Impresiones sobre la primera edición de la FEULI
El perpetrador de este remedo de blog durante el taller de narrativa que se llevó a cabo en la FEULI de la UAG (Foto tomada de http://www.trinchera.info/)
En el semanario Trinchera, publicado en Chilpancingo y dirigido por Ulises Domínguez, tuvieron a bien publicar las impresiones de este tundeteclas luego de participar en la Primera Feria del Libro Universitario de la Universidad Autónoma de Guerrero que se realizó en días pasados en aquella ciudad.
Impresiones sobre la primera edición de la FEULI
Por Guillermo Vega Zaragoza
Publicado en Trinchera, no. 581, 26 de abril, 2010
Me parece digna de total encomio la organización de la feria (Feria Universitaria del Libro), sobre todo cuando ha sido una propuesta proveniente de la propia comunidad universitaria. Como siempre sucede en estos casos, se está aprendiendo sobre la marcha y habrá muchas cosas que tomar en cuenta para próximas ediciones, sobre todo en cuestión logística y de organización, y de compromiso y responsabilidad compartida por parte de las autoridades culturales y universitarias de la ciudad. Una felicitación a los organizadores, sobre todo a Oralia Ramírez, por su compromiso, diligencia, cariño y buen humor, aun en los momentos donde otros hubieran arrojado el arpa.
En cuanto a mi participación, me dio mucho gusto que la presentación de mi libro se haya realizado ante un auditorio de alumnos de la secundaria Galo Soberón y Parra. Son los niños y jóvenes los que aún tienen salvación y que están a tiempo de que se les inocule el virus de la lectura, los libros y la poesía. A esa edad aún no tienen prejuicios acerca de la literatura, y sus dudas y preguntas son siempre frescas y estimulantes. Felicidades, también, a su maestro por llevarlos a la feria.
En este sentido, siento que la feria (no sólo ésta sino todas las ferias del libro) deberían no sólo salir a la calle sino meterse en las primarias, secundarias y prepas. Deberían incluirse como parte de las actividades de los escritores invitados varias visitas a estos planteles para que se acerquen a sus futuros lectores. Es muy difícil hacer que un adulto cambie sus hábitos; pero los jóvenes son tierra fértil para sembrarles la inquietud de la lectura y la escritura.
En cuanto al taller, me sentí muy complacido, aunque fue muy corto el tiempo para tratar de abarcar todo el temario. Sin embargo, me di cuenta de la gran necesidad que existe por parte de muchos de los participantes de compartir lecturas y experiencias. Afortunadamente ya existe la Internet, y así se puede seguir estableciendo contacto a pesar de las distancias.
Me dio gusto conocer el movimiento literario que existe en Chilpancingo y en general en el estado de Guerrero. Se ha formado un buen contingente de escritores (no puedo decir que se trate de una generación, aunque muchos coinciden en cuanto edades) que dentro de su diversidad comparten puntos de vista y, sobre todo, una actitud fresca y desenfadada acerca de la literatura. Me refiero a escritores (poetas sobre todo) como Carlos F. Ortiz, Erik Escobedo, Ángel Carlos Sánchez, Víctor Trigo, Jesús Bartolo Bello, y otros tantos. Me hubiera gustado conocer más acerca de su obra. Casi tuve que obligarlos a que me compartieran algo de ella. Quizá no saben aún que es muy difícil en la Ciudad de México enterarse de lo que sucede en los estados, literariamente hablando. Han publicado libros y revistas, pero por acá se conoce poco de ello. Sería cosa de que se aventuraran más allá de los confines del estado, sobre todo ahora que con la Internet se han borrado prácticamente las fronteras. Como les dije en tono de broma, son el secreto mejor guardado de la literatura guerrerense. También les agradezco su generosidad y bonhomía para hacerme sentir como en casa.
Finalmente, está la cuestión de los recursos, que siempre es la parte más peliaguda. No es justo que se haga dispendio en muchas otras cosas y en cuestiones culturales las autoridades y los empresarios sigan escamoteando el dinero para que los organizadores pasen las de Caín para conseguir una simple habitación de hotel, sin mencionar que los participantes aceptamos la invitación casi por puro amor al arte, pero deberíamos recibir un pago justo por nuestra colaboración. No vivimos nomás del aire. Sobre todo en estos tiempos tan difíciles y violentos, la única medicina posible ante la barbarie está en la cultura, en la educación. Eso deberían entenderlo tanto los políticos como los empresarios. La cultura y la educación cuestan, pero también valen. Tienen un valor que va más allá de lo monetario y lo inmediato. Tienen el valor de formar personas, de formar seres humanos que después no andarán acribillándose en las calles o colgando descabezados en los puentes. Así de duro y así de cierto.
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