Las elecciones ¿qué tan confiables son?
Las elecciones ¿qué tan confiables son?
por Gustavo Viniegra González
El Universal
Domingo 30 de julio de 2006
http://www.eluniversal.com.mx/notas/365540.html
Para evitar confusiones en el resultado, los escrutadores deberían haberse equivocado en menos de 122 mil votos. El final de la controversia llegaría si en un recuento se siguen procedimientos más rigurosos que aseguren que los errores sean inferiores a 1/10 mil en cada nivel escrutado
00:00 El 2 de julio de 2006, 41.8 millones de electores, de un total de 71 millones, depositaron su voto a favor de algún candidato para la Presidencia de la República. El 7 de julio, los funcionarios del Instituto Federal Electoral (IFE) nos dijeron que Felipe Calderón había obtenido 15 millones 284 votos y Andrés Manuel López Obrador, 14 millones 756 mil 350. Es decir una diferencia de apenas 0.58% del total de votos emitidos (41 millones 791 mil 322). Una pregunta que todos nos hacemos es: ¿qué tan confiable es esa diferencia para decidir el destino del país? Aquí trataré de contestarla y propondré algunas alternativas para salir de dudas.
Una primera duda surge de un problema fundamental en cualquier encuesta o estudio, ¿cuál es el error humano fortuito (aleatorio) que podemos aceptar para estar seguros de las diferencias? Sabemos que ningún sistema de información y acopio de datos es perfecto. Siempre habrán errores u omisiones. Un principio aceptado en la estadística indica la necesidad de que ese error, llamado técnicamente no muestral (que no está relacionado con la forma de selección de la muestra) debe ser menor a la mitad de las diferencias, es decir debe ser, en este caso, menor a 0.29%. En pocas palabras, para evitar que los errores humanos confundan el resultado, los escrutadores deberían de haberse equivocado en menos de 122 mil votos (a favor o en contra) para cada candidato. Lo cual indica que, en promedio, nunca se habrían equivocado, más de una vez, durante el escrutinio por cada 345 votos escrutados.
Las causas de error fortuito que a priori uno puede imaginar serían:
a) Los escrutadores de casilla que leyeron y cantaron en voz alta cada voto, pudieron haberse equivocado en el candidato o haberlos dicho de manera que no se oyó bien.
b) Los escrutadores de casilla que oyeron los votos cantados, pudieron haber anotado el voto en forma equivocada.
c) Los escrutadores que hicieron las sumas, pudieron haberse equivocado en algún número.
d) Los delegados de distrito que juntaron las actas e hicieron las sumas pudieron haberse equivocado al leer los resultados y sumarlos de nuevo.
e) Los capturistas que recibieron las actas y las introdujeron en las computadoras pudieron equivocarse alguna vez.
Estos son cinco pasos sucesivos y la precisión final de cinco pasos, suponiendo que el error es parejo para cada paso, requiere que sea igual al resultado del producto de las precisiones intermedias. Por ejemplo: si queremos una precisión final correspondiente a un error de 1/345, la precisión tiene que ser de 0.9971 > (0.99903)x(0.99903)x(0.99903). Esto, a su vez, implica que, en promedio, los escrutadores de cada uno de los cinco niveles descritos no se equivocaron en más de un voto por mil 35 votos escrutados. Una causa importante de posibles errores es la clasificación en las casillas de los votos nulos, que sumaron 906 mil 604 (2.2%). Bastaría que los escrutadores de una región, por ejemplo del sureste, fuesen menos hábiles o cuidadosos, que los de otra región como el norte, para que hubiesen inhabilitado varios cientos de miles de votos de un candidato a favor de otro. Este cajón de posibles errores (los votos nulos) es mucho más grande que las diferencias y por lo tanto, sí podría ser causa de errores sistemáticos o de sesgos (tendencias) indebidas en el escrutinio.
Alternativas
Lamentablemente el IFE no ha divulgado si conoce, por experiencias previas o por mediciones independientes, cuál es el error fortuito en cada uno de los pasos descritos y aquí sólo tenemos dos alternativas: si le creemos, debemos dar por bueno el conteo ya publicado. Si no, tendremos diversas alternativas.
a) Se repite, voto por voto, el escrutinio. Pero, no se toman precauciones especiales para asegurar que el error en cada paso sea mucho menor a 1/10 mil, En ese caso, volveremos a la incertidumbre y será el cuento de nunca acabar.
b) Se considera, como es, que el conteo voto por voto es muy costoso y difícil de realizar. Y se decide hacer un muestreo estadístico, distribuido por distintas regiones electorales, pero con medidas muy rigurosas para minimizar el error a menos de 1/10 mil. Y si se encuentran que de ese muestreo al azar y bien diseñado por especialistas aceptados por ambos bandos, que las discrepancias con los datos del IFE son, en promedio, menores a 0.05%, entonces se decide que el procedimiento electoral fue de buena calidad y se acaba la controversia.
c) En caso contrario, se amplía el muestreo al doble y si vuelve a tener discrepancias importantes, se considera revisar a fondo los procedimientos para pasar al conteo, voto por voto, pero ahora siguiendo procedimientos muy rigurosos de calidad que aseguren que los errores humanos fortuitos o no, sean inferiores a 1/10 mil votos en cada nivel escrutado. Y ese sería el fin de la controversia.
Conviene comentar que una de las posibles causas de este problema es la falta de experiencia con una elección presidencial tan reñida. Quizás las precauciones del IFE consideraron que las diferencias probables serían de más de 1% y no tomaron cuidados para garantizar la precisión del escrutinio al nivel ahora observado. En muchos otros países con más de dos partidos se acostumbra una segunda vuelta para facilitar la formación de coaliciones que desempaten las elecciones y para otorgar a un candidato el beneficio indudable de la mayoría del electorado.
La experiencia que hemos vivido nos debe servir de reflexión para el futuro. Indudablemente el IFE necesita grandes mejoras metodológicas que sean del conocimiento de la población y que estén sustentadas por trabajos técnicos que reduzcan los errores fortuitos o las causas de sesgos (mano negra). Ya podemos conformarnos con poder distinguir sin duda alguna, diferencias de varios puntos porcentuales. Ahora, el IFE debe estar preparado para certificar, sin sombra de duda, diferencias menores a 1%.
Los legisladores también deben meditar la conveniencia de inventar para México la segunda vuelta. Sería el equivalente a los llamados "tiros penales" que se hacen en los campeonatos cuando hay un empate entre dos equipos. Uno solo tiene que ser el campeón y debe haber un procedimiento claro y sencillo, que toda gente entienda y acepte, para saber quién es el presidente electo de México.
Médico cirujano por la UNAM (1965). Doctor en biofísica Universidad de California, San Francisco, USA (1971)
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4 Comments:
Chido blog...llegué aquí después de haber leído tu otro blog; éste es muy distinto, mucho más político. Me parece que me gustaba más el otro, pero esto de la polaca, ni hablar, es necesario también.
También tengo dos blogs, uno de sátira política (ldcl.blogspot.com)
y otro de un tono más "literario" (malresaio.blogspot.com)
eres bienvenido cuando quieras.
Saludos.
perdón, el "literario" es malresaBio.blogspot.com
salut
De esos artículos que es necesario leer para tener argumentos sólidos en el momento de los debates.
Orale... obvio que se encontrarían muchos errores, dolosos y de los otros, que se cuente y se recuente...
saludos memo.
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