martes, agosto 16, 2005

Recuérdame...

En efecto, Mayra:

La ignorancia es una forma de la felicidad.

La excesiva realidad de un poco de cacao

Ni siquiera se puede uno comer un gansito a gusto, carajo. No lo dice Baudrillard, pero si lo dijera, estaría de acuerdo con él: hay cosas que no debemos saber. Vivimos más felices sin conocerlas. Presenciarlas es obscenidad, y aquí Baudrillard sí opina, y afirma que en lo obsceno existe lo real y esto es “algo más verdadero que lo verdadero”.

Llevaba casi treinta años disfrutando esporádicamente esos pastelillos ante los cuales cualquier postre francés es un insulto. Los gansitos. Hoy, para mi desgracia, descubrí que tienen tantas calorías y aún más grasa que una de esas asquerosas barras de chocolate norteamericanas. Tomé con los dedos las últimas chispas de chocolate que quedaron en la envoltura, y le dije adiós a la última vez que podía comerlo de esa manera. La maldita información lo ha estropeado todo. Cada exdeliciosa mordida me sabrá ahora a once gramos de grasa polisaturada.

3 Comments:

Blogger Magda Díaz Morales said...

Só, lei el texto de Mayra y me encantó. También de acuerdo en que la ognorancia es una forma de felicidad, y vaya que si.

4:54 p.m.  
Blogger fenririel said...

¡Pues éntrenle! Caray, estamos hablando de un pinche gansito, no de la mano de un compañero muerto...

Bueno, perdón por el extremoso extremo al que llevé la comparación, pero la esencia es la misma. Yo se la cantidad de grasa que me meto al comer unas papas, pero me vale. Se el exceso de azúcar que hay por mi sangre cuando me atasco de duvalines y chocolate, por no hablar de las mentadas calorías... pero, ¿y qué? A menos que sean gente con problemas de peso, pues entonces sí ándense con cuidado, pero de ahí a decir "mi último gansito"... chale.

Saludos.

10:06 p.m.  
Blogger Don Gato said...

Mta...la única droga que me saca de la maldita depresión son los pingüinos con coca cola y ahora ni eso...como para matarse de hambre...

5:39 p.m.  

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