martes, marzo 13, 2007

“¡Que no te domestiquen!”

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Padre, confieso que he pecado. Fui a ver la película Niñas mal con el único y libinidoso objetivo de ver a Martha Higareda y Camila Sodi. No me importaba admirar sus capacidades histriónicas, sino la posibilidad de que pudieran aparecer en escenas “candentes”. Pero no: a la Mini Martha ya no había mucho que verle desde su primera película y la sobrina de Thalía y Laura Zapata va a vender muy caro su amor aventurera antes de enseñar algo más que su cuerpecito en traje de baño (quizá, por ahí de los 50 años y después de muchas ciruhojalateadas, como Maribel Guardia, se atreva a enseñar los pellejos que le queden).

Pero entonces ¿qué fui a ver? Nada, el enésimo intento fallido de la cinematografía nacional por adaptar la comedia romántico-juvenil gringa a la idiosincracia nacional, o mejor dicho, a la idiosincracia de la juventud de la clase pudiente de México.

Se dio la situación de que la fui a ver el viernes de estreno en la función de las 4 de la tarde en un cine del sur de la ciudad, enfrente de donde trabajo. La sala se llenó con, obvio, jóvenes adolescentes, pocos adultos, en su mayoría jovencitas, muy parecidas, parecidísimas, a las que aparecían en pantalla: bellas, simpáticas, cuyas broncas existenciales más gruesas son del calibre de convencer a su pá o má de que les compren el modelo de celular más reciente, o conseguir reservación en el antro de moda, cosas así de peliagudas y profundas para personas que nacieron con la mesa puesta y no tienen por qué preocuparse cómo le van a hacer para comer mañana, sino más bien para no comer "porque estoy hecha una cerda, weeee" (diálogo reporteado por este tundeteclas).

La historia es muy simple: Adela, hija de un senador aspirante a la gobernatura de la ciudad (hagan de cuenta Marcelo Ebrard, interpretado por Rafael Sánchez Navarro en su gustado papel de siempre; es decir, interpretándose a sí mismo), es una aspirantilla a actriz que quiere “ir a estudiar actuación a Londres, como Gael” (en serio, así lo dice). Pero como es una rebelde desmadrosilla, el potentado supermillonario Vanderburguernstern (o sepa la madre cómo se llame) se niega a apoyar con lana la campaña del senador (hagan de cuenta Slim regatéandole el dinero a cualquier candidato presidencial) si la dichosa hijita no se enmienda. Para ello, el senador (que es todo un as para la negociación, por lo que se puede ver) logra que la Adelita se inscriba en una academia para señoritas (esto parece como de ciencia ficción, pero no: sí es cierto, sí existen ese tipo de cosas en México, D.F., en pleno siglo XXI; leí un artículo al respecto en la revista Chilango), organice una cena para que el ricachón vea que ya es una “niña bien” y le pueda sacar la pachocha. A cambio, el senador la mandará a estudiar aactuación a Londres, “como Gael” y, por supuesto, con el dinero de los contribuyentes, porque ni modo que él lo ponga de su bolsa.

La dichosa academia es dirigida por Blanca Guerra, que parece tener pacto con el diablo como Dorian Gray, porque casi no se le nota la edad y se ve guapísima. También sale Salvador Sánchez en el papel de “monseñor” (se supone que es como el cavernal Rivera o Millonésimo Cepeda, ya que desayuna con el senador y se lleva de a cuartos con puro chipocludo).

En la academia, Adela se encuentra con (¡casualidad de casualidades!) la prometida del hijo del ricachón Vanderbrugensternmarthen (o como jodidos se llame). La nena no es más fresa porque no nació en Irapuato y está celosísima de la asistente de su “gordo” (con justa razón, porque la asistenta es una argentina que ahora sale en el programa Tempranito y está buenísima). También se encuentra a la hija del director de la película (que siempre sale en las pelis de su pá) en el papel de una incipiente roquerita lesbiana, además de la típica niña boba de buen corazón, pero que ya está que se le queman las habas por dejar de ser virgen, y por supuesto, se encuentra la tal Sodi en el papel de una “nerdaza” que estudia economía (de seguro en el Tec o el ITAM), pero tiene una mamá promiscua y agobiada porque su hija nomás se la pasa leyendo y estudiando, y así nunca va a coger marido (en cualquier sentido que quieran darle a la palabra).

