sábado, noviembre 10, 2007

Círculo Cromático, de Andrés Castuera-Micher

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Por Guillermo Vega Zaragoza

En otros tiempos, Andrés Castuera-Micher podría haber sido considerado un “hombre del Renacimiento”: escritor, actor, poeta, dramaturgo, músico, cineasta, director de teatro, maestro… Pero hoy no, resulta que vivimos en tiempos hipermodernos (aunque más bien parecen desmothernos) y los hombres como Andrés Castuera son más bien considerados como idealistas, soñadores, locos o, de plano, subversivos, ya que es capaz de morirse en la raya por defender lo que cree y siente, por expresar su arte y sus ideas, pero además es un agitador profesional, un incitador de vocaciones, un moderno flautista de Hamelin que logra entusiasmar a decenas de jóvenes (sus alumnos) para llevar a cabo sus aparentemente “locos” proyectos; por ejemplo, filmar un largometraje con un presupuesto casi nulo y además sobre un tema tan polémico como el aborto, con una visión nada complaciente y sí muy valiente.

Pero ahora Andrés Castuera nos muestra otra de sus facetas, la de poeta, con este enérgico y provocador libro titulado Círculo Cromático. Aquí está la voz de un escritor que no tiene miedo a llamar las cosas por su nombre, que no se detiene en garigoleos ni exquisiteces de señoritas de salón de té. Son las palabras de un hombre de su tiempo, que le informa a uno de sus poetas admirados que el sur también existe, pero que nos está yendo del carajo; que inventa colores de acuerdo con su estado de ánimo, con la emoción que lo embarga al reclamarle sin ambages a las mujeres que ama y que odia, y que va a seguir amando, porque todas las mujeres son en realidad una sola, aunque tengan diferentes nombres, como la luz blanca, que concentra todos los colores.

En este libro, Andrés Castuera apuesta el todo por el todo y sale airoso de su osadía. Inicia con poemas de corte político y social, al que tanto le rehúyen los poetas actuales, más por incapacidad que por caer en el panfleto o la propaganda. Como antes Efraín Huerta, uno de nuestros grandes poetas comprometidos políticamente con las mejores causas, Castuera canta y se indigna, vocifera e interpela al lector, al mundo, a la humanidad entera.

Prosigue con poemas amorosos, o mejor dicho, de desamor, provocados por aquellas mujeres que ya no están, cuyos cuerpos han dejado un gran vacío en el alma del poeta y que ha quedado llena de ausencia. Luego, con un breve giro, nos lleva al ámbito de la poesía sobre la poesía, a la reflexión del poeta sobre su propio arte, sobre la razón de ser de esta necesidad de poner las emociones en palabras. Otro giro más y de nuevo estamos en el terreno del amor y el desamor, de la mujer inalcanzable, a la que no se puede llegar porque está prohibida o simple, dolorosamente, fallecida.

Finalmente, para cerrar el círculo y volver a empezar, el poeta homenajea a su maestro, a esos otros grandes poetas, como “el Peatón Sabines” que nos ha dejado el legado de la palabra libre: libre para nombrar, libre para cantar, libre para indignarse, libre para decir “pinche vida”, libre para decir “hermosa vida”.

Este Círculo Cromático es la invitación a un viaje, de un viaje alrededor de un hombre, alrededor del alma de un poeta, de Andrés Castuera-Micher. Es una invitación para que el lector se embarque en una verdadera odisea alrededor de sí mismo, de sus propias emociones, de sus propios miedos, angustias, alegrías e indignaciones. Es un viaje por la poesía de uno de nuestros más vigorosos poetas jóvenes, de este saxofonista de Hamelin con traje azul que es Andrés Castuera-Micher.

(Prólogo del libro publicado por Editorial Épica y presentado ayer viernes 9 de noviembre en la librería Otro Lugar de la Mancha de la Ciudad de México)

Un poema de Andrés Castuera-Micher:

¿Por qué tengo que amar a México?

¿Por qué tengo que amar a México?
si mi país ya no es mío,
es de esas manos manchadas por la tinta verde del dólar robado,
si mi sed insoportable, aún es mi sed pero mi agua
no puedo beberla,
no es mía, es una deuda ajena y vieja...
Esos tonos verdes que sembraron los de antes, ahora se han teñido de otro verde... uno mas costoso y que no sirve para comer.
Ese nuevo verde no esta en mi bandera, se pinta solo en las bolsas de los que tanto han pisado el lienzo tricolor en aras del progreso...
En los campos, ya no hay campo para el campo,
solo se pavimenta el seco recuerdo de los que tuvieron que huir de sus adobes humeantes.
Se fueron esperando vivir mejo
cuando mejor hubiera sido vivir...
¿Por qué tengo que amar a México?
si el Náhuatl avergüenza a los que lo conocen
y mi español no se habla más,
avergüenza a los que lo han hablado.
Ya solo se digiere y se mastica el inglés en las gargantas de moda,
si mis costumbres son la costumbre
de hacer todo menos lo de costumbre,
si a los “tatas”, a mis sabios, los veo en un asilo
instruyendo a enfermeras sobre las cosas importantes de la vida...
...y otros tantos en la calle piden limosna
después de haberlo dado todo...
¿Por qué? Si los niños ya no son mexicanos,
son de una patria llamada “la calle”
y su nación se reparte sin falsas democracias con la ley de la selva...
Si las cárceles están repletas de inocentes que no conocen la ley,
y la ley la hacen los culpables...
¿Por qué tengo que amar a México? si México ha dejado de amarse a sí mismo.