitarras, así que no necesita más para llenar su vacía existencia), y se dará cuenta, ya sin el inconveniente del mocosín, que el Babotas es el hombre de su vida (bendito sea el Señor). Al final, Juno y Babotas “cantan” (es un decir) una rola estúpida como la película. Fin.

Obviamente, la mayoría de la audiencia sale feliz y satisfecha. Todo se resolvió positivamente. Qué bonito es lo bonito, caray.

Pero, entonces, ¿por qué yo siento una especie de decepción rayana en el encabronamiento, casi con ganas de pedir que me regresen lo que pagué por el boleto? ¿Es que soy un amarguetas, no tengo corazón y estoy en contra de las cosas bonitas de la vida?

Está bien, es una película y una película no necesariamente tiene que reflejar la realidad tal cual, pero ¿se puede mentir tan impunemente, ser tan tramposo como para abordar un tema tan polémico como el embarazo no deseado en los adolescentes de manera tan superficial y, además, que el público aplauda a rabiar tanta falsificación, porque prefiere eso a tener que pensar sobre las verdaderas implicaciones que tiene ese problema en la sociedad del país en el que vive?

Ah, sí: por eso nuestro presidente está haciendo cosas para que dejemos de ser nacos, gandallas, feos y pobres, y podamos ser, ahora sí, como los gringos: ricos, bondadosos, guapos y buena onda.

Y me dio más coraje porque la única película en la que he actuado (ejem, ahí viene el artero autocebollazo), titulada Una vida que salvar (escrita y dirigida por Andrés Castuera, y actuada por alumnos de la Universidad del Valle de México y producida por el Colectivo C.I.N.L.A.N.A) trata precisamente sobre el mismo tema que Juno, nada más que nosotros no tuvimos todas las facilidades para hacerla como en Hollywood, a pesar de que Juno sea una producción modesta y escrita por una ex teibolera convertida en escritora (la tal Diablo Cody): se filmó con una sola pinche camarita digital, los curas no quisieron prestarnos una iglesia para filmar en cuanto se enteraron de qué iba la peli, se editó en los tiempos muertos de los laboratorios de comunicación de la universidad, apenas se ha podido exhibir, no ha habido lana para lanzarla en DVD (razón por la cual, mis chamacos, ni siquiera yo puedo disfrutar una y otra vez mi excelsa actuación, a la altura de De Niro o Pacino, como el padre Salvador, que tiene un papel fundamental en la trama; es decir, sin mí no hay película, para acabar pronto).

O sea: la hicimos a la mexicana, como a la mexicana las miles de mujeres (adolescentes y adultas, hasta casadas) tienen que enfrentar ellas solas a una sociedad retrógrada, mojigata, hipócrita y misógina que se resiste, en pleno siglo XXI, a reconocer que la mujer es dueña de su cuerpo, pero además se niega a impartir, primero, la educación necesaria para que no sucedan embarazos indeseados, y si ésta falla, a proporcionar la asistencia médica y psicológica para que las mujeres que se enfrenten a esa traumática experiencia lo hagan de una manera menos riesgosa y desfavorable (con todo y que exista nueva y progresista legislación al respecto: una cosa es la realidad que vive cotidianamente el pueblo y otra la que perciben y viven los botarates de los legisladores y políticos que nos desgobiernan).

Pero eso sí: Juno fue la primera película de Fox Searchlight, el estudio que la produjo, que se mete 100 millones de dólares en taquilla, nomás en EUA, cuando apenas costó 7 y medio milloncitos (con eso se hacen como 20 películas en México y hasta sobra para darles de comer decentemente a los miembros de la producción y sus familias durante lo que dure el rodaje de las 20).

BTW: En la película se hace referencia a que Morgan Freeman estuvo en la película The Bone Collector, pero en realidad el que salió en dicha cinta fue Denzel Washington (al parecer este error fue deliberado, según la IMDB). Pero donde sí está mal es en la referencia a que Juno "es la esposa de Zeus". Una cosa es Zeus (griego) y otra Júpiter (romano). Juno es la diosa esposa de éste último, la del otro se llama Hera. Aunque a veces se consideren casi lo mismo, no es igual la gimnasia que la magnesia, a pesar de que a la claridosa e "irreverente" Juno le parezca chistoso o irrelevante saber el origen de su propio nombre: otra muestra de la "ligereza" que domina la película.

Ah, pero qué chistosa y ocurrente es la escuincla, eso que ni qué (eso de que a los niños en China los regalan como iPods o que los avientan como camisetas en los estadios es de risa loca).

Pues eso.

4 Comments:

Blogger MacVamp said...

Saludos Guillermo :)

Qué te puedo decir? A mí la peli me dejó desencantada total. A mí no me cuadra que la chiquilla sea tan inteligente y sarcástica y termine cayendo en los mismos clichés de adolescentes.

Y no se trata de envidia ajena, a fin de cuentas yo no tengo una gran experiencia sobre el género humano vía el tabledance, hahaha, pero no me parece que el guión sea digno de ser galardonado como el mejor del año.

Qué te puedo decir? Bajo mi humilde punto de vista, hay demasiadas incongruencias, demasiados clichés (como la pareja yuppie) y demasiado intentar pintarnos que la sociedad gringa es muy buena onda y super-liberal, pero nanay. Sólo hay que irnos a la América profunda y ya veremos lo retrógadas que continúan siendo.

Nope, no me cuadra que nos quieran vender la burra de una sociedad super-concienciada y de una chiquilla que de tan inteligente, el amor la apendeja y se le olvida usar condón, por muy nerd que sea el galán en cuestión.

Un abrazo,
Mac

4:30 a.m.  
Blogger Manuel Dávila Galindo Olivares said...

Creo que nunca estaremos de acuerdo en cuestión de películas. Juno es una película rara, simple, extraordinariamente simple hecha para fans de las Gilmore Girls (demasiados diálogos) Respecto a lo que dices sobre filmar, editar y demás, el problema del cine mexicano es que es imposible para un guionista escribir un guión medianamente decente. Parece que siempre queremos "impactar" "sorprender" "apantallar" al espectador. Juno busca entretener, quizá por eso le fue tan bien.

5:02 a.m.  
Blogger amargancia said...

Me parece que el guión y la dirección de la película son muy buenos, aunque el tema esté tratado con ligereza. Estoy de acuerdo en que es una película de entretenimiento pero bien hecha. Los diálogos me parecen verosímiles para la sociedad norteamericana que aunque a nosotros nos encabrone, ellos sí creen en su mundo políticamente correcto, y por supuesto, en los estereotipos.

3:53 p.m.  
Blogger ira said...

Pensaba darte la razón con alabanzas y sesudos cebollazos, pero pa qué te la doy si ya la tienes:

Eres la neta!

La pinche película es un engaño y pendejo es el que no puede ver más allá de su nariz y se la traga enterita.

Bien hecho también estuvo el plan para matar judíos, bien hecha estuvo la bomba atómica y bien hechos están los preceptos anglicanos gringos ojetes, tan bien hechos que sostienen un aparato de propaganda masiva como Hollywood.
Ahora resulta que nos da mucha ternura que la Juno ¡uy qué lista! escoga LA VIDA.

Si, qué bonita la vida, nomás que ya quiero ver a las miles de chamacas pendejas haciéndole caso a Juno y 'escogiendo la vida' para ponerle en la madre a la suya.

Rebonita generación vamos a tener de madres adolescentes. Regreso a los 30s chingá.

Ah cómo me cagó Juno.

11:38 a.m.  

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