Cadáver Exquisito en Donceles 66
LA ALDEA EN LLAMAS
Escrito por Guillermo, Miguel Ángel, Nuriván, Paulette,
César Fernando, Juan Carlos, Leticia, Alejandro, Fernando, José, Luis y Rodrigo.
La aldea en llamas
inicia el legado de la rosa.
Nadie sabe si al salir
encontraremos una sombra extraviada
en una calle vacía de ruidos,
peces que vuelan hacia el sueño.
Entre libros entra el sueño y
flor de azahares caprichosas
en la medianía de las nostalgias,
nostalgias que son cadáver exquisito.
Eso sabré hoy.
Tal vez lo conozca o tal vez no.
En fin, ¿algo ganaré yo?
Reparto sudor, lágrimas y momentos.
Sale de mí algo incoherente.
Jilguero del universo,
¿quién te vio partir
cantando entre la luz caliente del último verano?
Nítido resplandor de una esperanza rota.
Antes de haber germinado el pensamiento
que traía en la cabeza,
apagó la luz y se quedó en silencio
al ver el cuerpo flácido,
titilante, sin calor.
Nadie sabe lo que sucede
en la aldea en llamas,
que arde en una extraña llama
azul profundo de su boca apagada
que se extingue al tiempo que corta el aire,
como el canto de las aves,
como la voz de rumores trasnochados
en el fulgor ambarino de otros soles.
¿Será el vino la sangre de Cristo?
No lo sé.
Sólo lo disfrutaré.
Sabiduría, sencillez,
madurez, gozo, penumbra,
calidez formadora que intenta
nacer un instante,
fragmento cristalino de la tarde que nos mira.
En silencio contemplo
cómo mi mundo se derrumba en pedazos
de recuerdos que cuelgan en medio de la sala,
recuerdos que aparecen
como la luz que destella de la cámara.
Allí estaban las fotografías, murales.
No sé cuántas imágenes observé
hasta que me quedé inmóvil.
Centro Histórico, Ciudad de México (aún).
1 Comments:
Pues sí, llegamos todos los que teníamos que llegar.
Quedó muy chido... es la cosa del azar, algo en el aire combina ciertos elementos, y como en una receta de un exótico chef... el sabor es exquisito...
a cadáver
josé
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