Aristegui
¿Se podrá levantar una denuncia por "maltrato profesional con agravantes" y "lesiones graves a la libertad de expresión"?
¿Por qué es tan preocupante que Carmen Aristegui ya no esté al frente de su noticiero matutino en W Radio? (Ver la nota en La Jornada).
En rigor, si una persona no está de acuerdo con las condiciones de trabajo que le ofrece una empresa, simple y sencillamente, agarra sus cositas y se va a otro lado donde sí se sienta a gusto. Punto. Si Carmen no llegó a un acuerdo con los gachupines del Grupo Prisa que ahora controlan Televisa Radio, por diferencias de política editorial, pues ya encontrará otro micrófono donde sí pueda ejercer su profesión como le gusta.
Pero he ahí la cuestión: esto, que debería ser el pan de cada día en una sociedad verdaderamente plural y democrática, se convierte en noticia de primera plana precisamente porque Carmen Aristegui es una de las pocas, poquísimas, personas decentes que ejercen verdaderamente el periodismo en este país: abordando los temas noticiosos, lo que de verdad es importante en la agenda nacional, de la manera más completa y objetiva posible, sin condicionamientos ideológicos, políticos o económicos. Carmen Aristegui es una periodista que ejerce su profesión como debe ser. Nada más, pero tampoco menos.
Esto, que debería ser lo común en el ámbito periodístico, resalta precisamente porque no lo es. En el país de los ciegos, el tuerto es rey. Carmen Aristegui es una anomalía en una sociedad tan corrupta y descompuesta como la mexicana, y por ello le han ido cerrando los espacios para ejercer su profesión. Primero, salió de Imevisión cuando la compró el gángster Ricardo, el "Para-qué-queremos-autoridades", Salinas Pliego. Luego, tuvo el mal tino de asociarse, junto con Javier Solórzano, con el deficiente mental de Pedro Ferriz de Con en lo que terminó siendo Imagen Informativa, luego salió de Televisa con su famoso Círculo Rojo, y ahora de Radiópolis.
Por otro lado, una empresa privada tiene todo el derecho de decidir a quién contrata y a quién no, y si los gachupines quieren que los conductores de sus programas vayan a trabajar travestidos y con bigote a la Aznar y consiguen a alguien que acepte hacer el ridículo por unos cuantos miles de pesos, pues adelante, muy su bronca. A ver quién los sintoniza.
Pero da la casualidad de que lo de Aristegui tiene todo el tufo de una vendetta política, porque resulta que Juan Ignacio Zavala, yerno de ya-saben-quién, es el encargado de los negocios del Grupo Prisa en México. ¿Se acuerdan de todo el caso Hildebrando, el cuñado incómodo que tenía contratos millonarios con múltiples oficinas gubernamentales? Pues uno de los periodistas que le dio seguimiento y hasta consiguió entrar a la intranet de Hildebrando, fue Carmen Aristegui.
¡Qué curioso, verdad? Amén de que en su noticiero, Aristegui dio espacio a todas las voces y opiniones acerca de las elecciones del año pasado, no nada más a la visión gubernamental. Y eso también le debe haber dolido a ya-saben-quién. Y, pues ahora, ya se lo cobró, por interpósita persona. De hecho, se trata de una política implantada en Televisa Radio a todos sus conductores. Y si hasta el acomodaticio flan de Carlos Loret de Mola salió por piernas al no aceptar las restricciones, imagínense los demás. Se van a quedar sin nadie que apague la luz y cierre la puerta.
Bueno, Fox se fregó a José Gutiérrez Vivó y éste, por contar con mayores recursos, pudo aguantar casi todo el sexenio el asedio hasta que terminó por tronar, aunque ya regresó a las ondas hertzianas pero con poca gloria. En tanto, Carmen Aristegui es tan sólo una periodista independiente, cuyas únicas armas son su inteligencia, su talento y su integridad profesional.
Yo tuve la oportunidad de conocerla hace ya más de 18 años: en aquel entonces ella empezaba a conducir el programa de la CNDH en Radio Educación, cuando el tema de los derechos humanos apenas figuraba en la agenda de la sociedad. De inmediato (perspicaz que es uno, caray), me pareció una mujer, además de bella y simpática, muy seria, preparada y profesional.
He seguido su trayectoria y dos o tres veces hemos coincidido en algún evento, aunque debo reconocer que no escuchaba su programa en la W (perdón, pero en realidad no escucho ya la radio, desde que no uso mi automóvil para trasladarme a diario), y como tampoco tengo cable, pues no veo su programa en CNN, aunque de vez en cuando leo su artículo semanal en el Reforma.
Pero eso no obsta para reconocer que Carmen Aristgui se ha convertido en una referencia noticiosa tan presente e influyente como lo fue, guardando todas las proporciones y diferencias del caso, la de Jacobo Zabludovski, cuando la gente decía: "Lo dijo Jacobo en la tele". Así, ahora muchos dicen: "En el programa de Aristegui salió que..."
En suma, lo que debe preocuparnos es que la derecha en el poder, a pesar de su fachada dizque democrática, en realidad está aplicando los mismos mecanismos represivos que durante 70 años ejercieron los gobiernos priístas. Pero, por fortuna, buena parte de la población ya no se queda callada ni puede ser manipulada tan fácilmente. La radio y la televisión ya no tienen tanta influencia como los políticos y sus cómplices empresariales quieren seguir creyendo
Como siempre, desde siempre, lo que queda es resistir, denunciar y participar, desde la propia trinchera, para que las cosas cambien.
Desde aquí, si sirve de algo, todo el apoyo y la solidaridad humana y profesional con Carmen Aristegui.
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