Como se trata de una comedia, pues ya podemos imaginarnos que la “niña mal” arma un desmadre, que echa a perder todo el plan, y al final ella lo arregla milagrosamente, porque le cae el veinte de que no hay que ser tan extremista sino que, gracias al amor, se puede triunfar y alcanzar todo en la vida. Punto fin, como diaría mi cuate El Tapones.

En la escena final, cuando la van a despedir al aeropuerto para irse a estudiar actuación a Londres "como Gael", Pía (la Sodi) le grita a la Adela-Higareda: “¡Que no te domestiquen!”, lo que resulta de una profunda ironía, si tomamos en cuenta que esta cinta es la primera producción de la división en México de Sony Pictures. Fernando Sariñana, que se había revelado como un director correcto y muy profesional, que cuida la producción y el concepto visual de sus películas hasta el más ínfimo detalle, y por lo mismo estaba que ni mandado a hacer para dirigir esta primera incursión directa de los estudios norteamericanos en el cine nacional. Se ha dicho en los medios que todos y cada uno de los detalles de la producción fueron supervisados desde Hollywood y que todos los cambios que quisieran hacer se tuvieron que negociar y ser aprobados desde allá. Control absoluto del estudio extranjero, pues. Aún así, se les fueron algunas lagunas en la trama, pero bueno, tampoco se va a poner uno muy exigente con una película de este tipo.

No dudo ni tantito que la película sea el hitazo del año (incluso por encima de los bodriazos Cansada de besar sapos y Efectos secundarios que van por el mismo tenor). Tiene todo para serlo: buena producción, actrices bellas y populares, excelente campaña de medios (están en todas las revistas y programas), etcétera. Pero ¿ese es el futuro del cine nacional? ¿Hacer churros mexicanos con las consabidas fórmulas gringas? ¿Caer en el facilismo ramplón, en la autoindulgencia, en la ausencia de ideas, de tesis, de propuestas? ¿O es que ya nos domesticaron?

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3 Comments:

Blogger marichuy said...

Tu te preguntas: ¿ese es el futuro del cine nacional? ¿hacer churros mexicanos con las consabidas fórmulas gringas? ¿o es que ya nos domesticaron? Si se trata de contar con el apoyo de productoras trasnacionales, creo que I have news for you my darling: ¿acaso lo dudas?

Fuera de ironías, tu descripción-relato-crítica de la dichosa película es hilarante, te juro que me reí de lo lindo; casi diría que es mejor que ver el filme.

PS Mi primo babea por Martita Higareda, pero dice que a tal Sodi no la soporta (quesque se le hace una babosa, o sea, ¿las otras son intelectuales?) y no va a ir al cine a verla. Le voy a decir que un intelectual "de a devis" se arriesgó y no murió en el intento.

3:50 p.m.  
Blogger Don Gato said...

Bueno...todos tenemos este tipo de pecadillos y si no date una vuelta por mi blog en un post que dice Mea Culpa...

12:19 a.m.  
Anonymous Anónimo said...

Me hiciste recordar el día que iba a ver ese bodrio de película y terminé viendo Morirse en domingo. Con la intención de ver un bodrio ese día terminé por ver una muy buena e hilarante película. Ojala la hayas podido ver también.

Quesque cansada de besar sapos, dijo por ai el babas de Sergio Sarniento es el tipo de películas que el cine mexicano necesita, quesque porque la mayoría de las películas que aquí se producen le tiran al público intelectualoide... Si ése es el cine que nos espera, ahora sí apoyo el retiro de subsidios que promueve Fecal, me cai...

2:52 p.m.  

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