martes, abril 15, 2008

Tierra prometida

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Por Guillermo Vega Zaragoza

“Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar”.
Éxodo, 14:16

Extasiado,
te miro dormir
como debió ver
Moisés que las aguas se abrían ante los suyos
para llegar a la tierra prometida,
blanca e infinita,
como la piel de tu espalda
dividida en dos mundos paralelos
que mi boca se apresta a conquistar.

Bebo de ti la leche de la madre
con la avidez de un condenado.
Quisiera ser tu madre,
concebirte y tenerte dentro de mí,
para nacerte al fin
y volverme tu hijo,
que me devores
para volver a tu interior,
para que me nazcas de nuevo
y nacer y morir
y volver a nacer entre tus muslos.

Podría mirarte respirar otros veinte o dos mil años
tan sólo para saber que existes,
que no eres producto de la fiebre o el delirio,
que estás aquí, en este lugar de los desvelos
y que te admiro como el impuntual cometa que eres,
que siempre has sido.
Pero has regresado al fin
y no quiero dejarte ir
sin quedarme otra vez
con un pedazo de tu luz.

Tu cuerpo desnudo,
prístino e interminable,
es lo más cerca que estaré del cielo en esta vida.

1 Comments:

Blogger Lucía Malvido said...

Algo traes Vega... se te nota. Llámale instinto femenino.
A lo tuyo llámale fortuna. Ya lo nombraste Tierra Prometida.
Pero se te nota.
Te quiero. Me alegro muchísimo. Tenemos que vernos.
Te mando un besototote.
Atte: Luci o la malvada mal vedo Malvido.

12:38 p.m.  

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