La condición insular
La semana pasada estuve en Ciudad del Carmen, Campeche. Fue la tercera vez que viajé allá, a impartir cursos en la Universidad Autónoma del Carmen. En esta ocasión fue un mini taller de novela, al que se unieron alumnos de la Maestría en Artes de la misma UNACAR. Varios de ellos participan en una red cultural que organiza talleres, cursos y eventos culturales, como la exposición de Francisco Toledo que organizaron en el Centro Cultural Universitario de la UNACAR y a cuya inauguración fui cordialmente invitado.
Además, editan la única revista cultural independiente de toda la isla: En tierra de todos. La directora editorial es la poeta Gabriela Vadillo y el diseño es de Anel Jiménez Cruz y del artista visual Alejandro Pérez Falconi. Llevan apenas cinco números y está dedicada fundamentalmente al ensayo y el comentario cultural. Los números son monográficos. Los dos últimos son sobre literatura y salsa y sobre niños.
Su blog es: http://revistaentierradetodos.blogspot.com
Por otro lado, como ya se está haciendo costumbre, el maestro Daniel Casanova , profesor del Campus II de la Preparatoria de la UNACAR, invitó de nuevo a este tundeteclas a aventarles un choro mareador acerca de poesía y literatura a los alumnos de las materias de lectura y redacción y creación literaria.
Y como siempre, para mí es una delicia convivir con los muchachos que les gusta leer y tienen inquietudes literarias, sobre todo cuando se trata de alumnos de los estados de la República. A los capitalinos a veces se nos olvida que seguimos siendo víctimas del centralismo y que en algunos lugares la oferta cultural es tan escasa que lo que aquí hasta desdeñamos, en otros lugares la aprovechan al máximo.
El maestro Casanova, contra viento y marea, ha sacado adelante su proyecto de fomento a la lectura “Liber-A-Nos”, que incluye salas de lectura, clubes del libro, visitas a primarias y secundarias donde los alumnos de la prepa leen a los alumnos más pequeños, etcétera. Eso es lo más importante: no se trata de un proyecto de los maestros únicamente, sino que son los alumnos los principales involucrados.
Este proyecto ha tenido tanto éxito que se han abierto ya 10 salas de lectura en los planteles educativos y se ha sumado al programa estatal y nacional de fomento a la lectura. Las salas de lectura son lugares abiertos con sillones cómodos donde cualquier niño o adulto, sin necesidad de ninguna credencial, puede solicitar prestado un libro y llevárselo a casa, con la promesa de devolverlo en cuanto lo termine de leer. Me cuentan que es mínimo el número de libros que no regresan, que son básicamente los adultos los que se los quedan hasta para venderlos, pero que los niños sí cumplen su palabra.
Ha tenido tanta aceptación el programa que una delegación de alumnos, junto con el maestro Casanova, viajaron a Túnez en julio pasado para representa a México en la Expo Ciencias Internacional, en el área de Ciencias Sociales y Humanidades.
Como el maestro Casanova no da paso sin huarache, también aprovechó para invitarme como evaluador de los proyectos científicos de la Expo Ciencias de la Preparatoria de la UNACAR. El que más me llamó la atención fue el del “Periódico Ecológico de la Pandilla Científica”, formado por alumnos de quinto año de primaria, que a través de artículos y dibujos emiten mensajes para despertar la conciencia ecológica de niños y adultos.
Quizá para algunos todos estos esfuerzos puedan parecer de poca trascendencia, pero puedo asegurar que para quienes los impulsan y, sobre todo, para quienes se ven beneficiados con ellos (que en su mayoría son niños y jóvenes) significan mucho.
Y no es cosa menor lo que sucede aquí: durante años, a pesar de que en las costas de Ciudad del Carmen se han extraído los millones de barriles de petróleo que han mantenido y siguen manteniendo al país, a los carmelitas les ha tocado poquísimo de esa bonanza de la que se llenan tanto la boca los políticos locales y nacionales.
Creo que parte de la respuesta a la indolencia gubernamental relacionada con la cultura es que las propuestas, los proyectos y el trabajo provengan de los propios educadores, artistas y creadores, incluido el mismo público, dejando atrás de una vez por todas el paternalismo, el patrimonialismo y la corrupción.
Si de por sí parece que no hay gobierno y que a los políticos parece valerles madre la cultura, pues de una vez hay que tomarles la palabra: mandarlos a volar y hacer que los proyectos funcionen desde abajo, sin esperar dádivas que nunca llegan, como si nos estuvieran haciendo el favor.
A final de cuentas, si no lo hacemos nosotros mismos, ¿quién diablos va a venir a hacerlo por nosotros?
1 Comments:
Qué señor proyecto.
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